Jessica Jones
Estoy en la habitación, tirada en la cama mirando mi vientre. Levanto la sudadera solo un poco y dejo mi mano encima. No puedo evitar sonreír un poco.
Voy a cuidarte y amarte tanto que te cansarás de mi, te lo prometo.
Lo imagino perfecto. La verdad lo imagino con todos los rasgos de Jaden. Espero que sea igual a él. Como sea le amaré con todo mi corazón.
Siempre estaré a tu lado. No olvidaré ninguno de tus cumpleaños, te diré que te amo todos los días y sentirás mis abrazos y besos cada vez que esté cerca de ti. Y será siempre, así que anda preparándote para esta mamá tan pesada que te ha tocado.
Paso la yema de mis dedos por encima de mi piel... no puedo creer que dentro mío esté creciendo mi hijo. Mi hijo, mi bebé... y el de Jaden. De los dos.
La puerta comienza a abrirse e inmediatamente me bajo la sudadera y me siento en la cama.
Mi corazón comienza a latir extremadamente rápido cuando veo a la persona que entra acompañada por Adam y Kaira.
—Verónica— digo sorprendida, sonríe.
—Hola, nuera.
Verónica es una mujer despampanante.
Es alta y tiene el mismo cabello y ojos de Jaden, su cuerpo es perfecto y siempre lleva ropa muy ajustada. Irradia poder y fuerza.
Se adentra en la habitación con su cabello suelto y bien peinado, camina como la mujer segura que es. Lleva un vestido negro ajustado y unos tacones de infarto, la he visto muchísimas veces y siempre va perfectamente arreglada, aunque no fuera a ver a nadie. Aunque solo se quedara en su mansión todo el día.
—Por favor no me diga así— digo entonces.
—¿Y cómo quieres que te diga? ¿Hija?
—De ningún modo.
—Eres novia de mi hijo, ¿No?
—Estoy segura que él no siente ser nada de usted.
—Él no sabe lo que siente o lo que no.
—Lo sabe perfectamente.
Camina hasta que se afirma en el escritorio.
—Soy una mujer muy inteligente. ¿Si eres consciente de ello?— pregunta y decido asentir— ¿Cuánto pensaste que me ibas a hacer tonta con la información de que hay un nieto mío creciendo en esa barriga desnutrida?
Frunzo el ceño.
—Yo reviso cada papel que hay en este lugar. Para desgracia del médico no fue quien me lo dijo.
—¿Qué le hiciste?— pregunto sintiéndome culpable por haberle pedido ayuda.
—Eso ya no importa. Lo importante ahora es que tengo una forma de herir a mi hijo grandemente sin perder mi mercancía de amenaza.
—¿Qué?
—Adam, vamos. Sé que quieres ser el que lo haga.
Verónica sale de la habitación y Kaira la sigue. Nuevamente Adam y yo nos quedamos solos.
—¿Qué...?— susurro y Adam se acerca a mi, saca una hierba de su bolsillo y la deja dentro de la taza con agua tibia que el médico me trajo hace un rato— ¿Qué es eso?
—Hierba con efecto abortivo.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
—No. No, no quiero.
Me doy media vuelta y corro para abrir la puerta, pero no se abre. Adam la cerró.
No, no... ¡No!
—Por favor, no hagas esto más difícil o tendré que herirte— dice y hace a un lado su chaqueta, mostrándome su navaja.
Me quedo de pie, intentando idear un plan.
Entonces, corro a él y me lanzo encima, pero él me lanza al suelo y se ubica horcajadas de mi.
—¡No! ¡Quítate!
—Solo toma esto, cariño...
—¡No!
—Vamos... no me obligues a golpearte.
Levanto mi rodilla y logro golpearle en la entrepierna, aprovecho que está adolorido y golpeo su nariz con mi cabeza fuertemente, esta explota en sangre. Entonces logro lanzar la taza, esta cae al suelo rompiéndose y su contenido se disuelve por el suelo.
Dios mío, menos mal.
Empujo a Adam, esté grita de dolor por su nariz probablemente rota. Busco unas llaves en sus bolsillos y agradezco profundamente encontrarlas, luego de quitarle la navaja me pongo en pie y corro a la puerta, mi mano tiembla y me cuesta meter la llave en la cerradura, pero lo logro. Abro la puerta y corro por el pasillo.
—Podemos hacerlo, hijo. Vamos.
Se que es ridículo, pero hablarle a mi hijo en mi vientre es divertido.
—¡Hey!
Me detengo abruptamente y me doy media vuelta, entonces veo a un hombre acercarse a mi, tomo la navaja firmemente y se la lanzo ágilmente, esta cae cerca de su corazón. Corro y se la quito para no perder la única arma que tengo para defenderme.
Vuelvo a correr y me encuentro con unas escaleras, las subo inmediatamente.
—Saldremos de aquí y tu padre nos estará esperando afuera. Ya verás.
Debo dejar de hablarle a un feto del tamaño de un maní que lejos está aún de formar orejas para poder escucharme.
Llego al final de la escalera y abro una puerta. Entonces supe que mi plan llegaba hasta aquí.
Hay muchas personas.
A pesar de todo corro desesperadamente y me detengo cuando escucho un disparo... pero viene de afuera.
La puerta de la bodega se abre y veo a un montón de hombres armados amenazando a todo el mundo aquí dentro, entre ellos veo a Jaden.
¡Ese es tu padre!
Okay, Jessica, detente. Eres ridícula.
Sonrío y corro rápidamente.
—¡Jaden!— le grito y se gira a verme, corre a mi rápidamente y nos encontramos en un fuerte abrazo, mis brazos rodean su cuello y los suyos mi cintura, no tarda en levantarme del suelo.
¡Lo estoy tocando! ¡Lo estoy abrazando!
Suelto un suspiro cargado de alivio y mis lágrimas caen mojando mis mejillas. No soy capaz de explicar todo lo que lo había extrañado y necesitado. No quiero alejarme nunca más de él, ya nos han separado demasiadas veces, no soportaré una más.
Mierda, había extrañado demasiado esto. Su olor, sus abrazos, su presencia, mi corazón derritiéndose ante él... Temí por que nunca más pudiera hacer esto.
—No puedo creerlo— susurra hundiendo su rostro en la curva de mi cuello. Su abrazo es fuerte, como si apenas pudiera creer que finalmente me tiene con él. Definitivamente es uno de los abrazos más lindos que nunca me haya dado.
—Te extrañé— susurro.
—Y yo a ti. No puedo vivir sin ti, Jess. Me muero si volvemos a pasar por algo como esto. Vamos, te sacaré de aquí.
Me deja en el suelo y toma mi mano.
Mi novio le echa una mirada a Erik que está disparándole a los hombres de Verónica, él dice algo por un auricular y luego se acerca a nosotros.
—La policía viene en helicópteros. Vamos a meter a Verónica en esa maldita cárcel de una puta vez por todas.
—Bien, suerte. Tengo que sacar a Jess de aquí.
—Si, vayan. Por cierto, qué bueno que estés bien y felicidades por la criatura esa—dice y apunta mi vientre. Mis mejillas se vuelven rojas.
—No seas pesado— dice Jaden, le da unas palmadas en el hombro y volvemos a correr para salir de aquí.
Pero entonces... siento mi cuerpo increíblemente pesado y todo el mundo me da vueltas.
No, bebé, ahora náuseas no...
—Jaden— me detengo y se gira a verme.—No me siento bien.
Jaden se preocupa, pero no dice nada, actúa rápidamente y pasa un brazo rápidamente por mi espalda y el otro por debajo de mis rodillas para cargarme, entonces vuelve a correr. Mis ojos quieren cerrarse y afirmo mi cabeza en su pecho.
Ah, mierda...
Siento la luz y el calor del sol sobre mí y sé que por fin hemos salido de ese lugar del que tan segura estoy que me dejará pesadillas.
Pasa un rato hasta que Jaden se detiene, me giro un poco y veo a Leila abriendo la puerta del auto, Jaden me deja dentro y lo rodea para subirse al lado del piloto, escucho también como Leila se sube a la parte trasera.
Jaden pone en marcha el motor y nos largamos de allí.
—Mierda, al fin puedo respirar bien— dice Jaden en un suspiro.
—Voy a vomitar.— digo entonces.
—¿Eh?
Jaden se detiene a un lado de la carretera y me bajo rápidamente del auto, caigo de rodillas contra el suelo y el vomito sale.
¡Ugh, es asqueroso!
Leila estaba más cerca y es la primera en llegar a mi lado y sujetarme el cabello, también me acaricia la espalda.
—Tranquila— susurra.
Cuando pienso que acabó suelto más arcadas y vuelvo a vomitar.
Pero entonces ya me detengo.
—Tenemos que irnos, probablemente nos seguirán— dice Jaden y levanto mi rostro para verlo de pie a mi lado, asiento un poco confundida. Leila me pasa un pañuelo para limpiarme y luego ella y Jaden me ayudan a ponerme en pie.
Cuando volvemos a subirnos al auto, Jaden conduce extremadamente rápido.
—¿Estás bien?— me pregunta dejando una mano sobre mi muslo, le sonrío de lado y asiento.
—Erik me acaba de mandar un mensaje con la dirección del auto para que nos cambiemos y la dirección del refugio.— dice Leila y frunzo el ceño.
—¿Refugio?— pregunto.
—No podemos volver al lugar de antes, será donde primero irán a buscarte. Y nos cambiaremos de auto por si vieron la placa— me explica Jaden y asiento. Tiene mucho sentido.
—¿Dónde queda ese refugio?—pregunto.
—En Napa Valley.— responde Leila.
—Napa queda a una hora.— digo mirando por la ventana.
—Y tendremos que pasar a comprar comida para ti.— me dice Jaden.
—Ugh, no, después de que vomité con el estómago prácticamente vacío no sé si quiero comer algo.
—Pero estás embarazada, necesitas alimentarte— dice Leila desde atrás.
—Pero...
—Pero nada— me interrumpe Jaden acelerando aún más y mirando por el espejo retrovisor.— Iremos por otro camino, por si acaso. Tal vez el bosque sea algo más oculto.
Afirmo mi cabeza contra el respaldo del asiento. Estoy agotadísima.
No sé si sean las náuseas, el agotamiento, el embarazo o que es la primera vez que me siento segura y un poco más tranquila en días, el punto es que no tardo más de dos minutos en quedarme dormida.