Capítulo 103

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Para Natalia la mañana no iba mucho mejor. Estaba preocupada por lo cortante y seca que le respondía Alba cada vez que la llamaba e intentaba hablar con ella. El lunes no habían podido verse por culpa de una reunión en el ministerio que acabó más allá de las nueve y la noche anterior Alba tuvo guardia. Esperaba poder verla esa noche, pero se había levantado con mal cuerpo por culpa del tratamiento y mucho se temía que cuando llegase la noche estaría tan cansada que solo desearía meterse en la cama.

No dejaba de darle vueltas al fin de semana y lo a gusto que habían estado juntas y no era capaz de descubrir nada que hubiera hecho o dicho para que Alba estuviese tirante con ella. Suspiró y sacudió la cabeza como si ese gesto la fuese a ayudar a espantar sus pensamientos. Se decidió a continuar con el trabajo, abrió el ordenador con la intención de terminar los malditos presupuestos, cuando Vero asomó la cabeza por la puerta, sin llamar. La pediatra al oír que entraban levantó la vista con rapidez.

- ¡Vero! dichosos los ojos.

- Hola, Nat. ¿Tienes un momento? quiero hablar contigo.

- ¿Ya se te ha pasado el mosqueo?

- No. Pero... - suspiró y se encogió de hombros.

- Siento lo del otro día, yo tampoco sabía que Alba estaba allí.

- Déjalo, no quiero hablar de eso. Lo que quiero es hablarte de una pequeña que tenéis ingresada.

- Sí, ya me lo ha comentado Cruz, y... me parece bien lo que propones.

- ¿Me la llevo entonces?

- Sí, ¿te encargas tú de todo?

- Ah, no, eso lo hacéis vosotros. Yo solo me la llevo a ver si consigo que salga de su bloqueo y diga algo.

- Vale.

- ¿No vas a regatear?

- No. Tienes razón. Es problema nuestro y tú bastante haces ya con tratarla.

- ¿Me vas a dar la razón en todo? – preguntó irónica.

- En esto sí. Debería contratar al menos un psicólogo, pero... no me salen los números. ¿Tú no querrías?

- Ya te dije que no, no voy a trabajar para ti y... yo no soy psicóloga.

- No te enfades Vero. Sé que estás molesta por lo de la cena, pero ya te he dicho que yo tampoco lo sabía. Lo prepararon Ade y Alba, para darme una sorpresa.

- Ya... solo que la sorpresa fue para mí.

- Vero... sabes lo que hay, yo... no podía...

- No podías desaprovechar esa ocasión – terminó por ella visiblemente molesta – y sí, sé lo que hay, pero ¿no pudiste pensar que si yo estaba allí era solo por ti?

- Ya te he dicho que lo siento – habló con genio y Vero comprobó que algo había cambiado en Natalia - Y no voy a disculparme más. Quería estar con Alba, si no quieres o no puedes entenderlo es tu problema.

- Sí, es mi problema – frunció el ceño – pero también el tuyo. No puedes ir por ahí haciendo daño, no es tu estilo.

- Yo no he pretendido...

- Da igual lo que pretendieras. Me arrastraste a ir a una cena para luego dejarme plantada, a mí y a todos tus compañeros... y era una cena importante. Tú no eres así, nunca hubieras dejado a un lado una cena como esa sabiendo lo que te jugabas y sabiendo que tú, y solo tú, eres la culpable de la situación económica en la que estás.

La ClínicaWhere stories live. Discover now