Capítulo 149

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La enfermera le sonrió dulcemente, halagada, y la cogió de la mano de nuevo. Natalia sintió que su cuerpo se revolucionaba, que deseaba y necesitaba besarla, que la necesitaba en su vida, que se ahogaba cada vez que pensaba perderla para siempre. Alba le acarició con mino el dorso de la mano, pensativa. Tentada a serle completamente sincera, pero en el último momento suspiró y la soltó.

- No puedes hacer eso, y menos sin decírselo a tu abogada. Nat no es un juego, la cárcel no es una broma.

- Alba, deja el tema, lo importante es que si no voy a la cárcel, yo... quiero saber si... ¿puedo llamarte?

- Ya te he dicho que somos amigas, puedes llamarme cuando quieras, pero... Nat no te declares culpable y menos sin que lo sepa tu abogada, ¿estás loca? – insistió sin poder quitarse lo que le había revelado de la cabeza.

- Puedo dejarle la dirección de la Clínica a Cruz, a fin de cuentas, lleva haciéndolo desde hace semanas y así tendría mucho más tiempo libre, podríamos vernos todos los días, y... si te apetece... - siguió hablando sin escuchar lo que le había dicho – puedes trabajar en la clínica y si no, ni trabajes, yo tengo dinero de sobra para mantenernos a las dos, y para disfrutar de la vida.

- Nat.... escúchame.

- Alba – le dijo en tal tono de impaciencia que la enfermera captó al instante que no le importaba nada que no fuera saber que ella estaba allí y que estaría cuando todo terminara – deja el tema.

- Vale, me callo, pero es una locura.

- Bueno, es lo que debo hacer.

- A tu padre no le debes nada, ¡joder! que... has estado a punto de morir por su culpa, que...

- ¡Cállate! – le exigió con lágrimas en los ojos – el no sabía hasta que extremos podían llegar, tuvo problemas en las bodegas y...

- ¿Qué problemas justifican sacrificar la vida de una hija?

- Por favor Alba, dejemos este tema – le pidió más suave demostrándole lo mucho que le dolía todo lo que había descubierto – yo... solo quiero saber que tú, que tú, que... ¿me quieres?

- Sabes que si.

- ¿Y por qué no... volvemos a intentarlo? yo... estaba confundida, me... me daban pastillas que... no era yo, Alba. No recuerdo que nos pasó para que volvieras a marcharte, pero todas me han contado que yo... te dejé de lado, que me centré en el trabajo y que... tenías celos de Vero y que creí que estabas con Raúl... no recuerdo casi nada y nada me importa. Solo quiero que sepas que no voy a caer de nuevo en esos errores, que no voy a dejar que... no quiero perderte otra vez. Y... sé que no es excusa, pero te repito que mucha parte de la culpa de mi comportamiento se debía a la medicación y...

- Lo sé, Nat, pero... no es por eso.

- ¿Es por Vero? Y no me lo niegues porque veo la cara que pones cada vez que la menciono.

- En parte sí, no puedo evitarlo. Te dije que la olvidaría, pero me cuesta hacerlo y...

- Mira, he estado pensando en todo lo que me dijiste ayer y, le pregunté a Vero cuando llegué a casa por esas llamadas que dices que cogía, al principio se sorprendió de que le hablara de ello, pero luego...

- ¡Ahora sé por qué ha llegado al juzgado besándote! ¿ves lo que te digo? ¡No pierde ocasión para hacerme creer que...!

- ¡Espera! le pregunté por eso, pero no le dije que estabas en Madrid. No lo ha hecho con esa intención. Te lo aseguro.

La ClínicaWhere stories live. Discover now