Paso extra: Eh, ni se te ocurra desaprovechar los regalos de la noche de bodas

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Cinco horas después de la boda.

La ceremonia y el banquete nupcial acabaron tarde, muy tarde. Demasiado tarde tanto desde el punto de vista de los estrictos horarios de los Recesos de la Nube, que solo en circunstancias excepcionales como aquellas se permitían ser un poquito más laxos, como desde el de uno de los propios novios, que en nada tenía mayor interés que en desaparecer por la puerta de atrás. En realidad, para muchos de los invitados (su desastroso hermano mayor entre ellos) la fiesta duró poco. Para Jiang Cheng, más que de sobra. Lan XiChen estaba espléndido con aquella ropa, sí, pero estaba seguro de que le quedaría todavía mejor esparcida a lo largo y ancho del suelo del Hanshi. Llevaba pensándolo más tiempo del que posiblemente fuese sano para sus nervios descontrolados. Cuando Wei WuXian hizo que se encontrasen en esa especie de cita clandestina previa a la boda, pasada la ansiedad inicial les hizo falta todo el autocontrol del que disponían para no desnudarse. O para no arrancarse la ropa a besos y mordiscos. Llegada la tan anhelada noche de bodas, ninguno de los dos pensaba reprimir durante más tiempo ese deseo.

Jiang Cheng gimió sobre la boca entreabierta de su ahora esposo. Acababan de entrar al Hanshi a trompicones, besándose necesitados desde hacía ya unos metros atrás. Casi cayeron sobre la nieve más de una vez, las capas enrolladas en torno a sus extremidades juguetonas. Les dio igual, porque a duras penas pudieron mantener el equilibrio gracias a apoyarse el uno en el otro. Nada más cruzar el umbral de la morada de ZeWu-Jun, en cuanto el calor que emanaban los talismanes les recibió, al líder de Yunmeng Jiang le faltó tiempo para dar un salto y enredar las piernas alrededor de las caderas de su pareja. Mientras se deshacía del obi ajeno, Lan XiChen lo estampó contra una pared sin cuidado alguno, tan ansioso y excitado como el propio Jiang WanYin. Un quejido escapó de los labios ajenos por el golpe, un quejido y una disculpa susurrada a la que no le hicieron demasiado caso. Estaban muy ocupados como para prestarle atención a las sílabas que en ocasiones divulgaban sus labios. El primer jade le despojó en cuestión de segundos de aquel molesto cinturón, tan deseoso como él de perderse en el cuerpo ajeno, de dejarse llevar sin restricción alguna y de que todo Gusu Lan les escuchase gemir sus nombres con el orgullo de estar casados. 

Y si a la mañana siguiente alguno de los ancianos del clan quería echarles algo en cara, ya lidiarían con las consecuencias y los chupetones que la noche dejase a su paso.

-No sabes... -musitó Jiang Cheng, aferrado con todas sus fuerzas al cuerpo de su pareja-, las ganas que tenía de quitarme eso.

-No sabes las ganas que tenía de quitarte eso, baobei... 

Lan XiChen le dedicó una sonrisa encantadora, llena de cariño y bañada por el indudable morbo, justo antes de devorar sus labios otra vez. Terminó de borrar de ellos todo el sabor de la pintura que Wei WuXian había aplicado, la que ahora mancharía durante un corto rato su propia boca hasta disolverse entre la saliva de ambos. Al notar que Jiang WanYin no tenía intención alguna de bajarse, avanzó con él a cuestas hasta la cama. Tropezaron y cayeron, pero el colchón les dio la bienvenida. Los complicados peinados y los delicados accesorios hacía ya un tiempo que se habían deshecho en su furor incontenible. Más tarde, por la mañana, ya los buscarían entre capas y capas de seda roja, e intentarían discernir qué atuendo era el de quién para recogerlos y guardarlos como merecían antes de marcharse de luna de miel. De momento, nada podía importarles menos. Tirado sobre la cama pero con las piernas aún cruzadas por encima de las caderas de Lan Huan, Jiang Cheng separó sus bocas y llevó las manos en dirección a la frente ajena, arrancándole la cinta carmesí y dorada que había lucido durante la ceremonia.

En esos ojos de oro líquido resplandeció una chispa feroz al ver la liga roja enredada entre sus dedos.

-Esa es una jugada peligrosa, A-Cheng, amor...

Cómo ganarte a tus suegros sin saberlo [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora