Capítulo 2

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Primer día volviendo a estudiar. Me sentía abrumada y nerviosa, no era solo por los nervios de reinsertarme a la sociedad luego de pasar dos años relacionándome exclusivamente con mi tía. La universidad no era como el colegio, no había una sola cara conocida y eso sumado a entrar en el segundo semestre no me ponía las cosas más fáciles. Elegí asistir a las clases nocturnas para no tener que faltar durante los días soleados y el ambiente parecía más relajado.

Había menos gente de lo que esperaba en los pasillos pero aquello no evitó que llamara la atención. Los hombres me miraban como una jauría de lobos mirarían a la oveja más suculenta del corral. Era evidente como escaneaban toda mi fisonomía y a pesar de que podría quitármelos de encima con solo un dedo, la incomodidad no desaparecía. Su esencia me hacía pensar en árboles. Mientras que las de las chicas que cruzaba me llevaban a pensar en flores silvestres. Algunas me miraron con desdén, otras sorprendidas e intrigadas.

Sin embargo nadie se animó a hablarme, al menos en los pasillos. Cuando entré a la clase, cinco minutos tarde porque no hallaba el salón, todas las miradas cayeron sobre mí y lo único que rogaba es que mis ojos se mantuvieran de un color discreto. El profesor me dio la bienvenida y siguió con la clase. Me senté al fondo, detrás de un chico más alto que yo que usaba un gorro de lana gris y abrigo negro.

Después de una hora comencé a aburrirme, el tema de la clase era interesante pero el profesor era de esos que tardaban una vida y media en cerrar una idea. Miré por la ventana, el cielo nocturno hacía ver las nubes de tonos rosados. Inhalé aire profundamente por el aburrimiento y una esencia extraña me llenó los pulmones. Me erizó los vellos de los brazos y me hizo crecer instantáneamente los colmillos.

Me tapé la nariz y la boca con una mano, cerré los ojos con fuerza. Pensé rápidamente de quien podría provenir. No se parecía a ninguna esencia que hubiera olfateado antes. Solo podía pensar en sangre burbujeante, ríos de ella tapando mi cuerpo. Me obligué a pensar en otra cosa.

-¿Estás bien?- miré de reojo al chico delante de mí, no vi su rostro pero por su postura, se giró a verme.

-No- volví a sentir ese aroma, era él. –Digo, ¡Sí!- cerré los puños.

Salí del salón antes de que fuera a cometer un crimen. Me metí al baño de mujeres y me humedecí la cara como si eso fuera a cambiar algo. Los irises de mis ojos centelleaban un rojo intenso, aparté la mirada del espejo y pensé en mis padres, en todo lo que sentí luego de asesinarlos. Dejé que esa angustia se instalara en mi cuerpo. Prefería estar triste a ser un peligro para los demás. Dio resultado, mis ojos se tornaron de un marrón oscuro y los colmillos volvieron a su largo normal.

Escuché risas que se acercaban al baño y me encerré en uno de los cubículos antes de ser vista. No quería lidiar con mortales y estaba segura de que eso eran, las tres chicas que entraron tenían un fuerte aroma a sangre común y perfume caro.

-¿Ya se enteraron de la chica nueva?- preguntó una de ellas.

-Sí, Chad me envió un mensaje, comparte clase con ella y dice que acaba de salir como si estuviera a punto de vomitar.- le contestó otra con voz nasal.

-Pobre- comentó la tercera.

-¿En verdad te da lástima? La vi en el pasillo, con su cabello color borgoña, maquillaje excesivo y jeans ajustados. Es claro que quiere llamar la atención pero no tiene idea de dónde se metió.

-¿No te parece demasiado? Déjala en paz, no estamos en preparatoria.

-A ver si dices lo mismo cuando tu novio te deje por ella.

Luego se fueron, suspiré y me recargué contra la pared de azulejos del baño. Habrán pasado dos años de que no pisaba un establecimiento educativo pero los códigos no cambiaron nada. Saqué mi teléfono y miré mi reflejo en la pantalla apagada. Era cierto, el rubor y el labial rojo eran excesivos pero no tenía una mejor idea para parecer más humana, más viva. Tenía un par de mensajes de Sissy preguntando cómo lo estaba llevando. Decidí llamarla.

-¿No es un poco pronto para que tu clase haya terminado?- preguntó al atender y sonreí por lo buena que era para recordar mis horarios.

-Sí. Pero salí antes. Era eso o... tú sabes.

-Oh- noté como su ánimo cambió de golpe. -¿Qué pasó? ¿Alguien se cortó con papel cerca de ti?

-Ojalá. Había un chico sentado delante de mí. Su sangre es... rara. Apenas la olí tenía ganas de saltarle al cuello y acabar con todos en el salón. Pero logré controlarme y salir de ahí- suspiré. –Ahora estoy encerrada en el baño como una colegiala.

-Estoy orgullosa de ti. Pudiste controlarte sin provocar el más mínimo daño. Es un gran avance.

-Supongo.

-¿Qué harás?

-Esperar a la siguiente clase, no puedo volver si él está ahí. Solo espero no cruzarlo de nuevo.

-Ok. Voy a revisar la información que recolectamos en los libros sobre anomalías en la sangre. Tú si quieres puedes revisar que dice en internet.

-De acuerdo. Llámame ni bien averigües algo. Nos vemos.

-Cuídate.

Salí del baño y pensé que podría matar el tiempo leyendo el libro que tenía en mi bolso. Pero no lo tenía. Abandoné mi bolso con todas mis cosas en el salón junto a mi silla en el apuro por salir. Me sacudí el cabello por lo exasperada que me sentía. Tenía que volver y no tenía la menor gana de acercarme a ese extraño chico.

-Disculpa- volteé y cuando me di cuenta que era él porque llevaba el mismo abrigo negro tensé todo el cuerpo. –No sabía si ibas a volver al salón así que te esperé- explicó y levantó mi bolso.

-Gracias- lo tomé y me tapé la nariz con la manga de la sudadera. –Por tomarte la molestia.

-No es nada. La clase estaba tan entretenida que me sentía agobiado así que fue un alivio salir de ahí- sonrió mostrando los dientes, una pequeña dentadura un poco chueca que se me hizo conocida. –Perdón, quise hacer un chiste y claramente no me salió- se sonrojó.

Entonces reaccioné y entendí sus intenciones. Quería ser simpático.

-Disculpa, no me siento bien. Nos vemos.

Di media vuelta, tuve que pensar bien luego de cada paso para no usar mi súper velocidad y desaparecer de ahí sin dejar rastro. Fuera de la universidad el aire fresco de la noche era reconfortante. Las esencias de los mortales se perdían con la brisa y al ser todas parecidas no me molestaban. Por temor a que me siguiera me alejé lo más posible de todos hasta que fuera hora de entrar a mi clase de Historia Oriental.

Busqué en mi teléfono cualquier dato sobre lo que había pasado. Tipos de sangres poco comunes, patologías que alteraran la composición de la sangre, algún mito sobre un mortal con una sangre extraña pero no había nada que me diera respuestas. Ya me conocía de memoria los tipos de sangre registrados por los científicos y en los relatos fantásticos solo hablaban de la sangre de Cristo.

Seguí pensando en ese chico, en todas las maneras que bebería su sangre si lo encontrara a solas y con las herramientas necesarias. Pero no podría hacerlo, no parecía un merecedor de tremendo castigo. Había sido amable, incluso simpático y yo lo traté como un leproso. Recordé su sonrisa y pensé en una razón para que se me hiciera familiar. Entonces la imagen apareció sola en mi cabeza, la visión de la otra noche. Me mordí el labio. No entendía las intenciones del destino al mostrarme un chico que me hacía sentir en paz cuando en realidad alteraba todos mis sentidos.

La alarma de mi teléfono sonó, era hora de volver a intentarlo.

-Eres normal Hazel, eres una maldita normal que quiere un título universitario. Actúa como tal.

Repetí una y otra vez la frase en mi cabeza a medida que me acercaba al salón correspondiente pero en la puerta cambié de idea. Cuando vi a mi visión personificada entrar justo antes de que yo lo hiciera. No lo haría, tuve suficiente por un día. Era hora de volver a casa, Sissy lo entendería así que no me tendría que enfrentar a uno de sus regaños.

Giré sobre mis talones y di unos pasos con la mirada al frente, realmente no estaba viendo. De haberlo hecho habría evitado el pie que metió un chico entre mis pasos para que callera de rodillas al suelo y todo su grupo se riera. Volteé la cabeza para verlo, con la cabeza echada hacia atrás riéndose de su gran hazaña. No dejaría que esto se repitiera.

Love will kill you [Mikey Way]Where stories live. Discover now