Paso 6: Y ten en cuenta que hay que estar siempre alerta

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Penúltimo mes antes de la boda, día 26.

Aprisionado con firmeza entre el cabecero de la cama y los brazos de su prometido, Jiang Cheng se encontró con los labios secuestrados en un beso húmedo y casi violento. Apasionado, sin duda alguna. Puede que nadie fuese a decirlo así a primera vista, pero tanto él como Wei WuXian daban fe de que los dos ilustres e inmaculados jades de Gusu Lan eran criaturas como poco pasionales. Por supuesto, les encantaba. Con los dedos entrelazados tras la nuca de Lan XiChen para profundizar todo lo posible en aquel beso, hasta quedarse sin aire y sin aliento, Jiang WanYin disfrutaba cada condenado instante. Cada golpe de lengua contra la suya, cada caricia de los dientes y cada mordisco en los labios. La cinta de la frente de ZeWu-Jun había caído por algún lugar aleatorio de su habitación de la Torre Koi. Justo la que Jin Ling había mandado preparar con una cama doble, porque hasta él sabía que a sus desvergonzados tíos no valía la pena intentar asignarles dos habitaciones distintas. Ni a los que ya estaban casados ni a los que iban a casarse en pocas semanas.

Lo de no saber dónde había caído la dichosa cinta podría —solo podría— ser un problema. Ya la buscarían más tarde, de todas formas. Años de complicidad y de relación hacen que a veces lo que se percibe al principio como elegancia inquebrantable se revele como una máscara y dé lugar a las situaciones más cómicas y patéticas imaginables. Jiang Cheng (en parte gracias al estrés) no sabía ya ni dónde tenía la cabeza. Incluso cuando las magistrales manos de su prometido recorrían su cuerpo de arriba a abajo sin dejar ni un milímetro de piel por palpar, acabó riendo ante el recuerdo intrusivo que atravesó sus pensamientos a la velocidad de un cometa. Fue una imagen muy inconveniente que ya se había dado varias veces: el honorable y despeinado ZeWu-Jun con las túnicas abiertas y los pantalones casi por las rodillas inmerso en una búsqueda a tientas y desesperada por una habitación de Gusu o de Yunmeng. En menor medida de Lanling. Todo cortesía de su cinta de la frente, por supuesto. Les había pasado ya más de una y de dos veces, y a Jiang Cheng siempre le acababa doliendo el estómago de tanto reír. Lan Huan solía cobrárselo al decirle que, por lo bonita que era su risa, valía la pena hacer el ridículo.

Después de eso, habitualmente y si tenían tiempo, volvían a la cama.

Ante sus inesperadas carcajadas, Lan XiChen (que había empezado a atacar sus clavículas mientras una de sus manos le desataba el cinturón de la túnica con toda la intención de bajarle los pantalones) levantó la vista. Esos ojos pardos casi parecían tiernos, con un punto indecente de inocencia dada la situación. Al ver a su prometido sonreír, le imitó y le besó con suavidad la barbilla y el labio inferior. La campana de claridad de Yunmeng Jiang rebotó con un tintineo metálico y melodioso al caer al suelo y rodar.

-No creas que es una queja, porque no lo es, me encanta tu risa -murmuró el primer jade contra la mejilla del líder Jiang-, pero ¿qué te hace tanta gracia, A-Cheng?

-Nada que te importe. -Le bufó, todavía con una media sonrisa dibujada en la boca. Como Lan XiChen le miró los labios, volvieron a besarse. Las manos que tenía entrecruzadas se separaron para perderse entre los pliegues de las túnicas blancas de su compañero, desatando hábiles las ataduras. Ya se las conocía tanto que ni siquiera necesitaba mirar-. Continúa, A-Huan...

-¿No vas a contestarme?

-No.

-¿Y si te hago cosquillas?

-Sabes de sobra que no tengo cosquillas. -Se mofó Jiang Cheng, arqueando solo una ceja-. Pero tienes formas mejores de sacarme la información.

Una mirada bastó para que se entendiesen el uno al otro. Se besaron, aunque sus labios ya estaban rojos e irritados. La espalda del líder Jiang chocó contra el cabecero con peonías grabadas sobre la madera mientras se quitaban la ropa. Sus túnicas violetas cayeron justo encima de la cinta de la frente de Lan Huan, pero ninguno de los dos fue consciente. La mano que había luchado contra viento y marea por despojarlo de sus pantalones se perdió en la cara interna de sus muslos, en un viaje sin retorno por tierras que conocía a la perfección. Las uñas se paseaban de puntillas por la tierna carne blanca, enviando placenteros temblores por todo su cuerpo. Jiang WanYin suspiró mientras se dejaba caer sobre los almohadones bajo el peso de su amante. Al separarse sus bocas, ambos ojos parecían más hambrientos que incluso antes de entrar a la habitación si cabe.

Cómo ganarte a tus suegros sin saberlo [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora