Capítulo 50: La Julieta que va a su encuentro.

11.8K 2K 670
                                    

Tener que revisar los bolsillos de un muerto no era tarea fácil.

Podría parecer algo sencillo de hacer, pero cuando veías a un vampiro caer inmóvil a tus pies mientras la sangre se derramaba desde su boca, como si la sangre que bebió lo estuviera quemando desde adentro, era un poco bastante traumático.

Además, sentía el absurdo —y quizás no tan absurdo—, temor de que cobraría la conciencia en cualquier segundo y rompería mi cuello antes de que yo pudiera hacer algo para defenderme. Sus ojos blancos y desenfocados me perseguirían en mis pesadillas. Estaba asustada, preocupada de que mi brillante técnica para defenderme de los vampiros no funcionara del todo. Temía que este cobrara vida de un momento.

Pero por suerte para mí, eso no ocurrió.

Los muertos no revivían, después de todo. Lo supe aquel día que Irelia murió frente a mí. Y sin importar cuántas veces supliqué y le imploré a cualquier deidad que conocía, ella no volvió a la vida.

Quise lanzarme a llorar, pero el tiempo apremiaba. Debía actuar rápido sí quería salir de aquí con vida.

Tomé las llaves y probé en la puerta las cinco llaves, sintiendo todo mi cuerpo temblar en el proceso, hasta que finalmente encontré la que funcionaba. Hice un pequeño baile por el júbilo, quizás por el pánico, quizás por la adrenalina que corría por mi cuerpo.

Mi estrategia fue lo suficientemente buena como para sanar las heridas más importantes en mi cuerpo. Por supuesto, cada movimiento seguía causándome dolor, pero podría sobrevivir.

Brett no estaba consciente. Sus heridas eran demasiado graves y la sangre se acumulaba a su alrededor, pero yo necesitaba de su colaboración, no podría escapar de aquí con él completamente a cuestas, no tenía la fuerza necesaria. Si lo tocaba, Donovan debería saber nuestra ubicación. Probablemente pudiera rescatarnos.

Así que me arriesgué y tomé su mano, sin embargo, no sentí nada.

Pero nada de nada.

La magia no tocaba a Brett, pero este se encontraba tan débil que no podía cancelar aquel hechizo sobre mí. Los poderes de Brett seguían siendo un misterio incluso para él, así que no tenía idea de cuándo volverían a funcionar.

Frunciendo el ceño, me dediqué a hacer un plan B en mi mente. Necesitaba actuar y necesitaba hacerlo rápido.

Me acerqué y me encargué de cada una de sus cadenas. Las lágrimas seguían cayendo por mi rostro, pero no tenía el tiempo para secármelas. Huir era la prioridad.

El cadáver a un lado mantuvo mis nervios de punta. ¿O quizás fueran los nervios de intentar escapar? No estaba segura.

—Brett, despierta —le di un par de bofetadas, sin resultados.

Apenas veía su pecho subir y bajar con dificultad, lo que terminó por desesperarme. Si Brett moría, todo acababa.

No solo porque lo necesitaba para anular la magia de Barret, no. Si Brett moría... Una parte de mí moriría por él. Terminaría por enloquecer y me daría por vencida. Aferrarme a él, era mi manera de aferrarme a la vida, así que no podía rendirme.

Le pedí a la magia que buscara a nuestro alrededor y solo logré encontrar una bebida que apestaba a alcohol, pero eso debía bastar. O al menos ayudar un poco.

—No es agua ni medicina, pero por favor, trata de beber un poco de esto.

Vertí un poco del contenido en su boca, viendo como bebía de a poco. No era mi idea emborracharlo, sin embargo, si era lo único que tenía para despertarlo, lo mínimo que podía hacer era intentarlo.

Donovan Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora