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Había sucedido. El juicio había concluido.

Los ojos de la menor brillaban inundado por sus lágrimas. Sus brazos se aferraban con fuerza al pequeño cuerpo de Daniel quien sonreía por sentir el calor de su hermana despues de tanto tiempo.

—Por fin todo acabó. —sentenció el menor observando a su hermana con una amplia sonrisa en sus pequeños labios— ya no más golpes, ¿Verdad, Val? —el brillo en sus ojos al saber que no debería vivir bajo el techo de su madre era genuino y desgarrador para su hermana.

—Si, pequeño, no más golpes. —susurró acariciando sus mejillas con dulzura.

Una mujer de cabello rojizo se acercó a ambos y colocó su mano en el hombro del menor, logrando que éste la observara con intriga.

—Debemos irnos. —anunció la pelirroja, observando como los pequeños ojos de Daniel volvían hacia su hermana con confusión.

—¿Val? ¿No iremos a casa? —la menor volvió a aferrarlo entre sus brazos con fuerza, sollozando aún mas.

—Prométeme que serás un buen niño, Daniel. Y nunca olvides que pase lo que pase, siempre te amaré. ¿De acuerdo? —las manos de la mayor tomaron con delicadeza sus mejillas, grabando en su memoria aquella angelical mirada, llena de confusión por lo que estaba sucediendo— No dejaré de luchar por nosotros, Daniel. No pararé, lo juro por lo que dure mi vida. —la mujer pelirroja tomó la mano del pequeño y comenzó a caminar, guiando al niño confundido, alejandolo de su destrozada hermana quien lloraba con todas sus fuerzas, derrumbada en el suelo de aquel juzgado.

—No... ¡NO! ¡VALERY! ¡NO DEJES QUE ME LLEVEN! ¡NO QUIERO IRME! ¡VALERY!

Las puertas del lugar se cerraron, dejando resonando aquella suplica en el lugar, torturando a la joven ojiazul, recordándole aquella promesa que no había podido cumplir.

~*~*~

—Señorita Street, ¿Podría relatar a todo el jurado sobre el comportamiento de la señora Levington como madre? —la incentivo Louis mientras Valery observaba fijamente a la mujer que le había dado la vida y asintiendo con firmeza. La mujer ya había dado su testimonio, e incluso había enfrentado las interrogantes de Louis, ahora era su turno de dar su versión.

—Señoría, con todo respeto, esa mujer de allí no debería ser considerada madre. —la mayor trago saliva al oír a su primogénita hablar— Pues una madre de verdad, no trae al mundo niños para obtener un beneficio, y es lo que precisamente esa mujer buscaba al tenernos a mi hermano y a mi. Yo nací con el propósito de aferrar a mi padre, un delincuente que hoy en día se encuentra tras las rejas pagando su condena. Mi hermanito, Daniel, nació solo con el propósito de ser una fuente de ingreso proveniente del estado. Esa mujer no quería tenerlo, estaba decidida a abortar, pero al saber que el estado le daría dinero por mantener a sus hijos, no dudo un segundo en seguir adelante. Dinero, que por cierto, jamás fue usado más que para drogas y alcohol, su señoría.

— ¡ESO ES MENTIRA! —gritó con furia su madre levantándose de su asiento.

—¡Protesto, su señoría! —intervino su abogado quien la acompañaba.

—Denegado. Continúe, señorita Street. —anunció la jueza observando a la ojiazul.

—Cuando Daniel nació la única que lo cuidaba era yo, una niña de solo 10 años cuidando de un bebé recién nacido. Me encargaba de que el pequeño no se ahogara en su propio llanto mientras nuestra madre se drogaba y acostaba con extraños en el mismo lugar que sus hijos se encontraban. Me gritaba que debíamos estar callados mientras ella se drogaba hasta la inconsciencia con extraños dentro de esa casa, y los golpes llegaban cuando el bebé lloraba o hacíamos el mínimo ruido. Si algo no negaré es que tuve la suerte de poder asistir al colegio, pues bien sabido es que debía presentarme para que ella pudiera cobrar dinero por mi asistencia.  Y aunque aquellas pocas horas fuera de mi hogar eran un aire fresco para mi, eran la tortura para Daniel.

—¿Podrías relatar la noche que huiste de tu hogar? —la interrogó Louis.

—Fue días luego de mi cumpleaños. Recuerdo estar en mi habitación, preparandome para mis exámenes, pues aún era estudiante. La puerta se abrió y esa mujer apareció acompañada de un extraño. El hombre me observó con una sonrisa que jamás olvidaré y le hizo entrega de un par de billetes acompañados de una bolsita de drogas. Aún recuerdo sus palabras. “Ya que el estado no me pagará por ti, te tocara trabajar” En ese momento sentí tanto miedo, ella simplemente dejó a ese hombre en mi habitación y se fue a la sala a drogarse. Luché con mis fuerzas contra aquel ser, envuelta en lágrimas, si no hubiese sido por una lámpara a un lado de mi cama aquella noche ese monstruo se habría aprovechado de mi. —Valery no se había dado cuenta, pero sus mejillas poco a poco se bañaban con sus lagrimas, aquellas silenciosas que solo las causaban aquel doloroso recuerdo— el hombre quedó inconsciente, y yo no dude en tomar mi mochila y huir de allí, cuando salí de mi habitación por la ventana, me asomé a la ventana continua, allí estaba Daniel, estaba aterrado por los gritos que había oído. Él quiso huir conmigo, pero no podía llevarlo, no sabía que sería de mi. Aunque me dolió demasiado dejarlo allí, creí en su momento que sería lo mejor y le prometí que lo rescataria, que nos iríamos juntos de allí. Y es por eso su señoría que aquí estoy, pidiéndole a usted y a todo el jurado que me entreguen a mi hermano, que me permitan darle la vida que merece, detener el infierno que es vivir bajo el mismo techo que ese ser. —la mujer quería gritarle pero su abogado se lo impedía, varios jurados estaban conmocionados, he incluso otros se hallaban con lagrimas en sus ojos.

—No más preguntas, su señoría. —Louis regresó a su lugar y la joven le sonrió. Ambos sabían que podían lograrlo, Zayn, quien se hallaba en los asientos detrás de Louis la observaba con orgullo, por contar su historia y por ser la mujer más valiente que jamás hubiese conocido.

Luego de aquel pequeño momento, el abogado de su madre caminó hacia ella y la observó con superioridad. La menor tembló, tenía un mal presentimiento...




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