Paso 1: Responde al desafío

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Quinto mes antes de la boda, día 23.

Lan XiChen ignoraba por completo la razón, pero llevaba todo el mes sintiéndose como si alguien le estuviera observando. ¿Por qué? Ni idea. Él solo sabía que le picaba la nuca cada vez que se sentaba tras su escritorio a corregir los informes de las cacerías nocturnos entregados por sus discípulos y hacer la contabilidad de la secta, y no era por los motivos habituales.

(Los motivos habituales, por si a alguien le interesa, eran la mala redacción y la imprecisión de JingYi, que a veces la sufría él y otras veces la sufrían su hermano y Wei WuXian.)

Aquel día técnicamente debería haber sido uno tranquilo. Qué pena que esa clase de días en realidad nunca lo sean. Jiang WanYin llegaba a la mañana siguiente a Gusu para concretar algunos detalles de la boda -algunos detalles que implicaban a su cuñado, el mismo que le había pedido que viniese al menos con unas diez cartas, de las que sabía que solo había quemado cinco, buen porcentaje-. Había recibido su misiva de aviso esa misma semana, al comienzo del lunes, junto con algunas de felicitación y la confirmación de asistencia de Nie HuaiSang, a quién ninguno de los dos quería invitar. Por desgracia, no pudieron evitarlo. Cortesías, malditas cortesías de la sociedad, como diría WanYin. Aunque fuera a ir hasta allí por culpa de Wei WuXian, Jiang Cheng le había avisado a él antes que a nadie (no por nada más allá de las ganas de acostarse juntos, negaría cualquier otro motivo estúpido como, quién sabe, el cariño incondicional que le profesaba a su pareja), y eso hacía que su corazón revolotease como el de un tonto enamorado.

Quizá se debiese a que era un tonto enamorado.

El caso es que, en la víspera de la llegada de su prometido a los Recesos de la Nube, el eminente ZeWu-Jun no se esperaba tener que lidiar con ningún incidente. Como mucho, con una nueva invasión de los conejos de WangJi. Hacía poco habían criado, y ahora había cachorros de conejo hasta en la residencia de su tío. Los discípulos estaban encantados, los ancianos ya no tanto. A él le daba igual. Sabía que había dos conejitos blancos jugando debajo del alféizar de su ventana, fuera del Hanshi, así que tenía una nota mental en la cabeza para dejarles luego un poco de comida. Pero ya está. Hasta ahí deberían haber llegado sus problemas. Lo que ignoraba era que, además de la pareja de conejitos -que no sabía muy bien si eran hermanos o pareja o las dos al mismo tiempo-, una familia de fantasmas le contemplaba desde el alféizar de su ventana. Desde la parte interior además, justo por detrás de él. Por eso le picaba tanto la nuca, no por alguna clase de urticaria crónica repentina. Una se cruzaba de brazos sobre el pecho, la otra sonreía (a la par dulce e intimidante) y el tercero solo contemplaba los acontecimientos con resignación pura, entre dudoso y preocupado.

Jiang FengMian se compadecía de su pobre yerno. ¿En qué momento creyó que era buena idea casarse con su hijo?

Oh, eso podría sonar en palabras un poquito peor de lo que sonaba en su cabeza.

-Mi señora... ¿en qué estás pensando?

-¿Ahora te interesa? -Gruñó fulminante Yu ZiYuan.

A su izquierda, su marido estuvo a punto de estremecerse. En realidad esa no era más que una del sin fin interminable de pullas que le caían a diario. Jiang YanLi se limitó a suspirar en tono comedido, acostumbrada ya a aquellas escenas.

-Tu sonrisa me perturba, mi señora.

Para desgracia del antiguo maestro del Muelle del Loto, sus palabras no hicieron más que ampliar la mueca aterradora de Yu ZiYuan. Nunca terminaría de entender cómo se combinaban el ceño fruncido con las sonrisas llenas de dientes (y de maldad inherente y púrpura), pero tanto ella como su hijo menor tenían esa asombrosa y escalofriante habilidad. Lo único que el bueno de Jiang FengMian sabía -y también Lan Huan; y si no lo sabía ya, lo descubriría a su debido tiempo- era que le daban miedo. Bastante miedo.

Cómo ganarte a tus suegros sin saberlo [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora