Capítulo 141

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Natalia abrió los ojos aturdida. Apenas recordaba el episodio de la noche anterior. Su madre estaba sentada a los pies de su cama y leía el periódico.

- Mamá.

- ¡Hija! ¿cómo estás?

- No sé... me... me siento rara.

- Eso es por el calmante que tuvieron que darte. Cruz dijo que te afectaría más por la medicación.

- No recuerdo a Cruz.

- Vino anoche. Evelyn la llamó. ¡Mira que levantarte sola! sabes que no puedes hacer eso. ¡Ni siquiera se explican cómo llegaste hasta la puerta!

- No... lo recuerdo...

- Adela llegará en unos minutos. Yo tengo que salir otra vez.

- ¿Vas a ver a papá?

- Sí. Y por cierto te manda besos.

- ¿Por qué no viene?

- No puede hija.

- Mamá... si te vas... ¿puedes decirle a Rosa que traiga aquí una televisión?

- No, hija. Cruz y Vero creen que no es saludable para ti que la veas.

- Mamá... estoy mejor... quiero... enterarme de lo que ocurre. Me aburro aquí todo el día...

- Bueno... hablaré con ellas y... ya veremos.

Llamaron a la puerta y Adela asomó la cabeza, interrumpiéndolas.

- ¡Buenos días! ¿qué tal, nena?

- Como siempre – masculló cansada.

Su madre se levantó, dobló el periódico y se acercó hacia ella.

- Si quieres entretenerte un rato, lee la prensa.

Natalia captó al instante, la fugaz mirada que cruzó con Adela mientras le hablaba. ¿No la dejaban ver la televisión, pero sí podía leer la prensa? Quizás estaba equivocada y esa prohibición no era porque le ocultasen nada.

- No debes fijar la vista aún – Adela le arrebató el periódico con tanta velocidad como su madre se lo había dado – además ya estoy yo aquí para entretenerte – le sonrió – María, ¿vendrás a comer?

- No sé si podré, creo que... hoy va para largo.

- ¡Suerte!

Natalia escudriñó a ambas y en cuanto su madre salió se decidió a interrogar a su amiga.

- Ade... ¿por qué le deseas suerte?

- Es... para tu padre, por el negocio ese que te comenté.

- Ya sé que quieres protegerme, pero no me mientas.

- Nena... ¿ya estás de mal humor?

- No puedo casi moverme, no... me puedo manejar sola, no...

- Estás haciendo muchos progresos y has mejorado mucho. Tienes que tener paciencia...

- ¡Pues no lo parece! sigues tratándome como si fuera imbécil.

- Nena, no digas eso. Yo no te trato así.

- ¡No ofendas mi inteligencia, Ade! Sé que me ocultas algo. ¡Qué todos me lo ocultáis! Y quiero saber qué es.

- Nena... aún es pronto para...

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