Sky's Mayhem

By LuvyDragon

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Muchas veces se tienden a tomar cosas por sentado, así sea inconscientemente. Incluso cuando no se desea toma... More

Aclaraciones
Prefacio
El Extraño
El Chico Del Arco
Una Sonrisa Falsa
Otro Invitado Sin Invitación
El Poder De La Palabra
El Naufrago
Vongola
La Bendición Del Cielo
Algo No Está Bien
Alguien Falta
En El Ojo De La Tormenta
El Doble Filo De La Lluvia
La Problemática Del Trueno Y Rayo
El Enigma De La Niebla Y Espejismo
El Brillante Sol
La Imparable Nube
Un Cielo Molesto
La Verdadera Cara Del Cielo
Revelación
Storm
Rain
Lighting
Sun
Mist
Cloud
Despedida
Arcoiris
Siglos Más Tarde
Sky

Una Visita Inesperada

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By LuvyDragon

- ¿Mejor ahora? – El chico de ojos azules tenía el ceño fruncido, preocupado. Era innecesario, pero por más que se intentara explicar… - ¿Por qué no to tomas un mejor cuidado de ti mismo? – Esto fue con una cara triste, preocupado y algo irritado.

Giotto no debía de tener idea de cuan expresivos podían ser esos ojos suyos, lo cual era una lástima. Aunque quizás era lo mejor, de otra forma Giotto los usaría como arma, y a nadie le convenía tal cosa.

- Sa Sa, no seas tan duro Giotto. -  El único que en verdad no estaba molesto con él, honestamente. – Los años ya le están pegando.

Lo acababan de llamar viejo. ¿Debía de tomar ofensa o reírse?

- ¡Por eso y más debe de cuidarse mejor! – Estallo G, casi lanzando la sopa a Giotto sin darse cuenta. Una sopa bien caliente, de paso. – Su cuerpo ya no es el mismo, ¡puede complicarse! – Eh, no estaba tan viejo…

- No tanto eso, ¡es que son por estupideces! – Debería de sentirse ofendido por esto, pero… - ¡Siempre es por estupideces!, ¿cuánto apostamos a que no se abrigo y salió como si nada en pleno invierno otra vez?

- Hmm. – Hasta el chico apoyado en la pared a unos cuantos metros, metiéndose con unos polluelos, concordó. 

- ¿Ves?, ¡hasta Alaude concuerda! – Giotto suspiro profundamente, con desgano pasando una mano por su pelo. – Nos vamos por una semana y mira lo que pasa. – Nadie se atrevió a negarle nada. Era la verdad. - ¿Que vamos a hacer con…? – El chico rubio se apagó, su rostro adquiriendo alarma. – Hey, ¿qué pasa?, ¿qué te duele?, ¿por qué lloras?

- N-Nada. - ¿Cómo explicar?, ¿cómo? – Estoy bien.

Ninguno de los chicos le creyó, pero ninguno se atrevió a contradecirlo. Era la primera vez que venían al hombre llorar, incluyo luego de tantos años juntos. Era una vista extraña, y más que eso daba una sensación que les daba nerviosismo y confusión a los cuatro. No sabían porque, y no sabían cómo interpretarlo. No era simplemente el hecho de ver a una de las personas más fuertes que conocían, a una que siempre había estado allí, llorar. 

- Solo me recordaron a mi familia. – Cualquier pregunta que podrían haber tenido y cualquier incomodidad con las lágrimas murieron ante tales palabras.

- ¿Tu familia? – Este fue Asari, sin sonreír, en voz baja. 

Tanto tiempo con él y jamás habían preguntado u oído que el hombre tuviera familia. Nunca lo pensaron, y en cierto modo eso los hacía sentir mal. Giotto y G eran casos especiales, ninguno tenía familia, así que era un tanto extraño. Asari, por otro lado, tenía a los monjes, y entre ellos a sus padres. Alaude solo tenía a su padre y a su tío. Este hombre conocía sus historias, pero ellos no tenían idea de…

- Si. – Les sonrió, de esa forma que siempre les decía que todo estaba bien, que los hacia sonreír a ellos también y olvidarse de lo malo. – Ellos solían pelearse entre sí cuando no me sentía bien, tal y como estaban haciendo ustedes. – Antes de que pudieran negar tal cosa, porque en verdad eran solo discusiones, agrego: - Claro que la pelea era mayormente para ver quién de ellos me cuidaba, incluso si a la final todos sabían que a lo mucho permitiría turnos. 

- ¿Turnos?, ¿por qué no podían quedarse contigo hasta que mejoraras? – G le empujo el plato de sopa, acordándose de ello a último momento y así diciendo que se lo tomara todo. 

- Tienen trabajos demandantes, todo el tiempo están de un lugar a otro. – La sonrisa bajo, pero no se fue totalmente como habían esperado. – Cada quien por su lado, aunque algunos se ven más que otros. Muchos dependen de ellos, no podía permitirles quedarse conmigo mucho tiempo solo porque no me sienta bien. – Lo siguiente era como una cachetada: - Estaré bien, no tienen por qué quedarse o atrasar sus planes por mí, no han terminado su operación, ¿me equivoco?

Operación, más como una emboscada. Le preguntarían como sabia eso si no fuera porque no era la primera vez que el hombre les hacía algo así. Caballos, Tulipán o alguna de las otras aves, cerca cuando necesitaban ayuda. O el mismo hombre. Nunca pareció tomar mal el repentino rumbo que habían agarrado para hacer justicia y proteger a la gente de los grupos mafiosos. No pregunto, y ahora que lo pensaban quizás lo sabía desde el inicio.

- ¿Podrías decirnos un poco sobre tu familia? – Giotto pregunto en lugar de indagar o negar tales afirmaciones del hombre que prácticamente lo había criado desde que lo tomo bajo su ala, enseñándole todo lo que sabía. - ¿No tienes un trabajo como ellos?

¿Siquiera sabían en donde estaba ahora?

- Mi trabajo era asegurarme que no hicieran tonterías, lo cual no han hecho en mucho tiempo. - ¿Tonterías? – Así que no tengo trabajo, y por ello me permití viajar y aquí estamos. - ¿Por qué Giotto sentía que había más en eso que lo que estaba oyendo? – Bueno, puedo decirte que se parecen mucho a algunos de ellos. Desde el mal genio y actitud solitaria a matar a alguien con solo su mirada, como Alaude, solo con un toque en las reglas. Un vigilante, uno que no dudara en hacerte una pulpa, si se me permite decirlo.

- Genial, otro Alaude… - Alaude, por supuesto, dio muy mala cara ante esto, mas no dijo nada. En todo caso, Alaude quería conocer a esta nueva persona.

- Tienes a uno de los más cercanos a mí, usualmente toma todo como un juego y siempre sonríe, es muy bromista y no se preocupa por muchas cosas. Es un asesino inclemente, aun así. – Espera, ¿qué?

 - ¿Has dicho asesino? – Tenía que estar bromeando…

- Si, eso he dicho. – El hombre no estaba jugando. Ojos chocolate muy serios dieron con ellos, no había sonrisa. – Si amenazas a algo que él ame, como la familia, por ejemplo, te matara. Así de simple. No suele pasar mucho, nadie es tan idiota, afortunadamente. Aparte de eso, es muy similar a Asari, solo que muy bromista y juguetón como he dicho antes. – Su mirada ahora paso a G, volviendo a sonreír. – Uno de ellos siempre trataba de estar cerca de mí, no estoy seguro de porque, tal y como G y es contigo Giotto. Tienen el mismo mal carácter, así como la misma lealtad y determinación. Si hay algo que los diferencie, sería que G no es tan impulsivo ni tan dado. – Esto era tanto como un insulto como un halado. Era difícil para G no molestarse.

- ¿Qué tal un nombre? – Aunque era mucho pedir… - Tal vez algún día los conozcamos y bueno… - Un nombre no estaría demás…

Por un momento el hombre pareció luchar para no reírse, pero a la final:

- Podría darte nombres, pero no creo que te sirvan. – Era alguna especie de broma, tenía que ser. – Ninguno sabe el nombre del otro, solo títulos. A diferencia de lo que podrías creer, todo comenzó como una relación laboral y aun ahora gran parte de nuestra relación sigue en esas líneas. No es como tú y tus amigos Giotto, no es una relación mágica como la de ustedes… 

- Pero-

- El que es como G se le llama Storm, el que es como Asari se le llama Rain, el de Alaude es Cloud. – Pues… eran nombres raros. ¿Acaso eran de otro idioma?, ¿acaso este hombre venia de tan lejos como otro país?

Eso explicaría un tanto las diferencias físicas y de conducta que tenía. Vaya.

- También esta Mist, aunque son dos. - ¿Dos? – Gemelos, un hombre y una mujer. Les gusta hacer bromas, uno es más tímido y educado que el otro, pero son secretivos y suelen incomodar a los demás. Y dar dolores de cabeza y sustos de a gratis, pero bueno… - Ahora lloraba con más ganas. Oppps. – Sun, creo que odiarían y amarían a Sun. Es muy buena gente, pero nunca se cansa. Energético y algo tonto, nunca para. Luego tienes al que casi siempre duerme y es el menor de todos: Lighting. Es muy mimado, así que casi siempre hace escandalo para que le den atención, y termina en problemas por eso…

- Son un montón, caray… - ¿Si eran tantos como estaba aquí con ellos?

- Moon es la hermana de Sun. Es más calmada, siempre escucha y casi siempre está sonriendo. Muchos la adoran por su belleza. Meterse con ella es lo mismo que buscarse una pelea con Sun, así que muchos la dejan en paz. Luego esta Snow, que es muy frio y callado, de mal carácter, y aparece cada cierto tiempo. No es alguien que conozca mucho, suele evitarme. Tienen a Star, que siempre está allí y suele pasar desapercibida por más que trate de relucir. Nunca quieres molestarla, te lo aseguro. Y esta Aurora, quien rara vez aparece y si lo hace es por poco tiempo, así que… no la conozco mucho, si soy sincero.

Pero los extrañaba, era obvio así no lo dijera. Habían estado más de una década juntos, ¿no deberían de haber…?

- Bueno, ellos se lo pierden. – Todos miraron a Asari, sin entender, incluyendo al hombre de ojos chocolate. 

- Asari. – El hombre murmuro luego de un momento, comprendiendo finalmente lo que el chico quería decir. 

No fue ninguna sorpresa para Asari que todos terminaran abrazados por largos periodos de tiempo ese día. Lo único malo era que esa noche tenían una operación, y el hombre quedo solo por un par de días. O eso creyeron.

En medio del invierno, afortunadamente apenas amaneciendo, un joven de pelo verde bajo de caballo, el ceño fruncido, sacando un mapa por solo Dios sabe cuanta vez esos días. El joven estaba casi seguro de que ya había pasado por esa zona, que ya debería de haber llegado a la casa de sus padres. Era su primera vez solo e iba atrasado como era. Sus padres no iban a estar felices, aunque sabía que la preocupación seria solo por unos días y luego sería como si nada hubiera ocurrido, dejándolo en paz para hacer lo que quisiera con solo los sirvientes como compañía.

- Creo que estamos perdidos amiga. – No estaba loco, ya habían pasado por esta zona varias veces. Eso, o esa forma de roca era bastante común por estos lugares. Si, estaba perdido y no tenía ni idea de donde estaba.

Y ya que estaba perdido, suponía que no importaba si andaban por caminos distintos al sendero que ya debían de haber pasado varias veces y de alguna forma dar la vuelta. No hacía daño, ¿verdad?, como sea eso no iba a cambiar que estaba perdido. Quizás lo ayudaría o lo perdería aún más. Que dolor de… ¿uh?

- ¿Es eso una casa? – Una enorme, pero si eso era una casa, eso significaba… - ¡Comida! – Y ayuda. Nadie podía culparlo por pensar primero con el estómago, ¿no es así?

Dentro de la casa, un hombre fue despertado por los golpes insistentes en la puerta. Con cansancio y mucho sueño, el hombre se levantó con suma pereza. Su aspecto era un desastre, pero ya que habían llegado tan temprano y lo habían visto en peor estado, el hombre no venía nada de malo en que lo vieran así. Despeinado, recién levantado, y con mal aliento. Ah, y sin su abrigo o sus botas. Era solo por un momento así que no pasaba nada.

- Buenos días, perdone el atrevimiento, ¿podría decirme en dónde estamos? – Un segundo o dos antes de agregar: - ¿Por causalidad tiene algo de comer?

Luego del momento necesario para captar que no eran los chicos y que había un chico con pelo verde en su puerta, sonriendo un tanto avergonzado y congelándose y lleno de nieve, el hombre de cabello marrón chocolate se apartó lo suficiente para dejar pasar al desconocido. 

- Si me das un momento hare algo sencillo para ambos. – Que forma de iniciar la mañana, cielos… - Y estamos en el paso del oso, en…

Luego de un desayuno, un largo descanso, y detalles con mapa incluido de donde estaba, el chico de pelo verde se quedó un par de días. O al menos hasta que llegaron los otros chicos. ¿La razón?, no quería dejar a un señor tan amable por su cuenta cuando estaba enfermo y con malestar. En especial cuando estaban en pleno invierno.

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