09 | Solo para decir que eres mío

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—¿Terminaron de ver Teresa? Kiyoomi, escucha, ya sé que eres un lento y sonso, y no sé cuánto tiempo y voluntad necesites para admitir que te gusta ese chico ¡pero necesito que me lo presentes ya! ¡Necesito hablar con alguien sobre lo mucho que odio a esa tipa! Dímelo ahora, ¿Miya es TeamTeresa o TeamAurora?

—Hermana, ahora no.

—¡Ahora sí, Kiyoomi! ¡De eso depende nuestra futura relación cuñado-cuñada!

Hiromi Sakusa debía ser la última opción a la que, forzosamente, pensaría en recurrir para conversar o pedir un consejo. Y no porque la relación con su hermana fuese precisamente mala. Debido a que era lo contrario -y pone CONTRARIO en letras mayúsculas-, no había nada que pudiese hacer una vez que Hiromi comenzaba a hablar.

Callarla era una tarea difícil, y Kiyoomi odiaba tenerla encima todo el día hablando de lo que fuera. Por lo mismo que no se callaba ni para comer, es que también parecía haber desarrollado un super poder absoluto sobre las personas, provocando que estas hablaran de lo que fuera, incluso si no tenían nada para conversar. Un poder, curiosamente similar, al que poseía Atsumu.

Así que la primera vez que le dijo a Hiromi acerca de él, no sabe ni en qué estaba pensando.

Quizá lo había tomado con la guardia baja.

O quizá simplemente era la frustración de Kiyoomi hablando por sí sola la primera vez que Miya le estampó un balón en la nuca por error durante un saque. Aquel tenebroso suceso había tenido lugar durante los primeros días en los que recién se integraba a los BJ y ese niño teñido se había presentado oficialmente delante de él como su senior.

Dios, que cualquiera que los mirara pensaría que el mayor es Kiyoomi y no ese ser parlanchín amante de los tintes de cabello.

Kiyoomi lo reconoció al instante, evidentemente. Habían estado juntos en la concentración hace poco, y le había bastado tener que interactuar con él forzosamente ese corto periodo de tiempo para saber que Miya era el tipo de persona que quería tener a 100 metros lejos suyo.

Por eso, la primera vez que habló con su hermana de él, enlistó un sin fin de defectos y demoró lo suficiente como para hacerle creer a cualquiera -no solo a ella- que tener a alguien como Atsumu de compañero era lo peor que podría pasarle a cualquiera, y que, desafortunadamente, él era ese cualquiera.

—Pero te gusta, ¿no? —la varita de incienso viene y va de la mano de Hiromi a través de la pantalla, y a Kiyoomi le da urticaria verla incapaz de dejarla en su lugar como la gente normal lo haría.

¿A quién había parido su madre?

¿Al octavo pecado capital?

—Vaya, Komori se echaría a llorar si supiera que encontraste a alguien mucho más molesto que él como para tener que quejarte conmigo.

Y es que de eso iban sus conversaciones la mayoría del tiempo con Hiromi.

O al menos así comenzaron, pues a partir de la primera vez que le mencionó a Miya, Kiyoomi supo que había cometido un error. No solo porque ahora no podía quitarse a su hermana de encima, junto a recibir sus llamadas inesperadas en cualquier momento, sino que ahora lo menciona cada que puede.

—¿Pasó algo con él?

Pasa todo con él, pero eso es algo que no puede decirle aunque es evidente que, conociendo lo buena que es Hiromi en leer sus gestos, no pase mucho tiempo para que lo deduzca sola.

Antes solo bastaba con ignorar sus insinuaciones sobre Miya y tomarla por loca al escucharla decir que si se quejaba tanto de Atsumu, un día, iba a terminar admitiendo que le gustaba.

Tatemae 【Haikyuu-SakuAtsu】Where stories live. Discover now