Capítulo 38: Ya te estoy odiando.

15.9K 2.4K 1.2K
                                    

Levanté mi mano derecha, frenando en seco los movimientos de Donovan, quien se acercaba a mí a gran velocidad. Sus ojos brillaron como un par de rubíes, listo para atacar a mi hermano menor si la situación lo ameritaba, sin embargo, obedeció a mi muda petición.

Se quedó congelado en su lugar, listo para intervenir.

El cuerpo de Justin impactó contra mí, llevándome de golpe al suelo. El dolor impactó en mis nalgas, pero no tuve tiempo para pensarlo demasiado porque sentí unos colmillos rozarme ligeramente el cuello. Sabía que Donovan aún quería apartarme de él, ponerme a salvo.

Pero no había nada de lo que salvarme.

Enterró su cabeza entre mi hombro y mi cabeza, llorando amargamente, mientras se aferraba con fuerza a mí. Su abrazo era doloroso, pero dolía más saber que ahora era un vampiro, por mi causa. Estuvo a segundos de atacarme, pero aún así no me permití dudar. Calmé los latidos erráticos de mi corazón y le correspondí al abrazo más doloroso de toda mi vida.

Yo los había expuesto a esto. Fui muy ilusa al pensar que podría protegerlos siempre. No me había preparado lo suficiente para lidiar con esto. Sabía poco o nada sobre cómo los vampiros convertían a los humanos. No tenía idea de cómo se debía estar sintiendo, con todas estas nuevas cargas y sensaciones.

Lo sentí contenerse con todas sus fuerzas para no morderme. Su cuerpo temblaba contra mí.

No le tenía miedo. Jamás me haría daño. Yo confiaba con plenitud en Justin. Incluso cuando era claro que se encontraba inestable y peligroso.

—Está bien, mocoso. Estoy aquí —susurré suavemente en su oído—. No tengas miedo, yo te sostengo.

Le devolví el abrazo, sintiéndolo llorar contra mí. Las lágrimas también quemaron en mis ojos, pero tenía que actuar con calma. Si yo me rompía en este momento... ¿Quién uniría todos nuestros pedazos?

Después de todo, yo era su hermana mayor. La persona que siempre cuidó sus espaldas y que siempre curó sus heridas. Era mi responsabilidad cuidarlo, por lo que tenía que ser fuerte, por él. Por ambos.

Donovan se congeló en su lugar, sorprendido. Probablemente nunca había visto algo como esto, un vampiro recién convertido contenerse frente a alguien sangrante. Y no cualquier persona, sino que además era la pareja del monarca. Solo por eso mi sangre era incluso más tentadora.

Pero él no me mordió.

No lo hizo y yo jamás me sentí tan terrible. No lo hubiese culpado si me mordiera, después de todo. Estaba dispuesta a aceptarlo si eso significaba aliviar un poco su dolor.

Porque Justin estaba sufriendo, mucho más de lo que en mi vida le vi sufrir.

—Perdóname —susurró, con voz rota—. Perdóname, Juls. Yo no estaba pensando... Fui un idiota. Lo siento, lo siento tanto.

—No tienes que pedirme disculpas, Justin. Fui yo quién te hizo esto. Soy yo quién debe disculparse.

—No lo entiendes —gimió—. Ella dijo que no había vuelta atrás y yo aun así lo permití.

¿Ella? Fruncí un poco el ceño, pero Donovan solo negó con la cabeza. Su silencio fue señal suficiente de que él se encargaría de averiguar lo que había sucedido. Nuestra conexión era tan intensa que no necesitaba palabras para saber lo que él intentaba decirme.

—Voy a cuidar de ti. Te prometo que estarás bien, Just. Somos hermanos, jamás te dejaré solo. Y lo que sea que pase, estaré a tu lado.

Sus brazos se apretaron contra mí, provocando que me quejara por lo bajo. Era mucho más fuerte de lo que había imaginado. Sentí dolor y me costó un poco respirar debido a su agarre. Esa fue la gota que colmó el vaso para el monarca, por lo que se acercó hasta nosotros con cuidado y precauciones. Donovan lo apartó con suavidad de mí, permitiéndome respirar.

Donovan Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora