Capítulo 115

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Eran las nueve de la noche y Alba aún no había llegado. Natalia se movía nerviosa del salón, donde había preparado una mesa junto a la chimenea a la entrada de la casa, convencida de que no escuchaba el avisador de la garita de entrada.

- No va a venir Vero, estoy segura de que no va a venir.

- Si va a venir solo te está poniendo a prueba. Y yo ya debería haberme ido.

- Me da miedo estar aquí sola, espera a que llegue.

- Nat, no estás sola, están ellos – señaló al exterior donde en ese justo momento se veían pasar a los dos agentes de seguridad haciendo su ronda – y si me ve aquí va a ser peor.

- Sí, en eso tienes razón - suspiró.

- ¿A qué hora volvía Evelyn?

- Le dije que nos diera hasta las diez, pero claro ahora... ¿y si no viene?

- ¿Evelyn? ¿por qué no iba a venir?

- ¡No! Alba.

- ¿Por qué no la llamas y sales de dudas?

- Porque no quiero que piense que la presiono.

- Alba lo ha pasado mal, ponte en su lugar, imagina que ella tuviese una relación en Jinja y justo cuando tú estás ingresada decide irse hasta allí para acompañar a alguien en sus últimos momentos

- Lo habría entendido.

- Y ella seguro que lo entiende, pero otra cosa es cómo se siente, es normal sentir inseguridad, su posición no es nada fácil Nat, estás casada con otra.

- Sí eso ya lo sé. Por eso creo que no va a venir, nunca se retrasa tanto.

- Hoy no es un día cualquiera. Hoy intenta hacértelo pasar mal, es una reacción muy común.

- Alba no es así. Ella es diferente, no es como los demás – la defendió vehementemente y Vero sonrió con suficiencia.

- Ya... ¡ella es especial!

- Lo es. ¿Y si le ha pasado algo?

- No le ha pasado nada... - el timbre de comunicación con la garita de acceso a la urbanización sonó y Vero sonrió - ¿ves? Ahí la tienes.

- Venga, vete, vete – la empujó hacia la puerta.

- Mañana te llamo y me cuentas como ha ido.

- Sí, sí – sonrió - ¡Gracias Vero! ¡por todo!

- ¿Para qué estamos las amigas? – le guiñó un ojo y salió de la casa a toda prisa.

Diez minutos después el taxi de Alba pedía acceso en la verja de la mansión de Natalia y, tras recorrer el largo camino hasta la casa, la enfermera descendía y llamaba al timbre. Una sonriente Natalia le abrió la puerta.

- ¡Hola, cariño! – exclamó elevando la mano para tomar la de ella, pero Alba se retiró.

- Hola, Nat, ¿era el coche de Vero con el que me he cruzado? – su tono mostraba su enfado. No podía creerlo, ella intentado retrasar su llegada para llamarle por una vez la atención y ella se entretenía con Vero hasta el último momento.

- Eh... pasa, no te quedes en la puerta – la cerró tas ella - ¿vamos al salón? – le indicó el camino – como ves estamos solas.

- ¿No me respondes? – la siguió - ¿era Vero?

La ClínicaWhere stories live. Discover now