30: Déjame sanarte

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Es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado.

 - Alfre Lord Tennyson



30

Déjame sanarte.


Loren

Noche del lanzamiento, Hawái.

—Señorita salinas, ¿Bailaría usted conmigo?—un hombre que pasa de sus cincuenta y que la verdad no esta nada mal me extiende la mano invitandome a bailar.

—Claro señor Robles.

El me da una sonrisa y me lleva a la mitad del salon, trato de estar lo suficientemente alejada para que no se inventen chismes. Pero es imposible, el hombre me toma de la cintura pegándome lo suficiente a él y mi cara está a centímetros de la suya me siento a un nivel extremo de incomodidad.

Mis manos están, una en su hombro y la otra la tiene el entrelazadas. Nos movemos a un ritmo lento y sonoro del piano. Mi vista se gira varias veces hacia la esquina del salón donde esta Angel con un vaso de wisky por la mitad.

Se lleva el vaso a sus labios y bebe un poco, cuando separa el vaso de sus labios se los lame y se ve tan malditamente sexy. Sus ojos se encuentran con los míos y en mi, siento las típicas mariposas.

El no deja de observarnos.

—Lo siento señor Robles—Me disculpo—. Me duele un poco la cabeza.

—No te vayas, podemos hablar un rato en mi mesa—me pega mas a el y comienzo a respirar con fuerza frustrda.

Sus ojos se posan en mis pechos y se llame los labios, eso si no se ve sexy.

—Suélteme.

—Podemos ir a un lugar más privado—hago una expresión de asco.

—No iremos a ningun lugar.

Reúno toda la fuerza posible para alejarme y el se queda atonito, me marcho hacia el balcón del lugar.

Me siento con las manos temblorosas en uno de los muebles que hay. Me abrazo fuertemente cuando el viento de la noche me atraviesa.

Y sus labios llegan a mi mente, su aroma varonil, la manera en la que deja su largo cabello. Suelto un leve suspiro.

—Fantaseando con un señor ya mayor, Barbie. Eso no está bien.

Su voz me estremece por completo pero no me giro a mirarlo, no quiero que vea que me hace sentir nerviosa, siempre he sido muy directa pero no sé qué me pasa, el hace que tartamudee cuando menos lo espero.

No respondo.

—Es de mala educación no contestar cuando te hablan—se pone frente a mí.

—No quiero ser educada—me levanto lentamente mirándolo de arriba hacia abajo provocándolo.

—No hagas eso.

— ¿Que? ¿Mirarte?

—No, volver a bailar con otro hombre.

Suelto una leve carcajada.

— ¿Quién eres para prohibirme con quien bailar y con quién no?—lo reto.

Me observa con atencion.

— ¿Qué quién soy?—me toma de la cintura y da un corto beso en mi cuello—. Soy quien provoca tus ganas de tocarte cada noche—sus labios están mojados y la sensación que me deja es increíble, muerde el ovulo de mi oreja y de mi boca sale un pequeño jadeo—. Y el dueño de cada orgasmo que has tenido últimamente.

El Reencuentro ✔️ [YA EN FISICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora