Capítulo 11

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Tania me había prestado algo de ropa para “mejorar mi estilo”.

Tenía puesto unos jeans muy, pero muy apretados de color oscuro y un jersey negro que dejaba ver parte de mi abdomen. También había sujetado mi cabello en una cola de caballo alta y para encajar con el atuendo unos converse negros.

Tania me ayudó usando algo de maquillaje. Puso un poco de sombras oscuras sobre mis ojos y un labial tinto en mi boca. Quería retocar mis cejas y usar un delineador pero no quise y solo dejamos mi rostro así.

—¿Y bien?—Se mordió los labios mientras caminábamos sobre el pasillo.

—… No lo sé. Me siento incómoda. Todo el mundo me está viendo—No podía evitar voltear al suelo.

Casi toda la escuela me miraba tratando de aguantar una risa.

—Solo pon cara de pocos amigos—Tania seguía caminando como si nada.

—Estoy nerviosa—Mis pasos eran grande y torpes. Estaba pasando un momento bastante incómodo y a ella no parecía importarle.

—Tranquilízate. Solo ten seguridad en ti misma—Sus manos estaban sobre los bolsillos de su sudadera.

—De acuerdo—Levanté la vista.

A veces bajaba la mirada o solo me encogió de hombros. Pero tenía razón, solo era cosa de tener seguridad en mi misma y poner cara de pocos amigos.

La campana sonó. Tania se fue a su clase y yo a la mía. El plan era esperar hasta la hora del almuerzo para ir a hablarle.

Solté un suspiro cuando me senté en mi lugar.

Algunos compañeros mantenían la vista sobre mi, otros solamente murmuraban entre ellos. Dios, nunca me había pasado esto.

Saqué un libro y me escondí en él.

Después de varias clases salí hacia mi casillero.

No podía evitar temblar sin sentido porque los nervios me carcomían viva.

—Hola—Llegó Tania.

Sonreí no muy segura.

—Recuerda en lo que te dije, ¿Entiendes? Él no te tomará en cuenta sino confías en ti—Me tomó del brazo—Vamos.

Cerré mi casillero rápidamente. Tania ya me estaba llevando a la entrada de la cafetería.

—Ahí esta—Dijo en cuanto entramos.

Tyler estaba sentado en la misma mesa donde solíamos comer juntos. Junto a él había un par de chicos y chicas hablando pero él parecía no estar muy interesado en su conversación porque solo se concentraba en lo que había sobre su charola.

Sus ojos miraban fijamente la botella de agua frente a él. Estaba encogido de hombros y masticaba lento, pensando en algo diferente a lo que lo rodeaba.

—Yyyy—Chilló Tania a mi lado con una sonrisa—Haya está tu galán—Volteó a verlo.

Sentí esas cosquillas recorrer todo mi cuerpo. Estaba segura que en cualquier momento me caería al suelo.

—Bueno, ¿Qué esperas?—Me miró impaciente.

Tomé aire, luego solté un suspiro muy largo.

—Aquí voy—Mi voz temblaba.

Empecé a caminar. Rodeaba algunas mesas y de nuevo llamaba la atención de todo el mundo, de todos menos la de él.

Estaba a unos pasos de llegar y el cosquilleo aumentaba.

Ni siquiera yo sabía porqué me pasaba esto.

Tenía años conociendo a Tyler y nunca había sentido algo similar. Había nervios, pero estos eran para causar infartos.

Otra vez tomé aire, y suspiré.

—Hola—Solté en voz baja cuando llegué a su mesa.

Nadie me notó. Los chicos reían de otro sujeto que corría por toda la cancha de fútbol. Creo que era algo así como un reto porque todos grababan con su teléfono.

—Hola—Dije otra vez.

Nada.

Me acerqué más. Tyler seguía sin mirarme.

No lo soporté más. Le toqué el hombro.

[•••]

Cerré la puerta detrás de mí.

—Hola linda…—Mamá estaba en la cocina.

Subí las escaleras y caminé por el pasillo.

—Cariño—Gritó.

Me encerré en mi habitación, arrojé la mochila a la cama, abrí el armario y me quedé ahí, abrazando mis rodillas mientras recargaba mi cabeza a un lado y lloraba en silencio.

[•••]

Desperté. Seguía en el armario.

Tomé aire y me puse de pie.

Abrí la puerta.

Era de noche.

Mi mochila seguía en el mismo lugar y no parecía haber ningún otro cambio.

Entré al cuarto de baño y tomé una ducha. Me cambié la pijama para después bajar a cenar.

Papá estaba en la cocina corriendo jugo de uva en un vaso de vidrio. También tenía pijama y parecía cansado.

—Hola—Entré.

—Hola Natalie—Terminó de beber y lavó el vaso.

—¿Dónde está mamá?—.

—Dormida—Resopló—Dijo que habías tenido un mal día, así que se fue a dormir después de prepararte la cena—Apuntó a él refrigerador.

—Bien—.

—Yo también iré a dormir—Besó mi cabeza—Descansa—Salió del lugar.

Papá estaba raro últimamente. Él ya casi nunca pasaba tiempo conmigo. De hecho cuando llegaba a cenar solo se apresuraba a comer y luego se iba a su despacho.

Mamá dijo que su trabajo era muy agotador y necesitaba mucho tiempo concentrado en sus proyectos, después de todo ese era el precio de ser arquitecto.

Abrí el refrigerador y vi un plato con una hamburguesa y una nota.

«Se que estás mal hoy, así que hablaremos mañana. Te amo».

Si, así era mamá, y yo también la amaba.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2021 ⏰

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