Paso final: Ya solo queda casarse, ¡a por ello!

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Dos horas antes de la boda. 

-¡No lo aprietes tanto!

-Pero se supone que tiene que quedar ceñido, A-Cheng.

-¡Me importa un cuerno! ¡No puedo respirar así! 

Como no podía ser de otra forma, Wei WuXian hizo oídos sordos a las quejas, improperios y amenazas de su shidi y apretó todavía un poco más el gran cinturón rojo de tela que ceñía a su cintura las elegantes túnicas nupciales. Jiang Cheng le gritó por ello, por supuesto, o por lo menos lo intentó hasta que le faltó el aliento. Si vomitaba los pulmones en mitad de la ceremonia sería culpa del idiota de su hermano, pero seguro que el muy bastardo se justificaría en lo bonito de la prenda. Imitaba a un obi con delicados bordados dorados en forma de mariposa que ascendían hacia unas nubes de hilo de oro estampadas en sus hombros, al más puro estilo de Dongjing. Por completo alejado de los convencionalismos, porque para esa boda no podía quedar costumbre por revolucionar ni regla por infringir. Al fin y al cabo, ya iban sin novia, sin velo y sin sedán nupcial que transportase a la susodicha novia, por una más no se acabaría el mundo. O sí, quién sabe. 

Por supuesto, había sido idea del cultivador demoníaco vestirle así, porque los planes locos no podían provenir de ninguna otra cabecita destartalada. Aun así Jiang Cheng debía admitir que le placían aquellos diseños, o de lo contrario jamás habría accedido a llevarlos en su boda. Muy a su pesar, a Yu ZiYuan tampoco le disgustaban. Era la primera o la segunda cosa que le reconocía a Wei WuXian en... ¿cuánto? ¿Toda la vida? Sí, como mínimo. A Jiang YanLi por otra parte le encantaban hasta el punto de sentirse emocionada, e incluso el propio Jiang FengMian había concedido que favorecían bastante a su hijo más joven, que ahora estaba deslumbrante ante sus ojos. Aunque no supieran los veredictos de su familia fantasma, de alguna forma Jiang Cheng y Wei Ying los intuían. Por desgracia para el desdichado líder de secta ese hermano suyo debía ser un visionario y estarse adelantando a las modas que poblarían Occidente en cientos de años. Casi parecía que el condenado quería imitar la estructura de un corsé sin saber siquiera lo que es un corsé, todo bajo la desastrosa excusa de "oh, vamos, A-Cheng, si tienes un cuerpo precioso. ¡Esas curvas hay que marcarlas!".

Para mayor desdicha suya, y juraba que no se lo perdonaría nunca, Lan XiChen estuvo de acuerdo cuando se propuso la idea, así que perdió en aquella especie de votación que nunca debió ser una votación. Por eso ahora estaba sufriendo agarrado al borde de madera de un escritorio mientras se le rompían las costillas. Se suponía que el cuerpo de Mo XuanYu era el de un debilucho sin fuerza así que... ¡¿por qué tiraba tanto?! Y mejor aún...

¡¿En qué momento creyó que casarse sería buena idea?!

Solo cuando Wei WuXian estuvo satisfecho con la forma que le hacía a la cintura, terminó de atar el obi, dejándolo lo más ajustado posible. A Jiang WanYin le habría gustado dejar salir todo el aire que contenían sus pulmones, pero —quizá porque ya no tenía aire o quizá porque ya no tenía pulmones— fue imposible. Tanto eso como respirar, así que mientras tosía se dio cuenta de que tenía un problema serio. Si la cosa seguía así, se desmayaría antes de poder hacer las tres reverencias. Y eso que siempre creyó que enfrentarse a los Wen sería el hito más grande y difícil de su vida... ¡Ja! Iluso de él, que en aquellos días de guerra ni siquiera se planteó el matrimonio como una opción posible, ya no digamos probable. Entre tos y tos, Jiang Cheng se las arregló para aflojar un poco ese condenado instrumento de tortura hecho de la más fina seda. No cedió demasiado, porque su shixiong era hábil con las manos y lo había anudado bien, pero al menos pudo obtener algo de aire al cabo de un rato. 

El líder del Loto se dio la vuelta, buscando por instinto el espejo de cuerpo entero que Wei Ying había mandado colocar en su habitación. Estaban en los aposentos que Lan QiRen le asignó, preparándose para la inminente ceremonia. Para desgracia del anciano y de su madre, era la primera vez que los pisaba. De ser por él, se habría vestido con Lan XiChen en el Hanshi, pero hasta su hermano estuvo en desacuerdo con esa decisión. Incluso su prometido —esposo en cuestión de dos horas, se recordó a sí mismo, sintiendo un pesado nudo en el estómago— se había posicionado en contra. Odiosas formalidades y odioso decoro. Había arrastrado la vergüenza durante la mayor parte de su vida, así que en algún punto del camino, cuando decidió perderla, se desinhibió por completo. Jamás agradecería tanto una decisión tomada. Al fin y al cabo, era una forma mucho más sencilla de vivir.

Cómo ganarte a tus suegros sin saberlo [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora