Tal vez lo ocurrido dejaba en claro el desagrado que se guardaban ambos pero en puntos de vista distintos y sin un contexto aparente, todo puede cambiar drásticamente...
La primera clase compartida de la tarde tenía una parte considerable de los estudiantes del 3-A, una muy mala coincidencia para hoy.
Sanemi levanto su vista cuando la puerta fue tocada, guardaba al menos la esperanza de que fuera ella. Pero su ilusión se esfumó al ver que solo se trataba de Rengoku.
Sin embargo, al mirar mejor se percató de algo más. Dos personas sentadas esperando afuera, siendo nada menos que T/n y el "bastardo" como empezó a llamarle. Vio como él se acercaba al rostro de ella, quien al parecer se encontraba sonriente hablando, dando la ilusión perfecta de un beso, en ese momento la puerta fue cerrada y con molestia notable miró al rubio.
— ¿Viste eso? ¿los que se estaban besando? —murmuró su amigo.
— ¿Se estaban besando? — preguntó esperando una confirmación, ya siendo presa del enojo y los celos.
— Era mas que obvio, Shinazugawa. En verdad tus ojos no sirven. — Dijo para volver a lo suyo.
Esas simples palabras bastaron para desencadenar un gran malentendido.
Uno que tal vez, sería difícil de aclarar.
— ¿Luego de esto que te toca? — preguntaste.
— Química — respondió seco — ¿Y tu?
Ninguno se miraba al rostro,hablaban solo por hablar, tan solo para matar el tiempo.
— Estudio social.
— Ya veo.
" Sácame de esto Dios..."
— ¿Por que es tan incómodo esto? — preguntaste en voz alta.
— Porque estás tú.
Tu ojo hizo un tic por la molestia.
— Ni se para que me molesto en hablarte. —Cruzaste tus brazos— Eres tan pedante que me es imposible tolerarte.
—No eres la única, todo de ti me fastidia — declaró.
— En eso es lo único en que ambos coincidimos al parecer. Debería tirarte popo de gato otra vez, caes mejor así. Te quedas callado y no molestas.
— ¡C-CALLATE!
— Espera... ¿Acabas de tartamudear? — esperaste una confirmación con tono burlón.
El solo se limitó a ignorar.
— ¡Te dió vergüenza! — Comentaste divertida — Si no te estuviera viendo ahora no podría creerme que tengas un lado así. Y es aun menos creible que saliera a la luz por una popo de gato — Finalizaste empezando a reír.
— Que chistosa, ¿A que horas me río? ¿Estás buscando trabajo en el circo por casualidad?
— Y ya vas a salir a enojarte... — Suspiraste— Eres peor que un viejo, en serío, me atrevo a decir que es mas divertido el profesor de teatro que tu.
— Tu eres la única loca que consideraría gracioso a ese viejo decrépito. Como sea, ¿Cuando se supone que vamos a practicar? entre mas rápido nos libremos de eso mejor.
— Empecemos mañana, hoy tenemos teatro así que ensayaremos ahí. Tengo planes para la tarde así que no puedo.
— ¿Con el idiota de tu novio? — preguntó arqueando una ceja y reposando su cara en su mano.
— ¿Que? — murmuraste sin entender — ¿Te refieres a Sanemi?
— ¿Así se llama? ni idea, solo se que el tipo es un imbécil.
— No es mi novio... — Un pequeño puchero se formó en tus labios al decir aquello— y no es tan diferente a ti después de todo, tu tampoco tienes muy buena reputación que se diga, solo que en tu caso al parecer si eres todo lo que dicen.
— Lamebotas — Refunfuño — Pues es mejor que sepan como soy en realidad antes que intentar ocultarlo.
— ¿Te sientes orgulloso de ser pedante y obstinado?
— No es estar orgulloso, simplemente eres así y ya, realmente no me interesa en lo absoluto ser una persona agradable para los demás — Declaró.
— Pff, el dijo casi lo mismo.
— Como sea, no trates de decir que me parezco a el.
— Se mejor que nadie que no se parecen. —Ante tus palabras él solo bufó.
— Al fin —Comento al ver salir a los estudiantes para dirigirse a sus siguientes clases— Adiós. —Se despidió cortante para perderse entre la multitud.
Suspiraste. Luego de que los alumnos correspondientes terminaran de salir entraste con los que compartian dicha clase.
Después de las clases siguientes y del ensayo por fin el día dió fin. El cielo ya se veía con tonos rojisos y anaranjados. Esperabas a Kyojuro con quien quedaste para irte a visitar a la pelirosa.
— ¡T/N! — Te nombró para hacer notar su presencia.
— ¡Hola! ¿Nos vamos?
— ¡Si! pasemos antes a la tienda para comprarle lo que vamos a llevarle.
— Esta bien — Aceptaste sonriente para tomar rumbo juntos.
Compraron varias cosas para ella y al llegar frente a su puerta, no tardaron mucho en ser recibidos por una demacrada Mitsuri.
Ambos se quedaron en silencio unos cuantos segundos al verla para luego compartir miradas entre ambos asombrados por como lucía.
— Mitsuri, ¿Estas bien? — preguntaste preocupada ante su aspecto, era obvio que no.
— Si, si ¡No se preocupen! pasen, estoy muy feliz de tenerlos aquí.
— ¡Te trajimos tu gelatina favorita! — Exclamó el chico sonriente, mostrando lo que venía en la bolsa.
Tras pasar hasta la sala ambos se sentaron mientras la pelirosa guardaba lo que había traído.
— ¿Estas sola hoy Mitsuri? — preguntaste mirando alrededor.
— Si, hoy estoy sola.
— ¿Como te enfermaste Mitsuri? Ayer te veías bien —Se dirigió el rubio a ella.
— Si, concuerdo con eso. Ayer estabas totalmente bien, ademas... Solo me dijiste que estabas enferma no me aclaraste que era lo que te pasaba. — Apoyaste las palabras del varón.
— Eso... es un poco vergonzoso...
— ¡No tienes de que avergonzarte con nosotros! —Exclamó carismático.
— Bueno... Ayer, iba a hacer galletas... el caso es que la masa quedó mal y yo de verdad no quise tirarla...
— Espera un segundo — Le Interrumpiste — Mitsuri, ¿Te comiste toda la masa cruda? — Teorisaste y al no tener respuesta por su parte, bastó como confirmación — ¡Al menos la hubieras cocinado por Dios!
— ¡Pero hubieran quedado super duras e incomibles!
— ¿Entonces tienes dolor de panza? — Indagó el chico.
— Parásitos, dirás — Continuaste tu.
— ¡No puedo comer nada porque duele mucho! empiezo a sudar, y me dan ganas de vomitar...
— ¡Le diré a mi madre que te preparé una de las medicinas que me daba a mi cuando tenía dolor!
— Muchas gracias Rengoku-San — agradeció timida y algo avergonzada.