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|Confío en tí|
𝚂𝙾𝙿𝙷𝙸𝙴
Estaba sentada en el banco del pasillo esperando a que el director me atendiera. En mitad de la clase de química, el profesor Harris me dijo que el director quería hablar conmigo sobre algo. Así que allí estaba, impaciente y preocupada pensando en lo que le iba a pasar a Isaac. En medio del entreno de lacrosse de esa misma mañana, el sheriff llegó al campo y le dio a Isaac la noticia, su padre había sido asesinado. Obviamente él era consciente de eso, pero Noah no lo sabía, así que se lo llevó para hacerle unas preguntas. Stiles nos advirtió de que si la policía sospechaba de que Isaac era quien había matado a su propio padre, lo tendrían en una celda 24 horas. Y eso para era un problema, porque era noche de luna llena, y de esa forma no podríamos controlarle. Porque a cambio de Scott, Isaac si que tenía necesidad de mutilar y matar.
Podía llegar a entender porqué Derek le había elegido. Siendo Isaac un chico indefenso al lado de su padre, seguro que le prometió que todo eso cambiaría con el mordisco. Stiles aclaró también que la policía no podía retener a Isaac a menos que tuvieran pruebas o un testigo. Y en ese caso, tenían a Jackson, que era vecino de Isaac.
Escuché la conversación que tenía el sheriff con Jackson en la oficina del director. Podría darme información que luego tendría que transmitir a los chicos.
—¿Me estás diciendo que sabías que el padre de Isaac le pegaba? —preguntó el sheriff al otro lado de la pared.
—Más bien le daba unas palizas de miedo —corrigió Jackson.
—¿Tú alguna vez se lo has comentado a profesores? ¿Familiares? ¿A alguien? —dijo Noah.
—No, no es mi problema —contestó Jackson.
—No, no, claro que no —dijo el sheriff sorprendido por la gran ignorancia del chico—. Es curioso que los niños que sufren maltrato son los que menos lo merecen.
—Si... —dijo Jackson—. ¿Qué dice?
—Hemos terminado —dijo el sheriff.
Salió con un oficial de la habitación y me saludó antes de seguir con su camino. A los segundos después, salió el director para recibirme. Me quedé con la boca abierta al ver que el hombre que estaba al cargo había sido substituido por otro. Y que este en concreto, fuera Gerard, el abuelo de Allison, de quien ahora ya sabíamos el nombre.
—Hola, Sophie —dijo con una asquerosa sonrisa—. Me han hablado mucho de tí.
—Yo también he oído hablar de usted —contesté levantándome. Me dejó paso y entré en su oficina. Nos sentamos cada uno en nuestros respectivos asientos y el silencio invadió el ambiente. Abrió mi expediente y lo leyó detenidamente para luego comentarlo en voz alta.
