Donovan Black (En edición)

By -Anivy

1.2M 166K 58K

Juliette solo intentaba proteger a sus hermanos. Donovan Black es el vampiro que llegó para protegerla a ella... More

Antes de empezar...
Dedicatoria.
Cast y advertencia.
Prefacio: ¿A Dónde se fue tu Romeo?
Capítulo 1: Ni Judas fue tan traicionero.
Capítulo 2: Respira, criaturita.
Capítulo 3: Mejor que un orgasmo.
Capítulo 4: Ven a vivir conmigo.
Capítulo 5, parte 1: No se juega con la comida.
Capítulo 5, parte dos: No estamos a la venta.
Capítulo 6: ¿Deseas ser la siguiente?
Capítulo 7: Vlad, el Empalador.
Capítulo 8: ¿Romeo? Creí que tu nombre era Donovan.
Capítulo 9: No hagas bebés.
Capítulo 10: Muérdeme, Donovan.
Capítulo 11: Sobre mi maldito cadáver
Capítulo 12: ¿Qué le hiciste a mi puerta?
Capítulo 13: Cuida esto por mí.
Capítulo 14: Olvídate de Romeos.
Capítulo 15: La presa y el depredador
Capítulo 16: Que elegancia la de francia.
Capítulo 17: Hasta el diablo tendría miedo.
Capítulo 18: Atrás, gata rompehogares.
Capítulo 19, parte 1: Tenemos que hablar.
Capítulo 19, parte 2: Sonrojado como colegiala.
Capítulo 20: Eso no es un perro.
Capítulo 21: Nótt, el guardián de la noche
Capítulo 22: Supongo que esta es Dagr.
Capítulo 23: Embarazos y enfermedades de transmisión sexual.
Capítulo 24: ¿Una flor? Mejor un jardín.
Capítulo 25: El nuevo profesor.
Capítulo 26: Ese compa ya está muerto.
Capitulo 27: Aquí no se aceptan zorras sin escrúpulos.
Capítulo 28: Me gustas.
Capítulo 29: Yes, daddy.
Capítulo 30: Winter is coming.
Capítulo 31: ¿Puedo morderte esta noche?
Capítulo 32: Se prendió esta mierda.
Capítulo 33 (+18): Uy, como que hace calor aquí.
Capítulo 34 (+18): El momento que toda latinoamérica estaba esperando.
Capítulo 35: Sonambulismo.
Capítulo 36: Al FBI le gusta tu comentario.
Capítulo 37: Dos vampiros.
Capítulo 38: Ya te estoy odiando.
capítulo 39: Mariposa traicionera +18
Capítulo 40: Venganza, dulce venganza.
Capítulo 41: Aborto de mono.
Capítulo 42: Cazadores.
Capítulo 43: La traición, la decepción hermanos.
Capítulo 44: Me las pagarán.
Capítulo 46: La muerte de la esperanza.
capítulo 47: Agonía.
capítulo 48: Marioneta.
Capítulo 49 (+18) ¿Qué tan lejos llegarías?
Capítulo 50: La Julieta que va a su encuentro.
Capítulo 51: Castígame a mí, protégela a ella.
Capítulo 52: Despedida.

Capítulo 45: Sed de sangre.

12.7K 1.9K 459
By -Anivy

Fue como si el tiempo corriera de forma diferente desde el momento en que me secuestraron.

Al principio sentí que llevaba días en este extraño lugar, completamente a oscuras.

A veces jugaba con Barret, cantando sobre cómo iba a sacarles las tripas a todos los vampiros que se involucraron en esto. A veces, solo me quedaba en silencio, intentando organizar mis pensamientos.

Ahora, gracias a los entrenamientos con Aria y todo lo que ella me explicó, fui capaz de percibir, aunque de una manera muy débil, todo lo que estaba a mi alrededor. Quizás era porque estaba dentro de una burbuja de magia rodeándome que ahora podía ver incluso sin utilizar la vista. Porque la magia era comunicativa, si estabas dispuesta a escucharla.

Me encontraba en un transporte, posiblemente un camión. Dentro, solo se encontraban dos vampiros manejando, mientras el híbrido tenía la orden de vigilarme. De hecho, incluso Barret estaba incómodo. No tenía un asiento ni nada para sí mismo, por lo que con cada movimiento del camión se tambaleaba de un lado a otro. Había querido preguntarle porque no creaba con magia algo para él, pero supe que mis recientes capacidades debían mantenerse ocultas.

Era un factor que me beneficiaba, sobre todo si ellos no tenían idea de lo que era capaz de hacer. Y dado que yo tampoco lo tenía del todo claro, lo más sabio era callar.

Cuando mis habilidades comenzaron a aparecer, fue entonces que noté que solo habían pasado algunas horas. El sol se había ocultado hacía mucho, por lo que deduje que sería medianoche.

El tiempo sí que se hacía eterno cuando eras secuestrada por vampiros híbridos que querían amenazar a un rey para que dejara el poder.

—Barret —llamé su atención.

—¿Qué?

Como ya había descubierto, su paciencia era mucho menor que la mía. Y eso ya era decir mucho.

—No tienes por qué tratarme con tanta sequedad —me quejé.

—¿Qué desea, mi reina? —preguntó con sarcasmo.

—Tengo que ir al baño.

Había estado aguantándome las ganas como una campeona, pero conforme pasaron las horas, mi reloj biológico me advirtió que ya era hora de hacer mis necesidades. O este secuestro podría ponerse un poco asqueroso.

—¿Qué? —exclamó con incredibilidad.

¿Qué era tan extraño? Era una humana, tenía necesidades fisiológicas. Si no le gustaba, bien que podía abstenerse de secuestrarme y así no tendría que lidiar conmigo.

Pero no, al niño le gustaba la idea de secuestrar humanos. ¡Y esperaba que todo fuera pan comido! ¿Los brujos no tenían que usar los baños o qué?

Sacudí la cabeza, sin querer ir por ese camino. No quería saber sobre las necesidades de los brujos.

—Espera aquí —dijo, como si tuviera otra opción.

No estaba segura de cuantas horas habían pasado, pero mi vejiga comenzaba a molestarme. Hice una mueca, sintiéndome más incomoda que nunca en mi vida. Yo no tenía por qué pasar por estas cosas. ¡Quería volver al castillo y poder ir al baño cuando yo quisiera!

Comenzó a comunicarse con los vampiros que estaban en la parte delantera. Ellos se estaban negando, pero Barret dijo que él se encargaría si algo pasaba. Por supuesto, él temía que fuera a escapar, pero no era como si tuviera un plan...

Que él pudiera saber.

—Bien, voy a dejarte ir al baño, estamos en una gasolinera y ya comprobé que no hay nadie cerca. Escúchame con atención, porque no voy a repetirlo. Un solo paso en falso que des y me encargaré de que sufras mucho, así que no te la des de lista. ¿De acuerdo?

Asentí con solemnidad. De inmediato sentí que la burbuja explotaba, aunque en cierta forma no había desaparecido del todo. Por supuesto, él aún debía encargarse de reprimir mi presencia. Si Donovan Black llegaba a tener una simple pista de nuestra localización y todo acabaría para ellos.

—No hagas nada sospechoso.

Mi vista volvió, lo que confirmó lo que antes había percibido. Me ayudó a bajar, tomando mi mano. De hecho, fue un gesto muy natural en él, lo que me extrañó. No eran simples modales, su actitud por un momento fue como la de...

Un sirviente, cuando mínimo.

Apenas mis pies tocaron el suelo, se apartó como si recién notara sus propios gestos. No dije nada, dejándolo unos pasos tras de mí.

Volteé mi vista hacia atrás, como si estuviera verificando que él me estaba siguiendo, cuando en realidad mi vista se posó en nuestro medio de transporte. El camión de coca cola estaba completamente vacío y sus pasajeros eran vampiros y una humana. La mirada de Barret sobre mí era amenazante, como si quisiera darme una advertencia.

Una que ignoraría sin dificultad.

Mi vista vagó por el lugar disimuladamente, pero no conseguí nada que indicara donde estaba ni a dónde nos dirigíamos. Si existía alguna señal, Barret se encargó de hacerla desaparecer. La magia fluctuaba a su alrededor, esperando ser utilizada.

Por primera vez en mi vida, conocí lo que era la envidia. Si pudiera utilizar la magia, nada de esto estaría pasando.

—Ni siquiera lo pienses —Amonestó cuando me miró.

—No estoy haciendo nada, paranoico.

—Bien.

Él tenía razón, no había nadie a la vista. No podía pedir socorro a nadie cercano. Aunque estaba segura de que él tampoco se arriesgaría. No cuando era una misión tan peligrosa. Un paso en falso y todo acabaría, tanto para ellos como para mí.

—No planeas entrar conmigo. ¿O sí? —pregunté al no verlo detenerse en la puerta del baño de la gasolinera.

—No puedo quitarte los ojos de encima.

—Eso es asqueroso, incluso para ti, Barret. ¿A dónde podría ir? Me atraparías en un segundo. No seas un pervertido.

Frunció el ceño ante mis palabras, pero terminó por asentir. No se sentía muy cómodo con sacarme la vista de encima.

Y tenía razones. No necesitaba decirme cuáles eran sus preocupaciones. Había pasado el tiempo suficiente conmigo como para saber que era una persona impulsiva. Tampoco podía ignorar mi espíritu de lucha, el cuál no cerró el pico desde el momento en que puso sus manos sobre mí.

—Por cierto, tengo hambre —murmuré mientras pasaba al lado de él—. Deberías decirle a alguno de los imbéciles que te acompaña que busque comida. Ustedes pueden pasar días sin comer, pero yo no.

Entré sin escuchar su respuesta. Apresurándome, y tratando fuertemente de ignorar el pésimo estado del lugar, hice mis necesidades básicas y corrí a lavarme las manos.

Odiaba los baños públicos.

—Bien... Hora del show —murmuré para mí.

Mi corazón latía desbocado y esperaba con todas mis fuerzas que él no fuera capaz de percibirlo. Si él me monitoreaba...

No, pensé con frialdad. No había tiempo para entrar en pánico. Necesitaba actuar y necesitaba hacerlo rápido.

Con una profunda respiración, logré concentrar la magia que estaba a mi alrededor. Cuando logré ponerla en la punta de mi dedo, sonreí. No estaba segura de si esto iba a funcionar, pero era lo único que tenía.

Tomando la magia como si fuera tinta, comencé a escribir en el espejo. Por suerte para mí, Barret no había notado que llevaba puesta una pequeña pulsera. Aquella que Elliot me entregó personalmente. Desarmándola, dejé una de las decoraciones sobre el lavabo. Esperaba que esto fuera de ayuda, porque era lo único que era capaz de hacer por el momento.

Los brujos podían usar la magia, pero no verla como algo palpable. Algo que solo Aria y Brett podrían ver. Por eso la pulsera tenía que llamar la atención de Elliot. Si tenía suerte, podrían ver mi mensaje.

Era importante dejar un rastro. Si era posible, podía guiar a Donovan hacia la guarida de Dominik.

Escribí todo lo que pude con magia y dejé aquella decoración en un sitio visible. Mi corazón palpitaba salvajemente en mi pecho, pero me las arreglé para dejar el mensaje que esperaba se mantuviera ahí el tiempo suficiente como para alguien lo viera.

Además, me aseguré de colocarme el brazalete de vuelta. Mi plan consistía en dejar algún mensaje en cada parada que pudiera. Si era lo suficientemente astuta, el brazalete les mostraría el camino.

Era un plan arriesgado, pero era lo único que tenía en mis manos.

El instinto me gritó que ya había tomado mucho tiempo por lo que me arreglé un poco frente al espejo. Mi respiración estaba ligeramente acelerada por la adrenalina, pero me las arreglé para actuar con naturalidad.

Y tuve razón, pues me encontré de frente con Barret que se dirigía a tocar la puerta.

—¿Ya nos vamos? —sonreí con inocencia.

Me miró por un largo rato, pero lo que sea que estuviera buscando no lo consiguió. Cuando dio un paso al frente, con intenciones de verificar el estado del baño, supe que debía distraerlo.

—¿Conseguiste comida? Muero de hambre.

—Tú —gruñó—. No sé por qué crees que puedes darme órdenes.

—Porque si no estoy viva, no habrá nada que intercambiar —me encogí de hombros—. Así que aliméntame.

—Maldita sea.

—¿Sabes? Tengo una amiga que se sabe muchos insultos creativos, pero yo me voy más por las groserías. Tenías que decir "Oh, maldita sea, Juliette. Y maldita sea tu madre, la madre de tu madre y la madre de la madre de tu madre". Y así podría tomarte en serio.

Barret se quedó congelado por un segundo. ¿Sacar de quicio a un híbrido era la decisión más inteligente? Quizás no, pero era la mejor manera de desviar la atención.

Porque ahora Barret había olvidado por completo que entré a un baño público sin supervisión. Y ahora sólo pensaba en lo insoportable que era tener que lidiar conmigo.

Además, no mentía. Tenía mucha hambre.

—Solo súbete al camión —suspiró con resignación—. Pararemos en el próximo restaurante que veamos.

—¡Genial! Muero por comerme una jodida hamburguesa con queso.

Escuché como refunfuñaba por lo bajo, mientras caminábamos de vuelta al camión. No eché de menos la bola de magia, pero no me quejé. Era mucho más cómoda de lo que esperaba, así que solo me acurruqué en mí misma, intentando calmar aquel frío que se había adueñado de mi cuerpo.

Tal cuál Barret había dicho, nos detuvimos luego de media hora más. De mala gana, trajo para mí una hamburguesa de queso, junto con papas y un refresco. No me dejó abandonar el camión esta vez, gracias a que el lugar estaba lleno de personas, pero no dejé que notara mi decepción.

Un paso a la vez, me prometí.

No importaba que pasara, solo tenía que concentrarme en un paso a la vez.

—Hey, despierta —me movieron por los hombros con rudeza.

De inmediato mis alertas comenzaron a sonar dentro de mi cabeza. ¿Dónde estaba mi burbuja mágica protectora? ¿Por qué alguien era capaz de tocarme?

Conforme nuestro viaje continuó, había terminado por cederle la razón a Barret. La burbuja me protegía. Cuando Barret se había ido a dormir, algunos vampiros intentaron atacarme, solo para ser electrocutados gracias a la magia protectora.

Desde entonces, Barret no abandonaba mi lado. Y la burbuja mágica tampoco.

Hasta ahora.

—¿Qué coño quieres? —mascullé.

Intenté tragarme el bostezo, pero fue imposible. Habíamos estado viajando por al menos una semana. Y no había podido dormir desde entonces, más que unas pocas horas.

A él también se le notaba el esfuerzo en la cara. Estaba ojeroso y mucho más malhumorado, tan cansado que parecía iba a desmayarse en cualquier momento.

—Llegamos, es hora de que te encuentres con Dominik.

—Dile que me joda en otro momento.

Grité cuando me elevó en el aire. El impacto casi hace que me retuerza en su hombro, pero el instinto no me lo permitió. Podría caerme por estar tonteando y si había algo que no podía permitirme, era sangrar frente a un montón de vampiros.

Porque sabía que eran muchos.

Después de una semana viajando por quien sabe dónde, noté que más y más personas se unían a nosotros. Pronto tuve a todo un ejército de vampiros tras mi culo.

El grupo era peculiar. Vampiros que se veían que tuvieron mejores días y algunos jóvenes que ni siquiera parecían estar seguros de lo que hacían.

—Puedo caminar por mi cuenta, idiota.

—No, no puedes.

No fui capaz de responder porque pronto noté que se movía a mucha más velocidad de la que debería una persona moverse. Con cada paso, su hombro se me clavaba en el estómago, produciéndome nauseas.

—Me estoy mareando.

—No me importa.

Como su respuesta fue tan seca, decidí darle un pequeño castigo a lo Juliette. Cuando la arcada vino a mí, no intenté reprimirla y dejé que el vómito cayera por completo sobre él.

De inmediato se detuvo, soltando maldiciones.

¿Qué esperaba? ¿Qué secuestrarme sería algo fácil? Pues no señor. Me había encargado de hacer su vida miserable en cada ocasión. Cuando él intentaba dormir, yo hablaba y cantaba con fuerza.

Cada vez que intentaba alimentarme, argumentaba que la comida no era de mi gusto y me negaba a comérmela.

Eso conllevó a que dejara de traerme comida y a los pocos días enfermé. Según él, jamás había tenido que usar la magia para curar a alguien, así que no sabía bien cómo hacerlo. La fiebre fue alta y los vómitos duraron dos días, pero había logrado recuperarme. Se arrepintió tanto, que había incluso dejado de oscurecer mi visión. Fue divertido ver a un brujo obsesionarse con magia curativa.

Sobre todo, considerando que él era mi enemigo. Aun así, se preocupó por mí. O quizás estaba preocupado por lo que Dominik le haría si me dejaba morir.

—Tú...

—Te lo advertí —me encogí de hombros—. Tú no quisiste escucharme.

Soltó un suspiro exasperado, pero no me dejó caer. Siguió caminando a una velocidad un poco más aceptable. Al cabo de unos minutos se detuvo. Y aunque intenté concentrarme en la magia, no fue posible para mí percibir nada con exactitud.

Para poder utilizar la magia, necesitaba mucho tiempo y estar en calma.

Y no era capaz de utilizarla como tal, pero sí que me servía para comunicarme con las cosas a mí alrededor y así ver, incluso con los ojos vendados con magia.

Me dejó en el suelo, amarrando mis manos con lo que parecía ser una cuerda rústica que lastimó mis muñecas. Me revolví, sin intenciones de ponerle las cosas fáciles.

—Quédate quieta.

—Vete a la mierda.

Un golpe sordo fue lo primero que percibí, pero luego el dolor llegó hasta mi mejilla. No necesité ver para saber quién fue el responsable. Sentí el odio subiendo desde mi pecho hasta mi garganta, las ganas de incendiar todo este lugar hasta reducirlo a cenizas.

Con el ardor de las lágrimas en mis ojos, moví la mandíbula por instinto.

—Vaya, vaya. Dominik Black tiene la mala costumbre de abofetear mujeres.

—Cállate.

—¿Piensas que voy a obedecerte o algo así?

Y haciendo uso de mis nuevas y recién adquiridas habilidades, levanté mi adolorido rostro hacia donde se encontraba, apunté con cuidado y lancé un escupitajo justo en su rostro, sonriendo con inocencia.

No parecieron sospechar de cómo lo hice. Dominik se limpió el rostro con un pañuelo que algún imbécil le tendió. Me miró con odio, como si quisiera desaparecerme.

Tranquilo, abuelo Black, el sentimiento es mutuo.

—Maldita perra.

—Oh, no sabía que su mamá estaba aquí, señor Black —fingí estar avergonzada.

—¡Juliette, ya cállate! —gritó Barret.

Sabía que él solo quería apagar el incendio que yo estaba provocando, pero eso solo me hizo enfadar más.

—No, no lo haré y lo sabes bien. Este es el momento en que me encargo de mostrarles que no planeo colaborar en ninguno de sus planes y que el dolor físico no me da miedo. Si es por mí, ambos se pueden ir derechito a la mierda y llevarse a todos los que están aquí con ustedes.

Noté entonces que estaba rodeada de al menos cinco vampiros. Por mi agitación, no supe bien dónde me encontraba o cuáles eran sus planes para mí.

—Te crees valiente porque crees que Donovan vendrá por ti, eh.

—No —sonreí sin dejarme intimidar—. Estoy contando con que él no vendrá. No va a arriesgarlo todo por mí, así que pueden quedarse a esperar sentados.

—Oh, que inocente —sentí una mano asquerosa rozar mi cara—. No estamos esperando a Donovan.

Entonces, cuando menos me lo esperaba, me tomó del cabello con fuerza. Quise gritar por el impacto y por el dolor, pero me contuve a duras penas. Dominik acercó su rostro al mío. Y aunque no pude verlo, supe que estaba en peligro.

—¿Qué? —solté.

—¿Sabes algo? Esto me está estorbando —Y antes de que pudiera darme cuenta, alguien le cedió una daga.

Solo sentí mi cabello comenzar a caer al suelo. Dominik tomó un nuevo puñado de cabello, arañando mi cuello con la daga. Solo entonces noté sus intenciones y quise escapar.

Sentí un par de manos levantarme y colocarme junto a una pared. Mi cabeza comenzó a dar vueltas incluso en la oscuridad y por primera vez desde que me secuestraron, sentí miedo.

—¡Suéltame! —grité.

—No —una simple palabra, pero eso fue suficiente para poner mis nervios de punta.

Lo próximo que sentí fue frío. Y luego una mordida sobre la herida abierta en mi cuello.

Donovan estaba equivocado. Una mordida no era para nada placentera. Era brutal. Dominik comenzó a beber mi sangre como un animal hambriento y yo solo fui capaz de gritar. Lágrimas de desesperación comenzaron a inundar mi rostro.

Mientras más luchaba por escapar, él más se emocionaba.

—¡Suéltame! —grité de nuevo, hasta quedarme ronca.

Con Donovan, las mordidas eran un jugueteo. Solía pensar que era hasta un poco romántico alimentarlo con mi cuerpo. Y él, quién siempre fue cuidadoso, jamás permitió que me lastimara.

El dolor invadió mi cuerpo. Tan punzante, tan sordo. Y por más que luché, Dominik no me soltó hasta que estuvo satisfecho.

—Ah, es una lástima —murmuró con placer—. Pensé que serías una buena adicta a las mordidas.

No fue lo suficientemente astuto. Dejó una de sus manos a mi alcance y yo aproveché de morderlo con tanta fuerza que casi le arranco un dedo.

—Puta —llegó un golpe. Luego otro—. Necesitas un buen entrenamiento.

—Nunca voy a ser tu juguete —escupí—. No importa lo que hagas. Yo nunca voy a colaborar contigo.

—No necesitas hacerlo.

Al instante sentí algo insertarse en mi muñeca izquierda, provocando que gritara con toda mi fuerza. Sentí mi sangre gotear por mis manos y un tubo de al menos un centímetro de ancho incrustado justo en mis venas. El dolor fue tan fuerte que sentí que iba a desmayarme, pero me obligué a mantenerme consciente.

Todos los vampiros a mi alrededor se alborotaron al percibir mi sangre. Varios de ellos se arremolinaron en el suelo, a lamer las pequeñas gotas que se habían derramado. Sentí manos y respiraciones por todas partes. La magia me dejó saber que mi sangre estaba siendo extraída a través de un gran cilindro que insertaron en mi muñeca.

Sentí la lengua de un vampiro en mi antebrazo y luché por apartarme, provocando que más sangre salpicara por todo el lugar y más sangre lamieran con desespero aquellas bestias hambrientas.

—Oh, no te preocupes. Tu cuerpo tiene la capacidad de sangrar por días enteros. Te esperan unos días de diversión extrema, Juliette. Y no habrá nadie que pueda salvarte. Buena suerte.

—Voy a matarte —juré, con lágrimas de sangre corriendo por mi rostro—. Te juro por la diosa Luna en la que tanto crees, por Dios, por las estrellas y por lo que más quieras. Voy a matarte y voy a disfrutarlo como no tienes idea.

Como si la sombra que tapaba mi visión se acabara, lo miré justo a los ojos mientras juraba mi venganza.

Eso lo hizo enfadar. ¿O quizás era miedo lo que percibía en él? Tomando lo poco que me quedaba de cabello, me levantó del suelo hasta tenerme frente a él, mientras los demás vampiros lamían la sangre que quedaba en el suelo.

—Para eso tendrás que sobrevivir primero —sonrió con cinismo.

—Huye, Dominik. Huye mientras puedas, porque iré por ti.

Algo comenzó a arder dentro de mí. Un deseo de venganza latió en mi pecho y supe, sin lugar a dudas, que no iba a detenerme hasta saciarlo. Todos iban a pagar.



¡Hola, hola! ¿Qué tal? No les preguntaré si les gustó el capítulo, porque presiento que la respuesta será no.

Ya nos estamos acercando al finaaaal. Todos estos capítulos son super intensos, así que vayan preparándose. 

Recuerden que tenemos dos capítulos adelantados en otro lugar, pueden ir a buscar más información al respecto en mi facebook o en comentarios anteriores. Recuerden que al leer allí también me apoyan, así que los espero por allá.

¡Nos leemos pronto! 


Continue Reading

You'll Also Like

2.1K 43 6
Cuando por fin acepté su muerte y me hice la idea de que no volveré a verla jamás, los problemas regresaron años después sólo para recordarme que si...
5.6M 423K 81
Hades Parker no es normal, él tiene un tipo distinto de placer, disfruta jugar. No, no es el tipo de juego de PlayStation, él encuentra pasión en ot...
12.2K 1.9K 18
Lana es la chica perfeccionista que no tolera ni una falta de ortografía o una palabra mal pronunciada, y esa es la clave para que Finn logre hacerse...
1.5K 72 6
_hola gente hermosa y preciosa_ Esta historia trata de como consigues una linda historia de amor entre T/N y Denki Kaminari, es una mini historia :3