1: Mi balón en tu balcón

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Mi balón en tu balcón

2017

Alejandra

A veces también hay que esperar para obtener.

Que ignorantes son las personas al pensar que conocen al amor de su vida en su adolescencia. Por ejemplo:

Yo.

Las mañanas de Marzo suelen ser frescas aquí en Bogotá-Colombia. Con mucha pereza acumulada en mi cuerpo y sin bañar me dirijo a la sala para esperar el desayuno o hacerlo yo misma, normalmente mi abuela siempre lo deja listo para todos.

¿Qué hora es?

Medio día.

Bueno, al parecer el desayuno ya no será necesario, suelo aprovechar mis vacaciones de navidad ya que iniciare clases pronto y duermo más de la cuenta.

El timbre de la puerta principal suena por toda la casa haciéndome brincar del susto, si pudiera tomar ese timbre y tirarlo por la ventana lo haría sin pensarlo dos veces. Tratando de no entrar en pánico, intento hacerme un moño alto y desordenado con la primera liga que encontré, esa era la moda.

Abrí la puerta con ganas de echarle agua caliente a quien fuera que estuviera molestando a la hora del almuerzo. Pero cuando estuve a punto de hablar y soltar mil y un insultos, me quede con la palabra en la boca.

Era un chico.

Era jodidamente guapo. Su cabello negro desordenado y unos ojos tan bonitos como para dibujarlos.

No babees.

— ¿Disculpa? —su suave voz me interrumpió—. Hola niña, lo siento, es que me mandaron a preguntar si no cayó a tu balcón un balón. Le pertenece a mi hermana menor.

Varios segundos observándolo me hicieron reaccionar. Él me había hecho una pregunta y yo ni siquiera le estaba poniendo atención a lo que me decía.

—Iré a ver.

Gire sobre mis pies descalzos. Mis uñas eran un desastre y mi ropa también. Sin dejar de tener en cuenta mi peinado. Estoy echa un desastre, y justo llega un chico lindo.

Subí las escaleras y me dirigí hacia la habitación de mi madre que era la del balcón y entonces sí, Allí estaba su pelota de color rojo con cuadros amarillos. Tome el balón en mis manos y me dirigí corriendo hacia las escaleras sin darme cuenta donde pise y en cuestión de dos segundos yo ya había rodado por las escaleras, Ya cuando sentí el último golpe fue que caí de culo y mi muñeca izquierda me comenzó a doler.

Me sobresalte cuando el chico de ojos bonitos se arrodillo frete a mí con una cara de burla en su rostro. Este bobo...

— ¿Estas bien? —tomo mi muñeca y pegue un grito del dolor.

—No me toques—Lo aleje.

—Mierda.

—Puede llamar a mi abuela—logre articular mientras me recostaba contra la pared para levantarme con un poco de esfuerzo.

El chico asintió empezó a buscar a mi abuela por toda la casa pero no había nadie.

—Oye ¿Cómo te llamas preciosa?

¿Me dijo preciosa? ¿Y este marica que se cree? Que falta de respeto.

Muy guapo y todo pero no caigo tan rápido ósea estoy al tanto de que los hombres mienten, las redes sociales me confirman todo eso.

—Soy Alejandra. No preciosa.

—Soy Juan —Me toco el hombro y lo mire sorprendida—. Mira, sé que soy un desconocido. Pero en realidad soy nieto del señor augusto, él vive a dos casas de aquí.

Si sabía quién era don augusto, era un hombre que tenía mucha familia, se podía decir que nadaban en dinero.

Asentí solo para no hablar y que la voz no me saliera chillona. Pero cuando me acorde de él dolor, empezaron a salir lágrimas y mi muñeca se empezaba a tensar.

El rápidamente se dio cuenta de eso así que me tomo en sus brazos y llamo a su padre quien me subió al auto y me llevó al hospital sin decir más nada.

En el camino llamé a mi abuela estaba molesta y preocupada, pobrecita ella había salido a comprar unas cosas al supermercado y por esa razón no estaba, pero le dije que estaba con el nieto de don augusto y se relajó un poco. No sabía la razón supongo que conocía a Juan ya que no me dijo más nada solo colgó la llamada.

Pocas veces en mi vida había tenido accidentes o caídas, normalmente tenía moratones en mis rodillas porque me golpeaba con las escales, mesas o sillas. Y mis manos siempre intactas la verdad.

Me vendaron la muñeca, dijeron que no fue nada grave. Yo aún me quejaba tratando de no llorar, Juan se dio cuenta y me pidió una disculpa. Ya era como la cuarta disculpa en todo el día.

—Lo lamento—Por favor tápenle la boca, ya me tiene estresada y estoy que lloro—. Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo.

—No fue su culpa.

—Lo siento de verdad.

—Si no deja de pedir disculpas ahora si me voy a molestar peor.

—¿Peor?

—Si.

Él sonrió y eso me hizo sonreír también.

Todo el trayecto de camino a casa fue silencioso. Pero cuando llegamos los regaños de mi abuela llenaban mis oídos a punto de salir corriendo.

—Señorita—mi abuela corre a abrazarme—. ¿Estás bien? ¡Tú muñeca! Vez lo que pasa por andar en ese celular.

Oh no, realmente el celular no tenía ni velas en este entierro.

—No abuela, me caí por las escaleras sin nada en las manos más que un balón...

Lo pensé un poco pero Juan José me interrumpió.

—Fue culpa mía, Señora Alicia—Juan mira apenado a mi abuela—. Sin querer mi hermana, Zoe, lanzo el balón al aire y se fue hacia su balcón. Entonces, Alejandra—me miro—. Quiso ir por él cuando yo mismo vine a pedirle el favor, y cuando estaba bajando las escaleras se tropezó y se lastimo. Lo siento mucho señora, es mi culpa, yo no debí dejar que mi hermana jugara en frente de su casa

—No te preocupes, Juan—Mi abuela sonríe—. Solo fue un pequeño accidente, mi nieta ahora se siente mejor y ya te disculpaste con ella. No te tortures más—ella se gira hacia la cocina—.Vengan, hice galletas.

Me quede en silencio, no quería alargar más la situación. Me agradaba este chico, y si admitía que era su culpa de alguna manera daría paso a que él no me caía bien lo absoluto cuando no era así.

Tampoco quise decir nada más durante el resto del día, luego de un rato Juan se fue a su casa y yo caí profundamente dormida sin antes escuchar el sermón de mi madre y de mi abuelo.

El Reencuentro ✔️ [YA EN FISICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora