No te enamores tarde #1 ✔️

By Darkhness_

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Primer libro de la bilogía: [No] es tarde. ~ Hay tres maneras de hacer las cosas, bien, mal y como yo las hag... More

Antes de empezar.
Prólogo.
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021 | Especial.
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Epílogo
Playlist & Agradecimientos.

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By Darkhness_

—Me estas jodiendo ¿Verdad? — dice Helena, Anonada.

—No — río — es mío.

—¡Es un puto Lamborghini! — grita asombrada.

—No lo sabía — digo sarcástica.

—¿Es tuyo? — pregunta aun anonada — no olvídalo, tienes dinero de sobra, obvio que es tuyo.

Esbozo una sonrisa y camino para abrir la puerta del piloto.

—¿Te quedaras ahí parada? — le pregunto.

—No me subiré a un auto, no contigo — me mira aterrorizada.

—Bueno te lo pierdes, será tu última opción de subirte a un Lamborghini — le digo subiendo al auto.

Lo arranco y acelero, pero también mantengo el freno presionado.

—Olvídalo, si moriré contigo, por lo menos será en un Lamborghini — dice subiendo de copiloto.

—No manejo tan mal — la miro con una sonrisa.

—Claro — ironiza.

Esa fue la reacción que tuvo Helena al ver el Lamborghini, llegamos vivas a su trabajo y yo llegue viva al mío.

Ya han pasado tres días, tres días que tengo el auto, que supe de la bodega, tres días desde que hablé por última vez con Wolfgang. Y como si fuera arte de magia, las cosas malas dejaron de pasar, ya no vi más tipos sospechosos o enmascarados a mi alrededor.

Estoy pesando que Wolfgang era mi imán de cosas malas.

Ahora estoy en el museo, en el quinto piso con Arango, con quien limpiamos un par de obras de yeso, hay un par de personas, hoy el museo está un poco más silencio de lo normal, tal vez sea por lo de la semana pasada.

—¿Podremos salir a cenar después de esto? — me pregunta Arango.

—Claro — contesto sin verlo — espera — lo volteo a ver y él a mí — tienes ganas de subirte al Lamborghini ¿verdad?

—Sí — él me da una sonrisa de labios abiertos, mostrando sus dientes blancos.

Me muerdo el labio inferior y rodo los ojos con diversión.

—¿Pasaremos por Helena? — pregunta.

—Sí.

—¿Por qué? — dice quejándose.

—Porque ira Austin — contesto con una sonrisa pícara.

—Entonces si quiero que vaya — dice feliz.

A Arango le gusta el teñido desde el primer día que lo conoció, a veces me manda fotos de Austin cuando los dos están en tiempo libre, Arango lo acosa, y le encanta hacerlo. Mientras que el teñido pretende actuar como si no supiera.

Termino de limpiar la estatua de yeso, dejar mis cosas de limpieza en un cuarto aparta y luego me encamino juntamente con Arango para subir al elevador. Bajamos al segundo piso donde tenemos nuestras cosas y las alistamos para irnos ya.

Mi celular vibra y lo saco, veo que tengo dos llamadas perdidas de Helena. Vuelve a llamar y le contesto rápido.

—Paris — menciona mi nombre agitada.

—¿Qué pasa?

—Paris, hay unos tipos en el apartamento — dice asustada — es... están enmascarados vestidos de negros.

—¿Qué? — el mundo se me viene encima.

—Paris, no sé qué hacer — dice entre sollozos — tienen armas — dice en un susurro.

Mierda. Mierda. Mierda.

—¿Dónde estás? — pregunto rápido.

Agarro mi bolso y salgo hacia el elevador rápidamente mientras Arango me mira sin entender.

—Eh venido antes al departamento y ahora estoy en tu habitación — responde.

—Entra a mi armario, ¿te acuerdas de la puerta pequeña? — hablo rápido.

—Sí, la que no se podía abrir — contesta con la voz temblorosa.

—En la última chaqueta que está de ese lado, en la bolsa izquierda hay una llave, abre la puerta y... —

—¿La pudiste abrir? — me interrumpe.

—Sí —

—¿Cómo? — me vuelve a interrumpir.

—Solo abre la maldita puerta — le digo un poco alterada saliendo del elevador.

Escucho un ruido algo fuerte y eso hace que me altere. Visualizo el auto, lo abro, Arango entra de copiloto y yo de piloto. Conecto el teléfono al auto y escuchamos los dos, mientras Arango me mira sin entender y espera a que le dé una respuesta.

—Ya — dice agitada.

—Saca la última caja grande que hay, dentro debe de haber un arma dorada — le digo.

—¿Un arma? ¿Qué carajos Paris? — dice asustada.

—¡Solo saca la maldita arma! — grito al mismo tiempo que acelero a toda velocidad.

—Ya — dice algo más calmada.

—Quédate ahí adentro, si pasa algo, disparas Helena.

—No sé cómo usar un arma.

—Solo aprietas el gatillo, ya voy para allá.

—Llama a la policía — pide.

Miro a Arango y él entiende mi mirada, saca su celular y marca un número.

Escucho un ruido fuerte, y eso me asusta, Helena no habla y eso me aterroriza.

—¿Helena? — pregunto preocupada.

—Paris — dice entre sollozos.

Escucho un disparo y me estremezco.

—¿Helena? — Arango la llama.

—¡NO! — es lo último que escucho de ella antes que el teléfono cuelgue.

—¡¿Helena?! — grita Arango.

—Malditos hijos de puta.

Digo de último, entonces piso acelerador al fondo.

Ahora lo último que me importa es una maldita multa por exceso de velocidad. Necesito ver a Helena, ya lo hicieron con mi familia, no lo harán con lo único que me queda de importancia en mi vida.

Ingreso al parqueo del subterráneo, salgo del auto y entro a la recepción con Arango, hay personas amontonadas, la ambulancia y la policía alrededor. Me abro paso entre la multitud, unos enfermeros se abren paso con una camilla y una persona en ella.

Helena.

El mundo se me viene encima de nuevo.

La sacan del edificio y la llevan a una ambulancia. Camino de reversa y miro para todos lados del lugar en busca de algo o alguien, entonces lo veo, un señor de no más de 30 años, parado cerca de las puertas del elevador, su cabello café, sus ojos negros, una cicatriz recta del lado izquierdo del ojo.

Mis recuerdos se conectan.

No me ve serio, la comisura de sus labios está elevada un poco y sus ojos me miran fijamente a mí. El corazón se me acelera, salgo del edificio corriendo, subo al auto de nuevo y con Arango de copiloto.

No me interesa él en estos momentos, me interesa mi mejor amiga, la cual se la han llevado a un hospital. Entonces, me abro paso entre los autos que hay en la carretera, para llegar rápido al hospital.

Entro al hospital y me acerco a la recepción, una enfermera me atiende.

—Buenas noches, acaban de ingresar a una chica — informo.

—¿La del balazo por las costillas? — pregunta.

¿Balazo por las costillas?

—Sí — digo rápido.

—Necesito datos de ella, no me han dado ninguno — pide.

—Ah... Helena Everard, 20 años de edad, cabello rubio, ojos verdes — digo algo rápido.

—¿Qué eres de ella? — pregunta.

Sé que solo aceptan familiares.

—Su hermanastra, vivimos juntas — respondo.

—Necesito que esperes, la han ingresado al quirófano de urgencia — informa — cualquier información, te avisaremos.

—Gracias.

Me alejo de ella y camino a la sala de espera. Los ojos se me humedecen, y la vista se me nubla, siento que me derrumbare en medio de la sala de espera, entonces Arango me abraza y me aferro a él, mientras sollozo.

Eso es demasiado, primero mis padres y ahora mi mejor amiga, ¿qué es lo que quiere? ¿Quién es? ¿Me quiere a mí? ¿Es por mi padre? ¿Wolfgang tiene algo que ver?

Eso es, Wolfgang.

La mente se me ilumina, él debe de saber, necesito ir a buscarlo.

—Llama a Austin, y dile que venga acá, urgente — le pido a Arango.

—Voy — dice sacando con rapidez su celular.

No puedo dejar sola a Helena y no pienso tardar, dejare a Arango acá e iré con Austin, necesito a alguien que me resguarde. No es que me de miedo Wolfgang, sus guardaespaldas me dan miedo, y Austin se mira más rudo que Arango.

—Viene para acá — me informa Arango.

—Te quedaras acá con Helena, si pasa algo, llámame rápido — le informo.

—¿A dónde iras?

—Necesito ir con alguien, me llevare a Austin.

—Pero... — él no sabe que decir.

—Por favor, no tardare, necesito que alguien se quede con Helena por si pasa algo — le pido.

—Está bien.

Después de unos minutos Austin aparece corriendo hacia nosotros, me despido de Arango y me acerco a él rápido halándolo de la camisa.

—¿A dónde vamos? — dice rápidamente.

—Me acompañaras — le digo sin darle tanta explicación.

—¿Y Helena? ¿Está bien? —pregunta preocupado.

—No... no lo sé — hablo rápido.

—¿Cómo qué no sabes? —pregunta un poco exaltado.

—¡No lo sé! — grito viéndolo — solo sé que la llevaron de urgencias al quirófano.

Él no dice nada más y se sube al auto de copiloto. Arranco el auto y salgo para ir a la mansión de Wolfgang.

Lo bueno es que se me quedo donde vive, si está lago retirado del centro y de casi todo, tal vez veinte minutos. Acelero un poco más el auto cuando llegamos a un lugar algo solitario, así que no me da pena de entrar a toda velocidad.

Paro poco a poco el auto enfrente de una gran reja y miro al guardia.

—¿Nombre? — pregunta serio.

—Wilhelmine — contestó seria.

Él me ve con una ceja alzada.

—¿Hija de Thomas Wilhelmine?

¿Qué? ¿Lo conoce?

—Sí — respondo aclarándome la garganta.

Él se adentra a la garita y las puertas se abren, me quedo unos segundos en shock y luego reacciono, acelero el auto rápido ya que la mansión está hasta el fondo, todo alrededor está lleno de árboles y césped, mientras que el camino es de piedra ordenada.

Medio circuló una fuente y paro enfrente de la puerta principal de la mansión, para mi sorpresa al parecer los tres mafiosos vienen entrando a su mansión. Austin sale de primero del auto quedando enfrente. Bajo del auto y lo rodea para quedar enfrente de ellos.

Sus expresiones pasan a ser sorprendidas, veo a mi alrededor y los guardaespaldas me miran amenazadores. Miro fijamente a Wolfgang y camino para llegar a él. Estando a unos centímetros de ellos hablo.

—¿Sorprendidos de verme? — pregunto esbozando una sonrisa.

—¿Ese Lamborghini es tuyo? — pregunta Loukas sorprendido.

—Sí — lo miro, seria.

La puerta de la casa se abre, entonces sin esperar su invitación, me adentro a la casa y miro por el rabillo del ojo que Austin viene detrás de mí, sin separarse. Me doy la vuelta para enfrentar a Wolfgang.

—¿Qué haces acá? — me pregunta serio.

—Tenemos que hablar — lo veo seria.

—Pensé que lo habías dejado claro.

—Y claro que lo deje claro — me acerco a él — pero eso no significa que no podamos llegar a un acuerdo.

Él me analiza por unos segundos, luego ve a Austin con cara de pocos amigos,

—Pasemos a mi oficina — pide señalándome a un lugar.

Asiento con la cabeza y me doy la vuelta para caminar, pero entonces Austin me detiene.

—Paris — menciona mi nombre no tan convencido.

—Está bien, si te llama Arango, avísame — le pido.

Él no me mira tan convencido y me suelta.

Empiezo a caminar detrás de Wolfgang, él abre una puerta de madera café y paso primero, luego él entra cerrando la puerta detrás de él. Me doy la vuelta para verlo fijamente.

—¿Entonces? dime tu trato — camina un poco a mí, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón y la mirada seria.

—Tú me dices lo que está pasando y yo te digo sobre mi padre — hablo con cautela — trabajo en equipo, nos ayudamos mutuamente y los dos obtenemos lo que queremos.

Se relame los labios y habla.

—¿Por qué interés en saber lo que está pasando? — pregunta.

—¿Por qué tan interesado en mi padre? — ataco lo más tranquila que puedo.

—Sabes que se estará haciendo a tu modo ¿no? — ignora mi pregunta.

—No se hará a mi modo, será trabajo en equipo ya lo dije — me encojo de hombros.

Él esboza una sonrisa y se acerca aún más a mí.

—¿Y si no acepto?

—Perderás información y créeme que tengo buena información —la verdad no, tengo poca y no tan interesante.

—Yo no perderé nada, parece que te conviene más a ti que a mí — habla pasando su dedo pulgar por su labio inferior.

Suspiro algo largo para poder tranquilizarme.

—No te entiendo — hablo — me mandas una caja con un folder con hojas sobre un acuerdo de silencio, vengo acá y no quieres aceptar mi trato — hablo con un poco de incredulidad.

—No espero que me entiendas — se encoje de hombros, y mete su mano de nuevo en su bolsillo.

—Wolfgang —

—¿Dónde conseguiste el auto? — pregunta interrumpiéndome.

—No coperas, no copero — hablo seria.

Él esboza una sonrisa.

—No se hará a tu manera, Paris — dice dándose la vuelta.

Empieza a caminar para salir de la oficina.

Joder, ¿por qué todo se tiene que hacer como él diga? Estoy empezando a tener un sentimiento hacia él, y el único sentimiento que le tengo es odio.

—Lo vi, mando a sus hombres para allanar a mi apartamento, yo no estaba, solo estaba mi mejor amiga, Helena, le han disparada, está en el hospital muy grave, y lo vi en el edificio de mi apartamento, parado por el elevador, ojos cafés, cabello café, una cicatriz recta en el ojo izquierdo — hablo algo rápido — Wolfgang, por favor, le disparo a mi mejor amiga, la única familia que me queda — pido, suplico.

Él para de caminar y me mira por el rabillo del ojo, me acuerdo de Helena lo que hace que suelte una lagrima.

—No te lo pidiera si no fuera importante — vuelvo hablar tratando de controlar mi voz, para que no se note rota.

Él se da la vuelta y me mira serio, empieza a caminar de nuevo para acercarse a mí. Más lagrimas salen de mis ojos y me sostengo del escritorio que está detrás de mí.

—Diré, haré lo que pidas — digo casi entre sollozos — solo ayúdame, dime la verdad —le pido.

Él acuna sus manos en mi cara y hace que lo mire fijamente, mientras que con sus pulgares me quita las lágrimas que se han resbalado. Siento una electricidad al sentirlo tan cerca y sus manos en mis mejillas.

—Primero, te pido que pares de llorar — dice en voz baja — segundo, no harás lo que yo quiera, Paris, jamás te doblegues así ante un hombre.

Lo miró fijamente, joder, él es... no sé cómo explicar lo que Wolfgang me hace sentir en estos momentos, ahora ya el sentimiento ya no es solo odio.

—¿Entendido? — me ve serio — jamás te doblegaras a un hombre así, ni conmigo, ni a nadie. La razón por la cual pretendo ser rudo contigo, es porqué tú eres una maldita mujer empoderada, me atrajo tu sutileza y tu fuerza para hacer las cosas y mantenerte de pie— se relame los labios—, nunca nadie me había puesto un alto, y tú lo has hecho, y eso... eso me volvió jodidamente loco, y atrayente hacia ti. Así que, Paris, no vuelvas hacer eso nunca más, ni conmigo, ni con nadie más, recuerda que eres malditamente fuerte, te enfrentas el puto jefe de la mafia y no le tienes miedo, solo... recuerda eso, antes de doblegarte.

No soy capaz de hablar, las palabras han dejado mi boca y mi mente, siento un remolino justamente ahora en el vientre. No soy capaz de contestar así lo que me ha dicho así que solo asiento con la cabeza.

—¿Qué tan grabe está Helena? — pide saber.

—La llevaron de urgencias a quirófano... ti... tiene una bala por la costilla, no me dijeron más — hablo entre sollozos, tan solo el recuerdo de Helena me duele.

Wolfgang quita sus manos de mi mejilla y me hala a él, entonces hace algo que me deja estática, hasta las ganas de llorar se me quitaron.

Me abrazó.

El shock es tanto, que no me muevo... ¿me está abrazando? ¿Wolfgang? ¿Él mismo maldito bipolar? Porque si es un maldito bipolar. Apenas estoy analizando sus palabras, y ahora tengo que analizar su abrazo y sus acciones. 

Entierro mi cara en su pecho, pero no muevo mis manos, simplemente nos quedamos así, puedo sentir su corazón latir algo rápido, siento su respiración cerca de mi oído, cálida. Nos alejamos y quedamos de nuevo frente a frente.

—Vinicio — habla serio. — Vinicio es el nombre del hijo de puta que va a pagar esto.

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