01 | Lo que quiero, no es lo que necesito

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—Piérdete, idiota.

Auch.

¿Qué no decían que la gente de este lugar era amable y divertida además de ser buenísima para bailar la Lambada?

Él es malísimo para lo último, enserio, pero estaba seguro que cubría las primeras dos expectativas pero con altos estándares. Tan solo mírenlo, es bien parecido, tiene los mejores temas de conversaciones para prevenir el aburrimiento además de los mejores chistes.

El mejor peinado.

El mejor perfume.

¡Incluso tiene el sentido de la moda más desarrollado que cualquier otro jugador de su generación!

—Oye, amigo...hic..., hay una morena allá adentro que me está esperando y...

Atsumu

Ah, Osamu, creo que enserio debimos insistir más en unas clases de karate de niños que en un curso para aprender a montar una jodida bici, de otra forma podría hacerle frente a este grandote y no me habría sacado el aire dejándome con el cuerpo encogido y unas ganas de matarme que no creerías.

La boca me sabe a óxido de pronto por el puñetazo anterior. A óxido mezclado con tierra, agua sucia y alcohol. Ah, y tabaco. Seguramente por haber besado a la morena esa. O a la rubia. O a alguno de los ligues por los que seguramente este fortachón de seguridad me ha embestido hasta terminar en el piso del maloliente callejón al que da la puerta de servicio del club en donde estoy.

No sé, justo ahora me duele la quijada terriblemente, la cabeza me da vuelta y tengo tantísimas ganas de vomitar.

—¿Eso es todo lo que tienes..?.—escupo graciosa y asquerosamente al suelo, porque, claro, ni dándome cuenta de la vergonzosa escena en la que estoy metido dejo de ser una persona irritable.

Mirando al mastodonte que me dobla, seguramente, la masa corporal, todavía me atrevo a escupirle sobre sus botas.

Samu, enserio, debes enseñarme a cerrar la boca en los momentos que sean necesarios. Sé que recientemente me has dicho que debo reformarme, que ya no soy un niño para estar montando peleas callejeras como la de ahora, que debo mantener la imagen profesional por la que tanto me he esforzado, misma a la que ahora no le hago ni un mísero honor.

Pero es que no encuentro otra manera.

Samu, te lo juro, no encuentro otra manera de dejar de pensar en él.

A pesar de que ya ha pasado un tiempo, los meses no son suficientes para dejar de mirar a Shoyo de la forma en la que solía hacerlo. O en la que todavía suelo hacerlo.

Incluso sigo teniendo sueños demasiado irreales a la vez de conmovedores con él. Sueños en los que puedo ver a Shoyo a mi lado

Tuvo uno de esos sueños conmovedores recientemente.

Y en él podía ver a Shoyo a mi lado.

A mi lado con un pequeño y ajustado bañador; presumiendo con naturalidad la exposición de su piel más bronceada que la de todos en el equipo, salpicándose de agua y de partículas de arena. Dios, ese sueño era bonito.

Era bonito correr hacia él, abrazarlo y alzarlo para luego caer los dos sobre la arena.

Pero lo único que abrazo ahora es la realidad y un montón de hojas secas.

La realidad materializada en las frecuentes salidas a bares, clubes o fiestas, es la misma de siempre. Siempre termina de este modo tan...lamentable. Buscando cualquier excusa para desaparecerme luego de los entrenamientos, lo único que busco es una momentánea compañía que me ayude a olvidarme de Shoyo por un momento.

Tatemae 【Haikyuu-SakuAtsu】Where stories live. Discover now