La Clínica

By marlysaba2

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Adaptación de una historia muy fuerte pero hermosa... Esta historia original pertenece a Moniatic (Maca y Est... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109
Capítulo 110
Capítulo 111
Capítulo 112
Capítulo 113
Capítulo 114
Capítulo 115
Capítulo 116
Capítulo 117
Capítulo 118
Capítulo 119
Capítulo 120
Capítulo 121
Capítulo 122
Capítulo 123
Capítulo 124
Capítulo 125
Capítulo 126
Capítulo 127
Capítulo 128
Capítulo 129
Capítulo 130
Capítulo 131
Capítulo 132
Capítulo 133
Capítulo 134
Capítulo 135
Capítulo 136
Capítulo 137
Capítulo 138
Capítulo 139
Capítulo 140
Capítulo 141
Capítulo 142
Capítulo 143
Capítulo 144
Capítulo 145
Capítulo 146
Capítulo 147
Capítulo 148
Capítulo 149
Capítulo 150
Capítulo 151
Capítulo 152
Capítulo 153
Capítulo 154
Capítulo 155
Capítulo 156
Capítulo 157
Capítulo 158
Capítulo 159
Capítulo 160
Capítulo 161
Capítulo 162
Capítulo 163 - FINAL

Capítulo 24

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By marlysaba2


María bajó del taxi y permaneció junto a él esperando a que descendiera su acompañante. Miró hacia el edificio de la Clínica y no pudo evitar un gesto de agrado, estaba ligeramente impresionada. La Clínica era preciosa y su aspecto exterior y el lugar donde se encontraba ubicada, hacían pensar más en un lugar de recreo y paz, que en un hospital. Se giró y apremió a su joven acompañante.

- Vamos querida – le dijo frunciendo el ceño ante su tardanza.

- Esto es muchísimo más impresionante de lo que imaginabas ¿verdad? – le preguntó la joven mostrando sus satisfacción plantada frente aquel edificio – las fotografías no le hacen justicia.

- Sí, he de reconocer que mi hija me ha hecho sentirme...

- ¿Orgullosa? – se adelantó.

- Yo no diría tanto – respondió con cierto desdén – más bien satisfecha de que al fin haya hecho digno el apellido que lleva – sentenció.

La chica la miró sin responder acostumbrada a aquellas salidas de María, nunca entendería porqué era siempre tan exigente y le costaba tanto halagar a su hija. Si supiera lo que Natalia sufría, aunque nunca lo reconociese, por tener que estar continuamente demostrando que era digna del cariño de sus padres.

- ¿Entramos? – le preguntó con timidez – me gustaría saber...

- Claro, hija, vamos.

- Deberíamos haber esperado a Sonia – le dijo ya en la puerta de entrada.

- ¿Otra vez con eso? – protestó airada – la tienes muy consentida y Nat más. Hay que tener mano dura con los jóvenes. Si dice que está a una hora, que esté, y si no, que se atenga a las consecuencias.

La chica guardó silencio, no estaba de acuerdo, y se sentía fatal por haberla hecho ir hasta el aeropuerto para nada. Había intentado avisarla, pero tenía el móvil apagado.

¡Tenía tantas ganas de verla! Entraron en recepción y Teresa, siempre pendiente de la puerta, salió a su encuentro.

- ¡María! – exclamó besándola, con las lágrimas saltadas de pensar en Natalia.

- ¡Teresa! me alegro de verte – la saludó sonriendo y manteniendo como siempre las formas.

- Ay, María... - se le quebró la voz y la madre de Natalia se apresuró a cortarla.

- Tranquila, Teresa, estoy bien – dijo enarcando las cejas indicándole que no quería escenitas - si no te importa me gustaría subir a ver a mi hija – continuó ignorando completamente a la joven que la acompañaba.

- Claro, claro, ven por aquí – respondió recuperando la compostura y mirando de reojo a la chica "¿sería la mujer de Nat?", recordaba haber visto una foto hacía años pero estaba segura de que, de ser ella, no la reconocería. Sin poder contenerse se volvió hacia la joven y le preguntó – disculpa, ¿vienes con ella?

- Sí, Teresa, viene conmigo – saltó María sin presentársela y sin dejarla responder – por favor, ¿me dices donde está mi hija?

- Vamos, que os acompaño – se ofreció pulsando la planta en el ascensor – Cruz te está esperando y Claudia está con Nat.

- Sí, quiero hablar con Cruz – dijo con decisión - ¿quién es Claudia?

- La neuróloga, ¿Nat nunca te ha hablado de ella! son muy amigas - dijo con intención mirando de soslayo a la joven para comprobar si hacía algún gesto ante el comentario, pero permaneció impertérrita. Estaba claro que no iba a sacar nada de ellas.

- Sí, puede ser que me la haya mencionado... la verdad es que no lo sé... pero esta niña como es como es.... Tiene tantas "amigas" – se quejó – así le va la vida, siempre confiando en quien no debe – suspiró con fingida resignación, al tiempo que las puertas del ascensor se abrían, Teresa inició la marcha viendo como la joven había enrojecido ante el comentario de María.

- ¿Veis! aquella es la entrada a la UCI, os esperáis en esas sillas que ahora aviso a Cruz para que salga a buscaros.

- ¿Esperar! no nos tendrá aquí...

- María... vamos – le dijo la joven cogiéndola del brazo y cortando su protesta – gracias Teresa, esperaremos aquí.

- De nada... - se interrumpió haciéndole ver que no se había presentado, pero ninguna de las dos pareció darse cuenta – ... hija.

La recepcionista tuvo que volver al ascensor sin lograr su objetivo.



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Dos horas después, Laura y Alba entraron con prisa en la Clínica, ambas tuvieron el reflejo de mirar hacia la recepción en busca de Teresa, pero no estaba en su puesto. Se miraron y sin decir nada se dirigieron al ascensor. Alba estaba impaciente por llegar, después de discutir con Laura para no hacerlo en el fondo lo estaba deseando y le agradecía que la hubiese "obligado" a estar allí. Albergaba la secreta esperanza de que a esa altura de la tarde, casi con seguridad, Natalia ya estaría despierta. Aunque entendía perfectamente lo que había escuchado a la hora de comer y era consciente de que la probabilidad era más bien nula, algo en su interior le decía que iba a ser así, tenía que ser así. Llegaron a la puerta de la habitación sin problemas, a pesar de la seguridad que Isabel había puesto en la puerta de acceso. Alba se detuvo un instante, sujetando a Laura por el brazo. La enfermera estaba nerviosa, sabía que María debía estar ya allí dentro. Teresa le contó que llegarían a primera hora de la tarde. La sola idea de volver a verla la hacía sentirse enferma.

- ¿Por qué no pasas tú primero? – le pidió a Laura con cara de circunstancias.

- Bueno – le sonrió dándole ánimos, era normal que estuviese incómoda con la situación. Laura llamó a la puerta y la abrió ligeramente, asomando la cabeza - ¿se puede? – preguntó a la señora que estaba en pie junto a la cama con los brazos cruzados.

- Si – dijo secamente – pasa.

Laura entró seguida de Alba, al abrir la puerta por completo, las dos pudieron ver que María no estaba sola, al otro lado de la cama, una joven alta, morena, con unos ojos verdes que manifestaban tristeza, tenía cogida la mano de Natalia y con la otra le acariciaba la mejilla. La joven levantó la vista y les sonrió.

- Hola – dijo con voz queda, como si temiera despertar a la pediatra. Alba sintió que se le hundía el mundo, debía ser ella, era preciosa y tenía una voz aterciopelada que...

- Buenas tardes – respondió Laura - ¿aún no ha despertado?

- No – respondió María secamente, mirando de arriba abajo a Alba. ¡No podía creer lo que veían sus ojos! ¿cómo no le había dicho nada Nat! ¿Y Teresa! tenía que hablar con ella seriamente. Ahora comprendía algunas cosas de su hija, de sus silencios cuando le preguntaba por la nueva enfermera, de lo rara que había estado últimamente, de las insinuaciones sobre que quizás algún fin de semana se quedaría en Madrid sin ir a ver a Ana, si, ahora lo entendía todo y no le gustaba nada de nada. Miró hacia su acompañante y volvió a mirar a Alba. Pero eso no iba a quedar así, ya se encargaría ella de que esa chica se marchase por donde quiera que hubiese venido.

Laura captó la tensión que se había creado y decidió terminar cuanto antes con aquella situación.

- Le han retirado la sedación, Cruz y Claudia vuelven en un momento – explicó la joven en tono afable, intentando esbozar una sonrisa que no ocultaba la inquietud de su rostro – quieren evaluarla otra vez.

- Bueno – respondió Laura – nosotras solo veníamos a ver como estaba. Mañana, cuando esté despierta, nos pasamos. Somos Laura y Alba – le dijo dirigiéndose a la joven - ¿le dices que nos hemos llegado a verla? – le dijo por educación consciente de que ni Claudia mantendría a Natalia despierta, ni aunque lo hiciese, la pediatra sería capaz de entablar una conversación.

- Sí, claro, gracias por venir – dijo la joven que no soltaba la mano de Natalia.

María no respondió y ambas salieron de la habitación.

- ¡Por dios! Qué mujer más seca – comentó Laura una vez fuera, sonriendo – no me extraña que estuvieses nerviosa. ¡De menuda suegra te has librado! – bromeó intentando animarla viendo lo abatida que se había quedado.

- Si – dijo distraída, pensando en que daría cualquier cosa por ser ella la que estuviese junto a aquella cama - ¿crees que era...? – le preguntó.

- ¡Seguro! es más joven de lo que me imaginaba y ¡es guapísima! – exclamó sin poder evitarlo e inmediatamente se arrepintió al ver la cara de Alba.

- Si – suspiró sintiendo que no tenía nada que hacer frente a aquella mujer – lo es.

- Bueno, no te preocupes – le sonrió – por muy guapa que sea, tu vales más.

- Ya... gracias... se nota que eres mi amiga – le devolvió la sonrisa.

- No lo digo porque sea tu amiga – respondió – lo digo en serio.

- ¡Venga ya, Laura! – exclamó - ¿pero tú la has visto?

La joven se paró y detuvo a la enfermera, la miró a la cara y le dijo.

- No te engañes, tú tienes algo que ella no tiene.

- ¿Si! ¿el qué? – preguntó con sorna, incrédula.

- ¿Aparte de una sonrisa preciosa? – le respondió sonriente intentando animarla.

- No tengo ganas de bromas.

- Alba, despierta de una vez – le dijo con claridad – tienes su corazón. No hay más que ver cómo te mira. Lleva toda la semana detrás tuya. ¿Desde cuándo Nat ha pasado tanto tiempo en el campamento! ¿tú sabes lo que le dolía el costado cuando se cayó de la silla? ¡pero si hasta rabiando se ha negado a quedarse en casa! ¿a quién ha reclamado como su enfermera! ¿a quién buscaba con la mirada continuamente en la fiesta de Adela! ¿quién ha conseguido que se piense lo de marcharse de la clínica?

- ¿Se lo ha pensado? – preguntó sorprendida agradablemente.

- Eso me dijo la antes de anoche, y me dijo otra cosa – sonrió levemente con aire misterioso.

- ¿Qué te dijo? – preguntó interesada - ¡Laura! – protestó al ver que mantenía la sonrisa sin responder.

- Que estaba deseando que llegase la noche para cenar contigo.

A Alba se le saltaron de nuevo las lágrimas solo de pensar en la cena que no había podido ser.

- Además, algo muy importante y creo que no te has dado ni cuenta – continuó Laura dispuesta a animar a su amiga.

- ¿El qué? – preguntó, aún con la mente puesta en la idea de que Natalia deseaba que llegase la hora de esa cena.

- ¿Te has fijado en la cara de sorpresa de su madre? Está claro que Nat no ha contado nada y eso, a mi entender, solo puede tener una explicación.

- ¿Cuál?

- Pues que no quiere despertar la alarma en nadie. Está claro que si hubiese pasado página, diría sin problemas que estás aquí. Tiene su vida ¿no! pues eso. Para mí está claro que Nat te esconde porque no está segura de nada.

- ¿Me estás hablando en serio?

- Muy en serio. Quizás nunca lo reconozca, o quizás nunca se permita reconocerlo, pero Nat, como se dice en mi tierra, bebe los vientos por una persona y esa persona no es la que le tiene cogida de la mano, esa persona eres tú.

La enfermera sonrió, las palabras de Laura le acababan de alegrar el día. Y no es que ella creyese lo mismo, pero sí que era cierto que Natalia la buscaba, que le gustaba charlar con ella y que cuando estaban juntas, a pesar de que pudieran discutir, había algo que seguía estando ahí, y que la pediatra debía notarlo lo mismo que lo notaba ella.

La sonrisa que aún dibujaban sus labios se borró de un plumazo cuando Cruz y Claudia llegaron hasta ellas con gesto de preocupación.

- ¿Habéis entrado a verla? – preguntó Claudia con interés.

- Si – respondió Laura – su familia está con ella.

- ¿Qué pasa? – preguntó Alba asustada.

- ¿Cómo la habéis visto? – insistió Claudia sin responderle.

- Si no hemos estado ni un minuto – dijo Alba – pero ¿qué pasa?

- Laura, ¿tú como las has visto? – repitió la neuróloga interesada en su opinión profesional sin escuchar a Alba.

- No me ha dado tiempo a ver nada, pero me ha parecido ver que no satura bien – respondió extrañada por ese interés.

- Precisamente de eso veníamos hablando – afirmó Cruz mirando hacia atrás, Teresa acababa de sumarse a ellas.

- ¿Entonces? – dijo Alba de nuevo angustiada, había lago que no querían decirles, eso era evidente.

- Vamos a ver qué tal reacciona ahora – dijo Claudia. Alba exhaló un suspiro de desesperación, cuando no era una cosa era otra, y ella sabía que eso era así, pero no podía evitar sentir lo que sentía – ¿nos acompañáis?

Laura miró a Alba y esta dudó, no creía que fuera buena idea que entrase de nuevo, no se podía decir que la madre de Natalia se hubiese alegrado mucho de verla.

- Yo debo ir al campamento esta noche – se excusó – pero ¿me vais a decir qué es lo que pasa?

- No pasa nada Alba, todo sigue igual que antes – le dijo Cruz apretándole el brazo – Si quieres entrar serán solo unos minutos – le informó transmitiéndole la sensación de que estaba interesada en que estuviese presente.

- Sí, vamos con vosotras – aceptó Laura por ella, cogiendo a Alba del brazo – vamos – le dijo y acercándose a ella le susurró – tienes que estar ahí cuando abra los ojos. ¿No te das cuenta que Cruz te lo está diciendo? – la enfermera asintió cabizbaja, se le revolvía el estómago solo de pensar en ver de nuevo a María, esa mujer conseguía que se sintiese insignificante, no podía olvidar la mirada que le había echado.

- Yo... prefiero esperar aquí – dijo Teresa sentándose en una de las sillas, aún no se había recuperado de la impresión que se llevó por la tarde cuando entró con Cruz a verla.

- Claro Teresa – le sonrió Cruz comprensiva.

Cuando ellas estaban a punto de entrar, María salió corriendo de la UCI. Todas se temieron que le pasaba algo a Natalia.

- A ti venía a buscarte – le dijo secamente a Cruz, moviendo las manos nerviosa y lanzando una furibunda mirada a Alba.

- Tranquila, María, ¿qué ocurre? – preguntó Cruz con calma, conocía sus reacciones y rápidamente comprendió que nada tenía que ver con el estado de su hija.

- Hemos estado hablando y hemos decidido que nos llevamos a Nat a Sevilla – le comunicó en tono de orden mirando de arriba abajo a Alba que permanecía en un segundo plano - Quiero que organicéis el traslado inmediatamente.

- Bueno, bueno, primero tenemos que asegurarnos de que es posible trasladarla – le sonrió sin poder evitar pensar que aquello era una locura – pero no se preocupe que, en cuanto pueda ser, se hará – la tomó del brazo con autoridad y la condujo hacia el interior – primero vamos a ver qué tal reacciona ahora, después ya tendremos tiempo de decidir.

- Ese es el problema que no tenemos tiempo – bajó la voz mirando de reojo hacia atrás – tengo que irme esta misma noche y me la quiero llevar conmigo.

- Ahora lo vemos María – la cortó Cruz llegando a la habitación de Natalia que seguía con su mano entre las de la joven.

Alba se detuvo en la puerta dudando si entrar, Claudia se paró junto a ella, la enfermera nunca había visto aquel gesto de contrariedad en la neuróloga, se le notaba molesta y preocupada. Laura bajó la voz rompió el silencio.

- Pero... ¿por qué quiere trasladarla? – preguntó entre sorprendida y extrañada – no es mejor que...

- Sí, Laura, sabemos lo que es mejor – respondió Claudia.

- No le hagáis caso – saltó Alba alterada – esa mujer... esa mujer – se le quebró la voz – no piensa en Nat, no piensa....

- Tranquila que sabemos lo que tenemos que hacer – dijo la neuróloga – vamos dentro, no quiero tener a Nat mucho rato sin sedación.

Al entrar comprobaron que Cruz y María seguían discutiendo, la cardióloga había apartado a la madre de Natalia y la había llevado a un rincón al fondo de la habitación. La joven seguía junto a la cabecera de la cama. Claudia se acercó a ella y pellizcó a Natalia sin ningún resultado.

- Debemos esperar unos minutos – le dijo a la chica.

- Querida ven un momento – la llamó María y la chica obedeció al instante seguida de Claudia.

Las cuatro formaron un círculo y hablaban con voz baja. Laura empujó ligeramente a Alba y le indicó que se acercara a la cama. La enfermera negó con la cabeza y enarcó las cejas. ¿Cómo iba a hacer eso? Laura insistió y Alba comprobando que María estaba de espaldas a la cama se atrevió a hacerlo.

Natalia permanecía con los ojos cerrados. Alba sabía que si todo seguía igual quizás abriría los ojos en unos momentos, aunque también sabía que eso no tenía por qué significar nada. La observó y notó que se le saltaban las lágrimas, deseaba decirle tantas cosas, no soportaba la idea de no tener ocasión de hacerlo, de que... "deja de pensar tonterías", se dijo. Miró de reojo al grupo que comenzaba a mantener una discusión acalorada. Estaba claro que María no era fácil de convencer. Creyendo que no era vista se decidió a hacer lo que tanto había deseado, acarició disimuladamente el brazo de la pediatra que permanecía inmóvil, el monitor mostraba la estabilidad de sus constantes, volvió a mirar hacia atrás, Laura se había sumado al grupo, entonces se decidió, se acercó al oído de la pediatra y musitó unas palabras, "despierta, vamos, Nat, abre los ojos". Natalia seguía sin manifestar ninguna señal de actividad. Alba volvió a susurrarle al oído, "venga, cariño, ábrelos". Al cabo de unos instantes, como si la pediatra necesitase unos segundos para procesar aquello, el avisador comenzó a pitar y las cinco se volvieron sobresaltadas, Alba también se retiró asustada sin comprender qué pasaba. Claudia corrió hacia Natalia.

- Vamos debéis salir – ordenó Cruz con autoridad – vamos, vamos – casi las empujó.

- ¿Qué pasa? – preguntó la chica visiblemente afectada - ¿qué está pasando?

- ¡Laura, por favor! - le pidió Cruz que corrió junto a Claudia – ¡Salid!

- Alba dile a Toñi que entre – dijo Claudia. La enfermera salió corriendo en busca de su compañera.

- Vamos querida – cogió María a la chica que se había quedado paralizada a los pies de la cama.

- Vamos a salir – les indicó Laura posando su mano sobre la espalda de ambas empujándolas hacia el exterior ante la mirada agradecida de Cruz.

Las cuatro abandonaron la UCI, María aparentaba tranquilidad sin embargo, Alba sabía que no era así, reconoció aquel gesto de nerviosismo y sintió cierta lástima por ella, ni siquiera en una situación como esa era capaz de mostrar sus emociones. La madre de Natalia se agarró al brazo de la joven y suspiró. Laura y Alba se miraron, ambas sabían lo que significaba aquel pitido. Teresa se levantó al verlas llegar.

- ¿Qué! ¿cómo está? – preguntó la recepcionista llevándose las manos a la boca al ver la cara de María y las lágrimas en los ojos de la joven.

- Tranquila, Teresa – le dijo Laura – ahora nos dirá algo Cruz, pero parece que Nat está ... mejor – fueron sus palabras dejándolas atónitas a todas menos a Alba – parece que intenta respirar por sí misma.

María respiró aliviada y la chica se sentó en una de las sillas, el susto que se había llevado dentro, seguido de las palabras de Laura habían provocado que le temblaran las piernas.

- ¿Estás bien? – le preguntó Laura viendo lo pálida que se había puesto.

- Si – respondió con timidez.

Cruz salió y todas dirigieron sus ojos a ellas expectantes.

- Vamos a ver – comenzó con seriedad – Claudia está haciendo la valoración neurológica, va a repetirle un par de pruebas, cuando termine y tenga los resultados os dirá como sigue.

- ¿Y qué es lo que ha pasado? – preguntó María con tranquilidad.

- Nada que deba alarmarla, María – le respondió Cruz directamente – Nat está reaccionando poco a poco, ha comenzado a respirar de manera espontánea, pero aún presenta ciertos problemas respiratorios y la vamos a mantener conectada al respirador – le explicó con sencillez sin entrar en más detalles - eso sí, olvide su idea de trasladarla esta noche porque eso es imposible.

- Antes me has dicho que mi hija está estable.

- Sí lo he dicho, y lo mantengo, pero está estable dentro de la gravedad y no voy a permitir un traslado, me dan igual todas las condiciones de la clínica a la que pretende trasladarla e incluso que el helicóptero salga de aquí y aterrice allí, simplemente no lo voy a consentir – sentenció en tono ligeramente más alto.

- Perdona, pero... tú no eres nadie para consentir o dejar de consentir – respondió con altanería, la chica se levantó de la silla y se situó a su lado.

- María... - dijo la joven en un intento de frenarla.

- No pienso discutir – dijo la madre de Natalia – se hará lo que yo diga.

- Pero... vamos a ver... ¿es que no se da cuenta de que Nat aún no está fuera de peligro?

- Entiendo perfectamente todo lo que me dices – le respondió airada – no estás hablando con ninguno de los palurdos que acostumbráis a tratar aquí – dijo despectivamente manifestando el desagrado que le producía que su hija hubiese decidido dedicar su tiempo a aquella gente – la que no pareces entender que todo eso no es problema, eres tú. Tenemos el mejor equipo de médicos dispuestos para hacer el traslado, solo necesito que lo firmes.

- No voy a hacerlo – Cruz se negó con rotundidad – bajo mi responsabilidad Nat no va a salir de aquí.

- En ese caso habrá que librarte de esa responsabilidad, ¿dónde está la chica esa! la socia de mi hija.

- María... - repitió la joven.

- Querida, déjame a mí – se zafó con firmeza.

- María yo creo que deberías escuchar a Cruz – intervino Teresa por primera vez haciendo uso de la relación que había establecido con ella en los últimos años – tú sabes que aquí lo único que queremos todos es que Nat se ponga bien.

- Eso no lo dudo – dijo con cierto retintín lanzando una rápida mirada hacia Alba.

- Entonces, ¿qué es lo que pasa, María? – preguntó Cruz mucho más afable recuperando su habitual serenidad.

- Nosotras tenemos que marcharnos esta misma noche, yo no puedo dejar a Mikel más tiempo solo, está delicado – se justificó ante la cara de asombro que había visto en sus interlocutoras - ... y... no quiero dejar a mi hija aquí ... sola.

- Pero eso no es motivo para mover a Nat – intervino Laura – Nat no va a estar sola.

- Claro María, yo misma me puedo quedar con ella cuando ya esté mejor – se ofreció Teresa conociendo que aquello la agradaría.

- Si – dijo Cruz – cualquiera de nosotras puede acompañarla.

- ¡No! eso es precisamente lo que yo no quiero – saltó casi gritando – mi hija tiene que estar con su familia.

- Por favor – dijo Cruz en tono de súplica, quizás así consiguiese algo – no os la llevéis – miró a la chica que primero bajó la vista y luego miró a la madre de Natalia.

- María... quizás... si ellas creen que es lo mejor... - se interrumpió al ver como la miraba, pero terminó lo que iba a decir – no querrás que le ocurra nada a Nat.

- Por supuesto que no va a ocurrir nada – casi gritó ofendida – de eso ya me encargo yo.

- Pero se puede saber qué voces son éstas – una airada Adela salió de la zona quirúrgica con cara de pocos amigos. Se había pasado toda la noche en vela junto a Natalia, toda la mañana trabajando y para colmo había tenido que intervenir de urgencia a una de las niñas operadas la semana anterior – que estamos en un hospital – silenció a todas. Su expresión se dulcificó al ver a María - ¡María! – exclamó abrazándose a ella.

- ¡Adela! pero... hija.... – se interrumpió sin saber qué decir, desconocía que trabajase con Natalia.

- ¡Hola! – saludó Adela a la joven abrazándose también a ella - ¡me alegro de verte! ¿cómo estás? – le preguntó manteniendo su mano en la mejilla de la chica prolongando una caricia.

- Bien... - hizo una mueca con los labios y ladeo la cabeza indicando que era "un bien", dadas las circunstancia. Adela la cogió de la mano y se la apretó, en un gesto reconfortante que todas vieron y que les indicó que mantenía con ella una relación cercana.

- ¿Qué es lo que pasa? – preguntó Adela volviéndose a María.

- Ay, hija ¡qué alegría que trabajes aquí! No lo sabía – dijo Rosario que parecía aliviada segura de encontrar en ella una aliada para sus propósitos – verás, quiero llevarme a Nat a Sevilla, y parece que aquí nadie es capaz de entenderlo.

- No es que no lo entendamos – saltó Cruz molesta – lo entendemos perfectamente – recalcó con el mismo tono que María le había hablado a ella minutos antes – lo que sí que no entiendo es como una madre puede no entender que su hija todavía está en un estado muy, pero que muy delicado y que...

- Cruz tranquilízate – le pidió Adela con calma – no es necesario que hables en ese tono – le hizo una indicación con los ojos y la cardióloga comprendió que pensaba apoyarla pero que pusiera de su parte - ¿Me disculpas un momento? – dijo dirigiéndose a María y llevándose a Cruz a un lado. Cuando volvieron Cruz parecía mucho más tranquila.

- María, perdone mi tono anterior, estamos todas un poco nerviosas y... - intentó disculparse.

- Precisamente por eso quiero que a mi hija la traten médicos que no estén implicados y que...

- María – la interrumpió Adela – Nat no está recuperándose como esperábamos – le habló con franqueza y crudeza, sabía que no era exactamente así, pero no quería dejarle ningún resquicio al que agarrarse y siguiera insistiendo en el traslado, la conocía desde niña y creía saber cómo conseguir que cediese – sus niveles de consciencia son muy bajos, y su estado se ha complicado con los problemas respiratorios que ella viene arrastrando. Trasladarla ahora, sea en las condiciones que sean, es muy peligroso. Solo lo haríamos con una orden judicial, y te aseguro que, aún así, buscaríamos otra que la contrarrestara – terminó con firmeza.

- Pero...

- Pero no te preocupes por nada que yo estoy aquí – se ofreció ahora mucho más suave mirando hacia Alba cuando decía "nada" y volviendo los ojos rápidamente a su interlocutora comprendiendo con rapidez que era lo que había molestado tanto a María como para cerrarse en banda de esa forma – Nat es como una hermana para mí, lo sabes, no la voy a dejar sola y en cuanto pueda ser trasladada, si es lo que queréis - dijo mirando hacia la chica - y ella está de acuerdo, personalmente me encargaré del traslado e incluso de acompañarla.

- Gracias – musitó María contrariada, pero indicando con aquel agradecimiento que cedía en su intento.

- Ahora lo mejor es que vayamos a la cafetería y nos tomemos todos algo, y nos tranquilicemos un poco. Cruz os va a explicar con detalle cómo está la situación. Y dentro de un rato, cuando Claudia haya terminado, subimos a ver qué tal sigue.

- Si no hay más remedio – protestó María, pero se dejó arrastrar hacia la cafetería.

- Es lo mejor María – le dijo con seguridad haciéndole una indicación a Teresa y Cruz para que la acompañasen – ahora mismo os alcanzo – terminó rezagándose.

Se quedó con la vista en el grupo y se volvió hacia Alba que permaneció en pie, junto a Laura.

- ¿Nos disculpas un momento, Laura? – le dijo cogiendo a Alba del brazo, la enfermera se sorprendió. Adela parecía enfadada con ella, la apartó al otro lado del pasillo y bajó la voz - Ya te vale – le soltó – ¿qué pasa? ¿qué tantos años al lado de Germán te han vuelto tan imbécil como él o ya eras así de antes? – dijo sarcástica sin dejar meter baza a la enfermera que abrió la boca para protestar, pero Adela la silenció con un gesto - ¿a quién se le ocurre presentarse delante de María?

- Quería...

- Ya sé lo que querías, y puedo llegar a entenderlo, pero parece mentira que no la conozcas. Y menos después de lo que pasó cuando el accidente de Nat – le echó en cara, Alba bajó la vista avergonzada, estaba claro que Adela conocía todos los detalles – no va a dejar que pases un segundo junto a ella y aquí lo único importante es Nat. Ten un poco de cabeza – le pidió aflojando la mano – hazme caso – le susurró dejándola perpleja – Laura – alzó la voz – vamos para la cafetería.

- Pero y... ¿Alba?

- Alba bajará luego – le respondió con firmeza mirando a la enfermera y haciéndole una seña para que entrase en la UCI.

Laura, no entendía de qué iba aquello, pero ya tendría tiempo de interrogar convenientemente a su amiga. Antes de desaparecer pasillo adelante, se volvió y le indicó por señas que entrase en la UCI. Alba permaneció parada, parecía que las dos se habían puesto de acuerdo para decirle lo mismo, pero algo en su interior le decía que no era el momento. Claudia estaba dentro con Fernando, que había llegado en plena discusión y había entrado sin pararse, y ella lo que necesitaba era sentirse a solas con Natalia. Decidió esperar unos minutos y ver si el médico salía, entonces entraría ella y, si hacía falta, le pediría a Claudia ese momento de intimidad que tanto deseaba.

Se sentó en una de las sillas y cerró los ojos recostada hacia atrás. Estaba cansada pero no dejaba de darle vueltas a las palabras de María José y de Laura, y sobre todo, no podía dejar de imaginar la vida de Natalia junto a aquella chica, ¿cómo se habrían conocido! parecía más joven que Natalia, y era muy tímida. De pronto notó que alguien se sentaba a su lado, pero no abrió los ojos. No tenía ganas de charla.

- Hola – le dijo – ¿te molesta que me siente aquí?

- Hola – respondió incómoda abriendo los ojos, ¿qué hacía ahora! estuvo tentada a levantarse y marcharse sin más, pero algo la impelió a permanecer sentada junto a ella – no, claro que no.

- No me apetece tomar nada... - dijo en lo que Alba entendió que era una forma de justificar su regreso. Alba esbozó una sonrisa de circunstancias y cierta comprensión - ¿Eres muy amiga de Nat? - le preguntó suavemente. Alba la miró y no pudo evitar pensar "a ti que te importa", pero la tristeza de aquellos ojos y el tono en el que le había hablado sumado a aquel aire de timidez que desprendía la obligó a ser correcta con ella.

- ¡Eh! Bueno... trabajamos juntas – respondió dubitativa.

- Te he visto como la miras y como le acariciabas la mano... - reconoció.

- Sí, somos bastante amigas – dijo para excusarse sintiendo que enrojecía, también debía haberla visto susurrarle – desde hace muchos años.

- Me suena tu cara, quizás... te he visto en alguna foto.

- Sí, quizás – respondió secamente. ¿Natalia le había enseñado fotos de ella a su mujer! la sola idea le hizo perder todas las esperanzas que Laura le había dado, porque eso solo significaba una cosa, Natalia lo había superado y no mentía cuando le decía que su única intención era recuperar su amistad.

La chica se recostó igual que Alba y lanzó un profundo suspiro.

- Gracias a dios que ha aparecido Adela – dijo de pronto – yo tampoco creo que Nat deba ser trasladada.

- ¿Y por qué no lo dices? – le espetó molesta arrepintiéndose al instante al ver la cara de desconcierto de la joven. Se encogió de hombros y respondió con suavidad.

- Es su madre – susurró – y....

- ¿Y qué! tú también tienes derecho a opinar – le dijo fulminándola con la mirada. La joven se movió incómoda en la silla y bajó la vista. Alba no entendía como Natalia consentía todo aquello, y menos conociendo como era Natalia. Quizás fuera cierto lo que le dijo el día de antes y la Nat que ella conocía ya no existía.

- Bueno... hay que saber llevar a María y... no es fácil que escuche cuando está obcecada por algo – comentó – en eso es clavadita a Nat – sonrió nostálgica y Alba sintió que se moría de celos y que al mismo tiempo la compadecía y le caía bien, ¿cómo podía caerle bien! no lo sabía, pero lo cierto era que aunque quería odiarla no podía, aquella chica era muy dulce.

- Nat se va a poner bien, ya verás, no te preocupes – le dijo de pronto la enfermera sintiendo la necesidad de reconfortarla, seguro que Natalia agradecería que alguien apoyase a su mujer.

- Eso espero – suspiró de nuevo.

- ¿Por qué no te quedas esta noche con ella? – preguntó casi reprochándoselo – no entiendo como os podéis marchar sin...

- María no quiere dejar solo a Mikel y Nat está bien cuidada... - se apresuró a justificar enrojeciendo levemente - además en la UCI no se puede quedar nadie. Jerónimo iba a venir... pero al final ha habido un problema en las bodegas y se ha tenido que quedar – habló precipitadamente, con nerviosismo como si se avergonzara de toda aquella situación.

- Pero... ¿y tú? – insistió – y sé que no soy nadie para meterme donde no me llaman, pero... no lo entiendo.

- No te preocupes, no me importa – le sonrió comprensiva desarmando a Alba - Yo no puedo quedarme. Además, mi hermana está aquí, si Nat la necesita estará a su lado. Yo... no quiero dejar a las niñas solas.

- ¿Niñas?

- Si – sonrió – tenemos dos niñas.

Alba abrió la boca con una cara de sorpresa tal que la joven la miró extrañada.

- Eh, no tenía ni idea, Nat nunca ... - no sabía que decir, porque era cierto que Natalia jamás hablaba ni de ella ni de "¿sus hijas?", no daba crédito a que eso fuera cierto, pero decírselo no podía decírselo, a nadie le sentaría bien saber que su mujer jamás hablaba de ella ni de sus hijas y...

- Es normal, a Nat no le gusta hablar ni de ella ni de su vida – reconoció sin parecer importarle – Además ¿por qué iba a tener que contar nada de la familia?

- Si... claro – respondió pensando "¿por qué! porqué va a ser, porque eres su mujer y son sus hijas, es normal mencionaros alguna vez".

- A nosotros tampoco nos cuenta casi nada de todo esto. Nat es así.

- ¿Cuántos años tienen? – le preguntó intentando aparentar normalidad – digo las niñas.

- La mayor tres años y medio y la pequeña cumple tres meses la semana que viene, aún le doy el pecho – le dijo en lo que le pareció entender que era una forma de justificar su marcha. Ahora entendía por qué era Natalia la que siempre iba a Sevilla los fines de semana, pero lo que no entendía era por qué no se venían a vivir a Madrid.

- Nat dice que por culpa de tu trabajo no puedes venirte a Madrid – le dijo lanzando un farol en un intento de sonsacarla.

- ¿Nat ha dicho eso? – preguntó extrañada haciendo un gracioso gesto con la boca y las cejas – pues... no lo entiendo.... – guardó silencio pensativa - En todo caso no es solo por el trabajo, yo jamás he querido vivir en Madrid, ni jamás nos lo hemos planteado. Nos gusta Jerez y trabajar en las bodegas es lo mejor que me ha pasado en la vida.

- Creí que vivíais en Sevilla.

- No – dijo mirándola, ¿por qué le interesaría aquella chica tanto su vida? – soy química en el laboratorio de las bodegas y Jero... - se interrumpió de pronto, acababa de recordar de que le sonaba y abrió la boca exclamando - ¡ya sé de qué te conozco! – Alba se sonrojó temiendo que supiese, en realidad, quien era - Tú eras la enfermera amiga de Nat ¿no? – dijo haciendo memoria – hará... ¿unos seis años puede ser! en Navidad ¿te acuerdas! bajasteis a Jerez.

- Pues... - dudó, claro que se acordaba de haber estado con Nat aquellas navidades en Jerez, pero no recordaba en absoluto haberla visto a ella.

- Si, mujer, ¿te acuerdas de nochevieja! quedamos en las bodegas, ¿Recuerdas que Jerónimo apareció con un grupo de amigos y que Nat se enfadó con él por no avisarla a tiempo de comprar más cosas?

- Si – murmuró pensativa.

- Pues soy Ana, la amiga de Jerónimo, ¿recuerdas que me ofrecí para ir a comprar y que Nat se negó y al final fuimos las dos? Tú te quedaste allí y cuando volvimos te habías agarrado una buena con el vino, ¡lo que nos hiciste reír! – exclamó nostálgica - recuerdas que Nat tuvo que acostarte... - hizo una pausa y pensativa exclamó - ¡qué bien me lo pasé aquél día!

- Si, ya me acuerdo – dijo Alba sintiendo que se moría de celos, ¿qué significaba aquello! que Natalia y Ana... no, eso no podía ser, no podía ser que aquel día... – tú... salías con el hermano de Nat ¿no?

- No, entonces aún no – respondió y guardó silencio cuando volvió a hablar su voz estaba quebrada por la emoción - desde ese día supe que Nat sería alguien... alguien especial para mí, lo sentí aquí – dijo señalándose el corazón - ¡y vaya si lo ha sido! – suspiró con lágrimas en los ojos – no puedo imaginar que llegue un día y... y no esté. Y su hermano menos, ¡la quiere tanto!

- No va a pasar eso – se sintió obligada a consolarla – ya verás, se pondrá bien.

- Sí, tienes razón – le sonrió cogiéndola de la mano – hay que ser optimistas ¿no? – preguntó retóricamente, la enfermera asintió devolviéndole una sonrisa triste - gracias Alba.

Claudia salió en ese momento de la UCI y las dos se levantaron. Fernando iba con ella y no parecía especialmente preocupado, claro que el médico siempre tenía aquella expresión de seriedad que Alba aún no había aprendido a descifrar.

- ¿Y los demás? – preguntó Claudia.

- En la cafetería ¿por qué? ¿ocurre algo? – preguntó Alba con el miedo metido en el cuerpo.

- No – sonrió – bueno sí... la fiebre ha comenzado a bajar. Está respondiendo bien a los antibióticos y...

- ¿Y qué? – preguntó asustada Alba. Seguro que había un pero y seguro que no era nada bueno. Ana la miró de reojo sorprendida por su grado de nerviosismo.

- Y en la última exploración no solo ha abierto los ojos, sino que responde a su nombre. En un par de horas volveré a bajarle la sedación. Si queréis estar presentes..., es bueno que comience a entrar en contacto con el mundo que la rodea.

- Claro que estaremos – dijo Alba - ¿verdad? – se giró preguntándole a la chica que con timidez asintió.

- Sí, sí, claro – no estaba segura de poder estarlo, dependía de lo que María decidiera hacer esa noche.

- Fernando... - dijo la enfermera mirando al médico con ojos de súplica.

- No llegues después de las diez – le dijo comprensivo – no es seguro.

- ¡Gracias! – exclamó – de verdad que...

- Luego me cuentas - la interrumpió – yo me marcho ya. Voy a pasar por casa antes de volver al campamento.

- Hasta mañana Fernando – lo despidió la neuróloga - ¿quieres verla? – le dijo Claudia mirando a la chica – Alba ¿te importa bajar a darles la noticia?

- Pero ¿qué les digo! ¿qué suban? – preguntó indecisa, no quería ir a dar ninguna noticia, quería entrar a ver a Natalia.

- Diles que ya no está en coma farmacológico y que en un par de horas la despertaré de nuevo. ¿Vamos? – se dirigió a la joven.

- Sí, si, vamos – respondió nerviosa

La enfermera corrió al ascensor mirando hacia atrás a tiempo de ver cómo desaparecían por la puerta de la UCI. Sintió una profunda envidia y unos celos desmedidos. De pronto una idea cruzó por su mente. El ascensor llegó y se abrió, pero Alba no subió a él. Cogió el teléfono y llamó a Laura. Necesitaba unos minutos. Solo unos minutos.

En la habitación Claudia y Ana observaban la reacción de Natalia.

- Entonces... ¿no me va a conocer?

- Su cerebro tarda en procesar la información, pero si todo está bien, sí te va a conocer. Eso es lo que queríamos deciros, unas veces parece ir evolucionando bien, pero otras... - se interrumpió pensando en que sería más prudente esperar - antes ha respondido mejor a todos los estímulos. Verás – dijo acercándose a la pediatra y pellizcándola con fuerza. Natalia arrugó la cara en un gesto evidente de dolor - ¿has visto! llámala – le indicó.

- Nat – dijo la joven con timidez. La pediatra permaneció con los ojos cerrados sin dar muestra alguna de reacción.

- Háblale más alto – le dijo Claudia.

- ¡Nat! – levantó ligeramente la voz – cariño ¿me oyes?

- No te entiende bien, tienes que hablar más alto – le aconsejó - ¡Nat! – casi gritó golpeándole al mismo tiempo en el brazo – la pediatra abrió los ojos, pero fue incapaz de enfocar ni dirigir la vista hacia el lugar donde estaba Claudia – es mejor que la dejemos y en un par de horas o tres volvemos a bajarle la sedación. No te preocupes que... - se interrumpió al ver entrar a Alba.

- Hola – susurró la enfermera.

- ¡Ha abierto los ojos! – exclamó Ana mirándola con una sonrisa esperanzada – ven – la llamó para que se pusiera a su lado dejándole el sitio junto a la cabecera – llámala tú a ver si los abre de nuevo – le pidió con ilusión, Alba la miró y sin saber por qué de pronto se sintió tremendamente culpable.

- Pero solo un momento, ¿de acuerdo? – aconsejo Claudia – voy a subirle de nuevo la sedación.

- Vale – asintió Alba que cogió la mano de Natalia y se la apretó con fuerza y alzando la voz como ella sabía que debía hacer, la llamó – ¡Nat! – la pediatra abrió inmediatamente los ojos y la enfermera sonrió mirando a Claudia. Natalia pareció agitarse, emitió un leve sonido, manteniendo los ojos fijos en Alba. A las tres le dio la sensación de que pretendía hablar.

- Alba – le indicó Claudia con la mano que se retirase e inmediatamente le subió la sedación; Natalia parpadeo varias veces y finalmente cerró de nuevo los ojos - Vamos a dejarla descansar – dijo la neuróloga con la satisfacción dibujada en su rostro – si todo va bien esta misma noche o mañana le quitaremos el tubo. En las pruebas aún presenta problemas de saturación – les dijo, Alba asintió, pero Ana arrugó las cejas sin entender muy bien que quería decir con aquello – no se lo quitaremos hasta asegurarnos de que respira sin ningún tipo de problema por sí misma – le explicó a Ana sin entrar en detalles – pero es mejor no precipitarse.

- Claro, claro.

- Vamos a ver a los demás – les dijo Claudia que le apretó el brazo a Alba y le guiñó un ojo, la enfermera sonrió, era evidente que Claudia no solo estaba satisfecha con esta última exploración, si no realmente contenta.

Alba salió de la UCI como en una nube, le daba exactamente igual la cara que le estaba poniendo María que acudió con rapidez a escuchar las explicaciones de Claudia. Alba miró a Laura con una sonrisa y las dos se abrazaron aliviadas. Teresa se unió a ellas.

- Ay, ¡qué alegría! – dijo la recepcionista.

- Bueno, bueno – intervino Cruz – está mejor, pero eso no quiere decir que esté fuera de peligro.

- Ya Cruz, pero... - Teresa se interrumpió ante el gesto de la cardióloga.

- Vamos a ser prudentes, ¿de acuerdo? Como dice Claudia en dos o tres horas volveremos a evaluarla.

- Me muero de hambre – dijo la enfermera que de pronto reparó en que no había comido nada en todo el día – ¿me acompañáis a la cafetería? – le preguntó a Laura y Teresa – me gustaría tomar algo antes de subir a verla y marcharme al campamento.

- Claro, vamos.

Las tres se marcharon dejando en el pasillo a las demás. Adela clavó la vista en la enfermera, estaba claro que aquella chica iba por libre. Había ignorado completamente sus sugerencias, ahora entendía lo que Natalia había visto en ella y no pudo evitar sonreír, volviéndose hacia María.

- Os invito a cenar – les dijo – conozco un restaurante aquí cerca, no es nada del otro mundo, pero está bien. Así descansáis un poco.

- Muchas gracias hija – aceptó la proposición - ¿vamos? – le preguntó a Ana.

- No, yo... prefiero quedarme aquí – respondió con timidez.

- Pero mujer, aquí hasta dentro de unas horas no puedes hacer nada.

- Ya lo sé, pero... prefiero esperar... gracias.

- ¡Cómo quieras! – respondió María ligeramente molesta por su negativa – no vayas a entrar otra vez sin mí.

Ana asintió sentándose en una de las sillas, le apetecía quedarse sola además quería hacer un par de llamadas.

Cuando María y Adela volvieron se encontraron con que ya estaban todas en la habitación. Alba, Teresa, Ana y Laura observaban la escena situadas al fondo, Claudia y Cruz atendían a Natalia.

- Nat no te vamos a quitar el tubo hasta que no estemos seguras, ¿de acuerdo? – le dijo Cruz por segunda vez, la pediatra asintió lentamente. Sabía lo que significaba aquella frase, la había dicho muchas veces. Claudia se acercó a ella y la miró fijamente a los ojos.

- No intentes hablar, solo mueve la cabeza ¿de acuerdo? – la pediatra volvió a asentir – ¿recuerdas lo que te ha pasado? – Natalia permaneció inmóvil y al cabo de un par de segundos cerró los ojos – Nat – la llamó – Nat – alzó la voz y la pediatra abrió los ojos de nuevo - ¿me oyes? – la pediatra emitió un leve gemido y Claudia se apresuró a repetirle – Nat no hables, estás intubada, mueve la cabeza para responder, ¿recuerdas lo que te pasó? – todos permanecían atentos a aquella respuesta, aunque Cruz estaba segura de que sería negativa y efectivamente la pediatra negó con la cabeza.

- ¿Qué pasa! ¿por qué no se acuerda! no me irás a decir que ya estamos otra vez... - saltó María, que se había acercado a la posición de Cruz y miraba a su hija, mostrando su angustia

- No se preocupe María, es normal – se volvió Cruz hacia ella - en un porcentaje muy elevado tras un episodio de coma el paciente no recuerda los momentos anteriores ni posteriores, es más, en un rato no recordará nada de esto.

- Ya me acuerdo de la última vez... ya....esta niña... - negó con la cabeza en señal de disgusto.

Claudia seguía con su exploración.

- A ver, Nat, intenta seguir mi dedo con los ojos – le dijo moviéndolo delante de ella – bien, muy bien. Ahora, las manos, te las voy a coger y cuando yo te diga las aprietas – la pediatra volvió a asentir lentamente – bien, aprieta Nat – le indicó cogiéndole ambas manos – venga aprieta – repitió al ver que no reaccionaba mirando de reojo a Cruz preocupada, al cabo de unos segundos que a todas se les hicieron eternos Natalia reaccionó- muy bien. Vamos con los brazos – dijo mientras Cruz le hizo una seña de que continuase por las piernas, una idea había cruzado por su cabeza, Claudia negó sin convencimiento pero Cruz volvió a asentir y Claudia puso cara de circunstancias indicándole que probaría – a ver Nat, intenta levantar el brazo derecho – la pediatra hizo el intento de levantar ligeramente el izquierdo sin éxito y ambas se miraron preocupadas, el golpe había sido en el lado izquierdo y temían alguna consecuencia motora - El derecho Nat - la pediatra lo levantó finalmente y ambas sonrieron satisfechas - Estupendo. Ahora el izquierdo, vale, ya vale – le impidió seguir y se lo bajó lentamente al ver el gesto de dolor que hizo, aquel costado y el hombro lo tenía muy magullado y con un fuerte golpe en el omoplato. Tranquila, que está todo bien – le dijo con una sonrisa. La pediatra volvió a emitir un ligero gemido y pareció alterarse de pronto.

- Deberíais salir – dijo Cruz – no quiero tanta gente aquí. No es conveniente que se ponga nerviosa. Tú si quieres, puedes quedarte – se dirigió a la joven que negó con la cabeza saliendo tras María.

- A ver Nat, ahora las piernas – le dijo Claudia en el mismo tono anterior – pero esta vez la pediatra, hizo un gesto de incomprensión con los ojos y pensó "¿qué coño creéis que estoy loca?", gruñó con el tubo y Claudia se apresuró a excusarse – perdona Nat, la costumbre - se disculpó volviendo la cabeza hacia Cruz con una furibunda mirada...

En el exterior María tenía cara de pocos amigos, no le gustaba nada que la hubiesen echado de la habitación y menos aún que la enfermerucha aquella todavía estuviese rondando por ahí. ¿Qué pintaba en la habitación de Natalia? Cuando Cruz y Claudia salieron la madre de Natalia las recibió con cara de pocos amigos. Cruzaron unas breves palabras con ellas y volvieron a entrar. Alba estaba nerviosa y se había situado en una esquina con Laura, deseaba preguntarles qué tal había ido la exploración, pero la mirada de María y la posterior de Adela la obligaron a permanecer aparte. Sin embargo, Teresa no estaba dispuesta a aguantar tanta tontería. Le daba igual lo que hubiese pasado, quería a Natalia y no quería que sufriera, pero tampoco soportaba ver a la enfermera con aquella cara de "cordero degollado" vagando por el pasillo.

- Alba acércate – le pidió la recepcionista ganándose una hosca mirada de María que sin embargo no dijo nada.

- ¿Qué tal está? – preguntó con timidez llegando hasta ellas.

- Parece que la respuesta motora es buena – respondió con seriedad Adela.

- ¿Por qué no le quitan el tubo? - preguntó María, preocupada y molesta por la presencia de Alba – no me convence lo que me han dicho, si estuviera bien se lo habrían quitado.

- Es mejor así – le respondió Laura – tienen que asegurarse de que satura bien. Lo harán en unos minutos, es cuestión de tiempo.

- Esta niña... no hace más que darnos disgustos y su padre... - comenzó a decir moviendo la cabeza de un lado a otro.

- No se preocupe, María, se va a poner bien – intervino Alba, intentando congraciarse con ella, ganándose un gesto de desagrado por su atrevimiento.

- Eso no me lo creeré hasta que no me lo diga un médico – respondió secamente - Me tengo que marchar ya – dijo María.

- Pero entonces ¿no os vais a quedar con ella? – preguntó Teresa – ya se ha hecho muy tarde y a estas horas....

- No. Nos vamos esta misma noche. No puedo dejar a Mikel más tiempo solo.

- Pero Nat va a necesitar que alguien.... – continuó la recepcionista en un intento de ablandarla, pensando en que por mucho que Natalia estuviese acostumbrada a la forma de ser de su madre, le gustaría sentir que se había preocupado por ella y que estaba allí. Recordaba lo mal que lo había pasado la última vez y cómo al final María cedió y pasó unos días en Madrid alojada en su casa – podéis quedaros en casa, como la última vez y...

- No gracias, Teresa. Las cosas han cambiado desde entonces – dijo mirando a Ana – además, no hay problema, Teresa, ya te lo he dicho, Sonia está aquí, y ya he contratado a una chica que se quede con ella en cuanto haga falta, y..., mañana o... cuando se pueda, nos la llevamos a Sevilla.

- ¿Y tú! ¿no te quedas tú? – preguntó la recepcionista dirigiéndose a la joven que la acompañaba.

- ¿Ana! no querida, Ana tiene mucho trabajo – respondió María por ella - demasiado hace la criatura con haberme acompañado.

Teresa abrió los ojos y la boca con intención de responder "¿demasiado hace?", pero no se le ocurrió nada que decir. Los demás tuvieron la misma sensación. Entonces Alba se decidió.

- No hace falta que contrate a nadie. Yo misma me quedaré con ella esta noche – se ofreció solícita olvidando que debía pasar la noche en el campamento. Adela la miró sin dar crédito a lo que acababa de hacer, esa chica era idiota.

- De eso nada – respondió con rapidez sin ni siquiera dignarse a mirarla - para mi hija quiero los mejores cuidados – añadió con tal desprecio que Alba enrojeció de nuevo.

- Cualquiera de nosotros se puede quedar con ella – intervino Teresa – pero a ella le encantaría que vosotras....

- Teresa, ya hemos hablado de esto, ¡por favor! – le indicó que no estaba dispuesta a escuchar ni un reproche más. Y que estaba abusando de su confianza.

- Gracias a todas, pero ya os he dicho antes que seremos Sonia y yo las que nos quedaremos con ella – intervino Adela apoyando su mano en el brazo de María, sonriéndole, o frenaba aquello o la madre de Natalia era capaz de coger a su hija y llevársela aquella misma noche, que era lo que se temía que dijera después de ver que reaccionaba favorablemente – no te preocupes que Nat estará bien. Yo me encargo.

- De todas formas – dijo Laura – hasta que Natalia no salga de la UCI...

Se interrumpió al ver llegar corriendo a Sonia. La joven había pasado más de una hora en el aeropuerto esperándolas y cuando decidió llamarlas comprobó que había perdido el móvil, no lo tenía en el bolso. Había intentado llegar a la clínica, pero un accidente la tuvo retenida en al camino. Después de saludar a su hermana y a María y tras preguntar por Natalia. Sonia se volvió a Laura y Alba con cara de preocupación.

- ¿Habéis escuchado las noticias?

- No, ¿qué ocurre?

- La prensa está cargando contra el proyecto y contra Nat. Hablan de inseguridad, de obstaculización a la justicia, hasta de posibles denuncias...

- Joder, no teníamos ni idea.

- Lo he venido escuchando en la radio – les confesó – ¿Fernando y Mónica saben algo?

- Yo creo que no – dijo Alba – Fernando se ha marchado hace un momento y no ha comentado nada, pero ya sabéis como es.

- ¿Y Mónica! deberíamos llamarla y a Isabel, por lo visto la policía ya ha dicho que no están de acuerdo con la ejecución del proyecto, y con la inseguridad de sus hombres, son declaraciones del Comisario Principal.

- ¿Estás hablando en serio? – se acercó Adela sin poder evitarlo.

- Pero ¿qué ocurre? – preguntó Ana al ver a su hermana tan alterada.

- Nada, problemas del trabajo – le respondió con una sonrisa tranquilizadora.

- A mi hija no le vayáis ahora con problemas – las acusó María amenazadoramente.

- ¡Por dios María! tranquila, que nadie va a decirle nada a Nat – exclamó Adela manifestando por primera vez impaciencia con ella – será mejor que se lo digamos a Cruz. Nat quería que ella dirigiese la clínica en su ausencia – reconoció.

- Pero ¿y tú? – le preguntó María – no entiendo a mi hija... ¿no será mejor que lo hagas tú?

- Yo no sirvo para estás cosas – le dijo mintiendo descaradamente, María la miró con un gesto de incredulidad, sabía que en Pamplona dirigía un departamento y un equipo de investigación, aunque quizás si lo había dejado para rebajarse a trabajar con su hija era por algo.

- Voy a buscar a Cruz – dijo Adela intentando evitar dar más explicaciones.

- Espera que te acompaño – le pidió Sonia – quiero ver a Natalia.

Ambas entraron en la UCI, María cogió a Teresa por el brazo y comenzó a explicarle sus intenciones de volver a por Natalia, quería que la recepcionista la tuviese al corriente de cualquier detalle, ella ya la entendía, aunque hablase con Cruz todos los días quería estar al tanto de todo lo demás. Alba cruzó la mirada con Teresa que por primera vez en años se sintió incómoda de su relación con María. Laura cogió a Alba y le susurró al oído.

- ¿Quién coño se cree que es esta tía! ¿has visto la cara de Adela?

- María es así – le respondió – siempre controlando todo y a todos. Especialmente a Nat.

- Mejor que se largue y no se quede aquí – le sonrió indicándole que le quedaba el campo abierto.

- Bueno... Adela y Sonia....

- Por Adela no creo que debas preocuparte y... me ha dicho un pajarito que Sonia tiene otras cosas a las que atender.

- ¿El qué? – preguntó con curiosidad, interesada en el tema.

- Creo que tiene novio.

- ¿Quién te ha dicho eso?

- ¡Ah!

- Perdonad – las interrumpió Ana - Nosotras nos iremos en un momento, os importa despediros de Sonia por mí.

- Mujer espérala, no creo que esté mucho rato dentro – le dijo Laura.

- María tiene prisa – se excusó – decidle que la llamo luego a casa.

- Claro – le dijo Alba – encantada de haberte conocido – la besó.

- Gracias – respondió con timidez – igualmente.





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