LA LOBA VINTERI

By AbbyDarcy9

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Eleanor Vinteri a quien algunos apodaban "El lobo" es una guerrera que no ha tenido una vida fácil, se ha con... More

Prólogo. Mi pequeño sol.
Capítulo 1. Un secreto revelado.
Capitulo 2. El juramento del conde.
Capitulo 2 Parte 2
Capítulo 3. El asalto.
Capítulo 4. El medallón del conde.
Capítulo 5. Mi muchacha Salvadora.
Capítulo 5. Parte 2
Capítulo 6. Atado a la cama.
Capítulo 6 Parte 2
Capítulo 7. Guardia baja
Capítulo 8. Saqueo al anochecer.
Capítulo 9. El capitán.
Capítulo 10. La extraña sirvienta
Capítulo 11. Jamás te pediré perdón.
Capítulo 12. Una firme decisión.
Capítulo 12. Parte 2
Capítulo 13. Se aproxima una batalla
Capítulo 14. En mis sueños.
Capítulo 15. El sonido del lobo.
LOS PERSONAJES.
Capítulo 16. Enfrentamiento.
Capítulo 17. El beso de la vida.
Capítulo 17. Parte 2
Capítulo 18. Una lady muy ladina.
Capítulo 19. Padre.
Capítulo 19. Parte 2
Capítulo 20. Los enemigos
Capítulo 20. parte 2
Capítulo 21. La vida que hubiese tenido.
Capítulo 22. La espía.
Capítulo 23. Entre el amor y guerra
Capítulo 24. Sin piedad.
Capítulo 25. Crueldad.
Capítulo 26. Este es el fin... No. No lo es.
Capítulo 27. Queriendo y sin querer.
AVISO
Capítulo 28. Podrías ser mi reina.
Capítulo 29. Antes del desastre.
Capítulo 30. Encarcelado.
ESPECIAL (1)
Capítulo 31. Momentos difíciles, momentos de amistad.
Capítulo 32. El secuestro.
Capítulo 33. El escape
Capítulo 34. Recuerdos.
Capítulo 35. Una mujer llamada Narda.
ESPECIAL (2)
Capítulo 37. Revelación

Capítulo 36. Mi hombre.

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By AbbyDarcy9

Hola Chicxs!!

Disfruten la lectura y no olviden votar!

Saludos


-¿Y se puede saber el motivo? -Cuestionó.

Max se quedó callado al ver la expresión de la mujer que amaba. Antes de conocerla él era el conocido, el respetado, quien sobresalía entre una multitud... cuando ella llegó cambió su mundo, ella llegó a ocupar un liderazgo junto a él, no tras él... como alguna vez pensó que sería. 

La Loba Vinteri no era una mujer que se dejara dominar, era ella quien llevaba las riendas, incluso podría querer llevar las propias de él. Y eso algo que no le podía permitir, si él le permitía inclinar la balanza de autoridad pronto sería un peón más, y no estaba dispuesto a permitirlo.

Ella era suya, su mujer. Ella sería quien alguna vez llevara el apellido De Courcey, no al revés.

-¡Quiero que ésta mujer se vaya ahora mismo! -Ordenó la loba con indignación.

-Estoy seguro que ésta mansión es de mi propiedad. -Dijo Maximilien con cautela. -Así que eso me confiere el derecho de decidir quien se queda y quien no.

El conde le pidió a Davinia que los dejara solos.

-¿Así es como agradeces que te hayamos sacado de la cárcel? 

Eleanor estaba enfadada, aún no podía comprender que era lo que estaba realmente sucediendo con Maximilien, y por qué había roto el compromiso y se estaba comportando de esa forma.

-No se equivoque miladi, estoy sumamente agradecido por lo han hecho para librarme de una muerte segura, pero estar agradecido dista mucho de que usted quiera venir a sacar de mi propiedad a mi invitada. -Declaró el conde.

-¿Por qué has roto el compromiso? -Preguntó ella ignorando lo que él había dicho, a lo que Maximilien tardó largo tiempo en responder.

-Me temo miladi que es bastante evidente. -Max se preparó a sí mismo para seguir el doloroso consejo de su amigo, de alejar a la mujer que amaba, pues prefería que ella lo odiara a que él mismo la condujera a su propia muerte. -Yo ya no soy un hombre de su clase.

-¿Qué cosa tan ridícula dices, Max? -Le espetó ella iracunda acercándose hasta quedar a centímetros de él. -Aunque así fuera eso carece de importancia para mí.

-Le he manifestado a su padre mi deseo de alejarme de la familia Vinteri, al menos hasta que la guerra termine, miladi. No me gustaría que se viera involucrada en un escándalo mayor con un conde sin título y perseguido por la corona y todo el ejército del que una vez fue coronel.

-¡Entonces déjeme aclararle que hubo una vez un hombre que me protegió y me ayudó, a pesar de que yo soy una rebelde, y también que no hace falta que nadie intente protegerme! -Aseguró la loba.

Maximilien la miró intensamente y supo que si seguía ahí mismo la tomaría entre sus brazos para besarla con todas sus fuerzas, ella podía más con él que él con ella.  Y eso le molestaba, él era de carácter fuerte y ella también, pero siempre había sido el de la última palabra.

-Lo siento miladi, no pienso cambiar de opinión. -La miró con añoranza pero intentando hacerse el duro. -Ahora si me disculpa... Mi invitada me espera.

-No pensé que fueras un cobarde. -Dijo al fin.- ¡Un maldito cobarde!

Sin pronunciar más, Eleanor se marchó de la mansión, y cuando sus amigos intentaron preguntar que había sucedido la loba negó con la cabeza y no dijo palabra.

-¿Qué le pasa? ¿Ha ido a verlo? -Preguntó el marqués a Logan, quien se había convertido en su informante.

-No lo sabemos. Desde que salió de la casa del condesito... del ex conde -Se corrigió. -no ha dicho ninguna palabra. -Le respondió.


✼✼✼✼❃❃❃✼✼✼✼


La loba cabalgó hacia su vieja y casi olvidada cabaña. 

Era una mañana extraña hasta para la naturaleza, Valengo en sí era un país un tanto diferente a los demás, aunque su gente era de la misma calaña que los otros. Enormes pinos y árboles centenarios se alzaban majestuosos en una lucha encarnizada con el viento, que indiferente a todo, luchaba por doblar las ramas de los viejos árboles.

De pronto sintió que no pudo más.

Azuzó a Bucéfalo para que cabalgara con más velocidad mientras lloraba desconsoladamente. ¿Cómo podía haberle pasado eso?... Un día lo tenía todo, y al siguiente, nada.

Al entrar por la vieja puerta y mirar lo que ella había considerado hogar, trato de serenarse y decirse que el sueño finalmente había terminado, que ella volvería a su antigua vida. pero al pensar en  todas las personas que se verían afectadas por su doble vida supo que no había vuelta atrás.

El amor podía construir y destruir, fue su simple razonamiento, tanta fue su decepción que deseó nunca haber conocido al conde.

Con un quejido lastimero se sentó en su pequeño catre mientras los recuerdos de aquella vez que se conocieron se reprodujeron en su mente como queriendo aumentar aún más su tormento. Sólo buscaba una manera de disminuir el dolor de la traición y olvidando su espalda mallugada se levantó y se dirigió hacia el sótano buscando lo único que conocía para olvidar aunque fuera por un momento su situación.

Regresó hacia su pequeño catre cargada de un par de botellas del mejor whisky escocés que su amigo el extranjero le había regalado. Ella nunca tomaba indiscriminadamente, y mucho menos licor que embriagara, pero aún así dirigió el pico de la botella a sus labios mirando la puerta.

Tratando de  no pensar.

-¡Madrina!¡Madrina! ¡Te he extrañado mucho! ¿Tu no nos abandonarás, verdad? ¿Tú no te irás como mis padres? ¡No!¡A tí no te pasará nada!¡¡Tu eres el lobo a quien todos temen!¡Eres invencible!¡Mi hermana y yo estamos orgullosos de estar contigo, bueno, mi hermana aún no lo sabe, pero también está orgullosa de ti y de cómo nos salvaste!

Una voz que en tan pocos días había entrado en lo más profundo de su corazón la hizo detener la botella a unos centímetros de su boca.

Con cargos de conciencia por lo que había estado a punto de hacer se levantó.

-Hasta aquí se ha acabado, Maximilien. No me volveré una borracha mientras tu te revuelcas felizmente con una cortesana. -Dijo en voz baja mientras rebuscaba en la pequeña caja las cartas que no se había atrevido a abrir, y esa noche las leyó una por una.


✼✼✼✼✼

Mi amadísimo hermano.

Espero que Martina y tú se encuentren bien de salud, ya han pasado tres semanas desde que mandé la primera carta y aún no me habéis respondido, pero confío en que habrá sido por una causa que no podéis controlar.

Mi marido y yo nos hemos reconciliado, no ha sido nada grave, pero a él no le gusta que salga de Vensurensi, ahora mucho menos, que le he vomitado en los zapatos y ha tenido que enterarse que estoy embarazada.

Tu bien sabes que no me gusta estar inactiva, aún recuerdo las carreras que hacíamos para llegar a la casa de la tía Faustina, a la pobre casi le daba un ataque cuando me vio montando como hombre.

Ahora que él sabe que estoy en estado está más al pendiente de mí, y estoy segura que un matrimonio por amor era lo que deseabas para mí, y te agradezco por haberme apoyado, aunque mi marido sea reservado y taciturno es un buen hombre, y estoy orgullosa de ser su esposa.

Estoy ansiosa por convertirme en madre, y estoy segura que tu estarás feliz por ser tío, presiento que Marcus y tú afilareis muy pronto vuestras espadas, porque estoy casi segura que mi bebé será niña y tu y mi marido espantaréis a todos sus pretendientes. 

Escríbeme por favor, y saluda a Marty de mi parte. 

Tu querida hermana Eloíse Vinteri

✼✼✼✼❃❃❃✼✼✼✼

Las otras cartas eran similares, que a Eleanor le sorprendió que su madre siguiera escribiendo aún sin recibir respuesta.

Sólo una carta le extrañó, y tal vez esa fue la última carta de su madre a su hermano, y fue la más extraña.

✼✼✼✼❃❃❃✼✼✼✼

Hermano,

He recibido gustosa tu carta después de tantos meses, aunque me extraña que no mencionaste en ningún momento a tu sobrina por nacer, sé que jamás se te podría haber olvidado algo así, como si no hubieses recibido mis cartas.

Me alegro mucho que yo también vaya a ser tía, y os felicito a Marty y a tí por conseguir lo que tanto han buscado, y aunque tu carta ha sido muy breve, te agradezco por acordarte de tu hermana pequeña.

El marqués y yo estamos muy contentos con la buena noticia, y aunque me he aburrido mucho en estos últimos meses, pues el marqués no quiso llevarme  al palacio poniendo como escusa mi embarazo, y tal vez creo que es porque no quiere que alguna dama se entere que ya tiene casi un año de casado.

En fin, me he hecho amiga de la servidumbre, como mamá siempre me recomendó, que me vieran como una ama en quien confiar, y no como una carcelera, y todos me respetan aquí.

Querido hermano, es necesario que vengas a visitarme pronto, en verdad necesito que vengas conmigo, hay muchas cosas que no me gustan en este castillo, pero eso no puedo escribirlo por carta.

Si algo llegara a sucederme en el parto, no olvides que te amo, y te ruego que cuides a mi pequeño retoño.

Tu preocupada hermana, en un solitario castillo de Valengo.

Eloíse


✼✼✼✼❃❃❃✼✼✼✼

Unos golpes en la puerta la sobresaltaron y antes siquiera de tomar su espada escuchó decir

-Nor, ¡Abre la puerta!

-¿Qué quieres, Andro? -Le recriminó molesta mientras lo dejaba entrar.

-Los chicos y yo hemos estado conversando. -Le dijo.

Eleanor se puso en guardia, por lo que vendría a continación.

-Tus escarceos amorosos con un miembros de la nobleza han hecho dudar a los chicos de tu liderazgo. -Le explicó.

-¿Cómo se atreven? 

-Espera, aún no termino. -Dijo él al ver que ella se había levantado apresuradamente tomando su espada. -Ellos quieren que te reconcilies con él, o que jamás vuelvas a verlo. Aunque yo como amigo te diré lo que he visto.

-No le volveré a ver, fin del asunto. -Respondió enfadada ante esa posibilidad, pero su orgullo no le permitía hacer otra cosa.

-Él y tú se aman. -La silenció con una mano al ver que iba a replicar. -Tom se quedó afuera de la mansión del conde cuando nosotros nos fuimos y nos dijo que después que te fuiste, salió esa mujer con una maleta. El conde la despidió, la tenía para darte celos a tí y que te alejaras de él. ¡El quiere que te alejes de él para que no corras más peligro! -Explicó con una sonrisa.

-Yo ya corro mucho peligro. -Respondió ella con incredulidad, pero en el fondo, una pequeña llama que creyó extinta estaba empezando a calentar su corazón.


✼✼✼✼❃❃❃✼✼✼✼



Eleanor se dirigió hasta donde se encontraba su padre. Al parecer, su larga charla con Andro había cambiado su perspectiva, debía luchar por su hombre.

El amor le había hecho ver lo que los celos le había cegado.

Tenía sentido.

-Iremos a palacio, padre. ¡Debo ver al rey! -Dijo la loba.

-Bien, hoy es el aniversario doscientos diez y ocho del castillo capitalino. Habrá un gran banquete.

-Bien. ¿Irás con tu amante? -Preguntó sin preámbulos.

-¿Perdón? -Preguntó el marqués confundido.

-Sé bien que la hermana del general Kisa es tu amante, y que estuvo aquí mientras yo estaba secuestrada.- Espetó como si hablar de algo así fuera de lo más normal.

-¡¿Qué?! -Preguntó con expresión de sorpresa y preocupación.

Eleanor se arrepintió al instante de sus palabras.

-Nada, olvídalo. Y perdóname, no debí hablarte así. -Entonces recordó a Narda, y miró a su padre, si tan sólo estuviera ella allí para aconsejarla. -Me gustaría hablar contigo cuando volvamos del palacio.

-Está bien, Eleanor.  -Asintió su padre mientras ella subía a su habitación. -¿Cómo que estuviste secuestrada? -Preguntó el marqués pero ella ya se había retirado. Él caminó unos pasos para seguirla pero se detuvo, él no tenía ningún derecho a meterse en su vida.

Necesitaba pensar.

✼✼✼✼❃❃❃✼✼✼✼

Maximilien estaba preocupado.

Sumamente preocupado cuando escuchó lo que Hachings le había contado.

-¿Cómo sucedió eso? -Le había preguntado con impotencia.

-Nadie me lo dijo, pero yo lo escuché del soldado que se llama Andro. La señorita Vinteri estuvo secuestrada.

-¡Todo esto es mi culpa! -Sé levantó de su sillón y caminó hacia la ventana aventando al suelo todo objeto que se le atravesaba, y jalando sus cabellos con rabia.

Hachings se quedó en silencio sin saber que decir.

El antiguo conde sabía que no podía ir a ver el estado de ella porque prácticamente, toda relación entre ellos de había extinguido.

Incluso luego de que su pequeña fiera se marchara llamándole cobarde,  mientras se encontraba en la bañera, compadeciéndose  de su suerte, se desnudó por completo y se se sumergió en la bañera, no escuchando los suaves pasos a sus espaldas.

Cuando unas delgadas y suaves manos recorrieron su espalda antes que el se diera cuenta, y se volviera rápidamente para apresar entre sus manos a... la intrusa.

-¿Se puede saber, que haces aquí? -Le preguntó sin dirigir una sola mirada al cuerpo desnudo de Davinia.

-Yo... pensé que tú y yo volveríamos a ser como antes. -Respondió azorada.

Max la miró fijamente.

-Lo siento Davinia, nada será como antes. Esa mujer que vino, es la mujer que yo amo. Y no la voy a traicionar.

Él se puso de pie y se apresuró a vestirse dándole le espalda a Davinia, quien aprovechó para ver su musculoso cuerpo.

-Creo qué será mejor que te marches, hay buenos protectores en Vunima, y si has venido con una esperanza sentimental, lamento no poder corresponderte. -La miró ahora con la camisa puesta. -Eres una mujer muy bella, incluso si quieres casarte puedes encontrar un hombre dispuesto a convertirte en su esposa. No merece la pena que te quedes aquí con un hombre que ama a otra mujer.

-¡Yo lo amo a usted! -Le gritó. -¡Por eso no me importó que esa mujer suya cumpliera su amenaza de matarme de volver acercarme a usted!

-¿Qué me estás diciendo?

Maximilien se había enterado de los hechos que el amor de su vida impulsada por los celos había realizado.

Ella lo amaba. Y el amor no moría en un segundo.

✼✼✼✼❃❃❃✼✼✼✼

-¡Madrina! -Al entrar a la habitación fue asaltada por unos delgados brazos que se aferraron a su cintura.

Ahogando un leve gemido porque el niño la estaba lastimando, le devolvió el abrazo componiendo una pequeña sonrisa.

-¡Santiago! -Ella lo miró con cariño.

-¡No sabes las cosas que he aprendido!¡El marqués contrató a un señor que me va a ayudar a aprender a escribir, lord Vinteri me prometió que si hago lo que el señor maestro dice, me regalará una espada!

Eleanor lo miró sorprendida.

-Me alegro mucho.

Después de charlar un rato con sus niños, y agradecerle  mentalmente al pequeño aquellas palabras que la salvaron de cometer un grande error, se despidió, aunque la pequeña Mary estuviera dormida, Eleanor  se marchó escoltada por su padre hasta el palacio capitalino.

Las enormes puertas decoradas con figuras de oro y plata se abrieron para dejar entrar a Eleanor a la sala del trono.

La loba tragó saliva al observar cerca de dos docenas de nobles valenginos, que serían testigos de lo que sucedería a continuación.

Cómo dictaban las normas, lady Vinteri hizo una reverencia al lado de su padre mientras Mursfhite levantaba una huesuda mano para autorizar que los Vinteri se acercaran.

-¡Su majestad!

-¡Lord y lady Vinteri! ¡Que sorpresa  verlos aquí en palacio! -Dijo el rey con un sonrisa indiferente, mientras miraba con atención a la joven.

-¡Hoy es un día memorable, majestad! ¡Es de suma importancia que estemos aquí para contemplar la fortaleza de nuestros antepasados! -El marqués intentó entablar  conversación.

-¡Por supuesto! -Dijo simplemente el rey invitándoles a qué se unieran al banquete.

Por lo que la joven pudo observar, la mayoría de las mujeres nobles la miraban sin poder evitar cuchichear entre ellas, seguramente sobre Maximilien.

La loba se obligó a si misma a soportar ese ambiente tan frío y rígido mientras tomaba una copa de vino, y dirigía su mirada a su amiga la princesa, que la miraba con admiración y alegría, pues había vuelto sana y salva. Afortunadamente para la princesa, faltaba una semana para que huyera en la fiesta de disfraces.

Mientras contemplaba los extensos jardines de palacio, Eleanor fué mandada a llamar por el rey, quien casi de inmediato despachó a los que se encontraban cerca de él.

-¡Su majestad! -Ella hizo la venía correspondiente.

-¡Lady Vinteri! ¡Creo recordar que usted había hecho un trato conmigo! -Mursfhite fue directo al punto que quería tratar. -¿Lo ha cumplido?

Eleanor lo miró sin decir nada, y tanteando sus posibilidades respondió.

-Lo siento, majestad. Fui una ilusa creyendo que ellos me dirían el lugar exacto. Pero vi que ellos no confían en mí, ni siquiera estaban allí. -Sé inclinó con el rostro lleno de lágrimas. ¡Menuda actriz de teatro estaba hecha! -Lo lamento mucho, no he podido conseguir que el coronel salga de prisión.

-Es verdad querida, sabía a ciencia cierta que jamás podrías cumplir con lo que prometiste, eres una muchacha ignorante  y muy joven. De todas maneras, no hace falta ya. -Señaló él. -Hace unos días hubo una revuelta en las mazmorras, y muchos escaparon, y fueron capturados de nuevo. La orden real se encargó de castigar a los fugitivos con la muerte. -La miró. -Entre ellos estaba el conde. -Terminó él.

-¡No puede ser! -Exclamó fingiendo perder las fuerzas, inmediatamente fue ayudada por un guardia.

-¡Lo lamento! Señorita Vinteri, no por él, sino por usted. -Le dijo el muy cínico.

Para Eleanor todo estaba saliendo mucho mejor de lo que había imaginado, el tirano  intentaba engañarla, pero ella no era ninguna tonta.

-¡Su majestad, por favor, permítame marcharme con mi padre! -Le pidió tocándose la cabeza con desgana. -¡No me siento muy bien!

El rey no era ningún tonto, si su actuación no era lo suficientemente buena, todo podría ir muy mal.

-¡Lady Vinteri! -Exclamó enfadado el rey al ver la mirada acongojada que le había dirigido esa mujer. Debía eliminar de ella cualquier sentimiento hacia su antiguo pupilo. -¡Está bien! ¡Y en muestra de mi magnífica misericordia, le concederé un lapso de dos semanas para que esté en el marquesado con su padre!¡Estoy seguro que el aire del campo le sentará bien! ¡Sus servicios como dama de compañía de mi hija ya no serán más necesarios! ¡Disfrute su corta estadía en casa de su padre por última vez!-El rey se acercó a ella y aunque estaban solos, le Susurró. -Porque te aseguro, que cuando vuelvas a entrar por esta puerta, dentro de dos semanas, ya no saldrás de palacio.

-¡Majestad! -Ella lloraba por fuera, aunque por dentro tenía la cabeza fría. El rey era un iluso si pensaba que volvería.

No lo haría ni en sus más recónditos sueños. El rey y ella ya se verían las caras cuando la gran guerra sucediera.

Después de haber recibido la orden de retirarse, la loba limpió sus lágrimas y caminó hasta el gran banquete. Olivia no había asistido, pues era una joven de reputación manchada, aunque tampoco se encontraba el general Kisa.

Ahora que ya no sería la dama de la princesa, Eleanor podría volver a marcharse hacia Vensurensi.

Y tenía que resolver el asunto de su prometido no prometido, sin contar la charla pendiente con el marqués. 

Pero de ese día no pasaría.




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