Capítulo 19, parte 2: Sonrojado como colegiala.

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La noche era tranquila y pacífica. Mi cabeza reposaba sobre el hombro de Donovan, quien a su vez reposaba la suya por sobre la mía. No dijimos nada por un rato, solo disfrutando del momento. Quizás ambos simplemente necesitábamos un respiro. Un segundo de tranquilidad dentro del enorme caos que era nuestras vidas.

Nuestras manos se entrelazaban, sus dedos jugando con los míos. Su toque se sentía cálido, aunque sabía que su piel era un poco más fría de lo que parecía.

Intimidad. Nunca había pensado en esa palabra. Nuestras pieles apenas se rozaban, como dos amantes que apenas acababan de descubrir el amor. Sin embargo, era la primera vez que sentía que compartía intimidad con alguien.

Era la primera vez que podía sentir que no estaba sola luchando contra el mundo.

—¿Te sientes bien aquí? —preguntó al rato.

—Es un poco raro —admití—. No estoy acostumbrada a tener tanto tiempo libre.

Su risa fue ligera. Como si le causaran ternura mis palabras. Pero yo estaba hablándole en serio. Los primeros días fueron muy apetecibles, sin embargo, conforme el tiempo pasó, la ansiedad y las horas libres comenzaban a pasarme factura.

Solía sobre pensar demasiado las cosas. A cada minuto sin hacer nada, mi mente se adentraba más y más en la oscuridad.

—Mereces un descanso.

—Todos merecemos uno. La vida adulta está lejos de ser aquello que imaginaba cuando era pequeña. Siempre estoy cansada, de mal humor y apenas tengo tiempo de respirar. A veces me pregunto si solo soy yo. ¿Acaso nadie más en el mundo se siente así? ¿Son ideas mías?

—No sé si los demás —Confesó en tono burlón—. No siento cansancio y poco necesito dormir, pero a veces... Es abrumador. Me paso todas las noches al menos cinco veces por tu habitación. Escucho tu respiración tranquila a través de la puerta y me vuelvo al despacho. A veces tengo miedo de que alguien vaya a traicionarme. Me preocupo porque no sé si estoy haciendo lo correcto.

—Julia ha ganado algo de peso —confesé—. Sus mejillas están mucho más regordetas. Jake dio un gran estirón repentinamente. Y Justin... Bueno, Justin parece estar mucho más saludable. Se ve menos pálido y enfermizo. No sé si es lo correcto, pero mis hermanos están mucho mejor desde que llegaron aquí. Yo también lo estoy... Lo correcto o no, estamos bien. Yo también fui parte de esta decisión.

Estaba siendo sincera. No podría explicarle las grandes mejorías y cambios que todos tuvimos una vez llegamos aquí. Incluso con todos mis miedos y temores, debía admitir que fue la mejor opción posible.

—Gracias.

Fue una simple palabra saliendo de sus labios, pero pude notar todos los sentimientos en su voz.

Sintiendo que el ambiente se ponía un poco pesado, decidí hacerle una pequeña broma.

—Entonces —comenté con tono ligero—. ¿Es cierto que no te cansas?

—Por supuesto, el monarca de los vampiros tiene habilidades extraordinarias —me guiñó un ojo con coquetería—. ¿Quieres averiguarlas por ti misma?

—No, gracias —negué con seriedad.

Aunque si debía ser sincera conmigo misma...

—¿Tienes frío? —preguntó al notar que tuve escalofríos.

No era frío exactamente lo que sentía, pero no iba a decirle eso.

—Está helando aquí afuera.

Se levantó del banquillo sin más. Lo observé, un poco confusa. Hasta que noté que se quitaba la chaqueta y la colocaba sobre mis hombros. Sonriendo, me ofreció su mano. Y yo la tomé, como si estuviera siendo víctima de un hechizo.

Donovan Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora