08 | Atrapado en un problema sin nombre

1.4K 118 285
                                    

Su primer pensamiento, al despertar envuelto en sábanas que no eran suyas, y que seguramente habían usado un montón de gente antes que él al hospedarse en esa habitación, fue de asco.

Dios, tendría que haberlas quemado antes o haberse negado desde el momento en que Atsumu sugirió que era mejor quedarse y pasar la noche ahí en lugar de solo asistir a la boda y a la fiesta unas horas y el mismo día tomar un vuelo de regreso a casa.

¿Cómo fue que lo convenció en primer lugar?

Siendo una persona sumamente delicada y enemiga de los gérmenes, tuvo que haber mandado a sanitizar correctamente esa habitación si su destino era dormir ahí. Y ese era el plan en cuanto terminara todo ese asunto de la boda si tan solo Atsumu no hubiera puesto esa expresión en su rostro y no lo hubiese arrastrado por todos los jardines de la finca hasta llegar ahí a una velocidad inhumana.

¿Por qué demonios no pensó en la cantidad de ácaros y sustancias, no fáciles de distinguir a la vista, que debían de haber tanto en el piso como en las paredes de ese cuarto?

De solo recordarlo, quiere vomitar.

Afortunadamente el hecho de recordar eso queda sepultado por otro tan pronto se estira y suspira. 

—Buenos días, Omi... —la cara somnolienta y satisfecha de Atsumu a su lado, sonriendo como un idiota y a la vez como un Sol, con el cabello despeinado y el rostro ladeado hacia él, parece centellar en su mente.

Se quedó, fue lo segundo en lo que pensó al abrir los ojos y verlo ahí.

Las veces en las que él tenía sexo con Ushijima, ¿alguna vez despertaron en la misma cama?

No culpa a Wakatoshi, aunque en realidad ese es un mal hábito suyo del que no se puede deshacer pues a la hora de buscar culpables, la culpa recaía en sí mismo y no en él.

Era Kiyoomi quien se despertaba antes para poder vestirse y recoger pedazos de su dignidad tirados en la alfombra de cualquier motel de paso.

Nunca volteó para atrás.

Nunca pudo hacerlo.

Y nunca pudo decir "basta" porque que Wakatoshi lo aceptara, a medias, era, para él, suficiente. Suficiente con saber que aunque rechazaba a todos, con él existió siempre cierta preferencia. Tenían mas o menos los mismos gustos, y eran tan serios y secos como un tronco viejo. No eran muy afectivos pero estaba bien porque a Kiyoomi nunca le gustaron las relaciones llenas de azúcar ni mucho menos las empalagosas.

Está bien, se repitió mil veces al colocarse correctamente la chaqueta, saliendo del lobby del hotel de turno.

Estaba bien, porque podían volver a hacerlo cuando quisieran, y no había reglas o explicaciones de por medio.

No lo culpa, porque al final fue su decisión seguir así.

Wakatoshi siempre fue claro y directo, y en un principio se negó a querer hacerlo con él. Pero le convenció. Le convenció porque fue insistente. Insistente en querer probar si eso que decían de la compatibilidad podía transformarse en algo más. Y porque se aferró, penosamente, a ser el desahogo de Wakatoshi al saber que era gay y que posiblemente ya estaba enamorado de alguien más.

Pero lo de ellos nunca iba a ser algo más. No si continuaba fingiendo, cada vez que le gustaba cuando en verdad dolía. Cada vez que fingía ser alguien más solo para satisfacerlo a él. Cada vez que sobrepuso el placer de Wakatoshi antes que el suyo, llevándose consigo toda su dignidad.

Odia los hoteles más por lo que le recuerda que por un tema de higiene, en realidad.

Odia los cumpleaños, porque si no era Komori, nadie más lo recordaba con emoción.

Tatemae 【Haikyuu-SakuAtsu】Where stories live. Discover now