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Jimin olia a avellanas y bosque.
Jungkook pensó eso cuando lo vio llegar a esa cita triple que Namjoon y el chico zorrito organizaron contra su voluntad. Hasta deseó, brevemente, que los omegas que Taehyung dijo que llevaría, no aparecieran para así marcharse junto a Jackson, dejando a esos bobos juntos en ese paseo.
Mientras refunfuñaba porque se encontraba ahí, escucharon el grito de Taehyung a lo lejos, anunciando que ya habían llegado. Y cuando Jungkook levantó la vista, se encontró con el omega más adorable que pudo haber visto alguna vez en su miserable y corta vida.
El olor del chico lo golpeó intensamente, tratando de esconderse detrás del omega de conejo, que a su vez se escondía detrás de Taehyung. Jackson y Jungkook se miraron una vez luego de que el chico zorrito presentara a sus amigos frente a ellos, pareciendo llegar a un acuerdo de qué omega era de cada uno. Si Jackson pedía a Jimin, Jungkook le iba a pegar.
Pero para su fortuna, Jackson se inclinó por el conejo, Mark. A Jackson le gustaban los conejos, recordó el hibrido de pantera, salía a cazarlos cada fin de semana con su familia -animalitos, no híbridos, por supuesto.
Santa mierda, pobre Mark.
No dijo nada cuando Jackson mintió tan descaradamente acerca de que no comía conejos, aunque le dijo lo mismo a Jimin (pero lo suyo era cierto, Jungkook no comía ardillas) para tranquilizarlo, sobre todo al ver que lucía muy pálido cuando lo eligió.
Jungkook entendió rápidamente que, con toda probabilidad, se debía al instinto de animal presa que Jimin debía poseer, sumado al hecho de ser omega. No debía ser fácil para Jimin ir al colegio, menos relacionarse con carnívoros como Jungkook.
Pero a Jungkook le gustó mucho el olor, el aroma a bosque que soltaba y aumentó cuando le dijo ese cumplido que el hibrido de pantera consideró cierto. Jimin era muy bonito, con ese delineado oscuro en sus ojos, sus uñas pintadas de rosa y un brillo transparente en sus labios. Su rostro era casi andrógîno, con esas mejillas redondas, su cabello cayendo en leves ondas sobre su carita.
Lo quería como omega, decidió, cuando sacó una bellota de su bolsito para comérsela
Y luego era una ardilita pequeña, rechoncha, con una cola que se crispó en señal de que iba a correr, pero Jungkook fue más rápido, atrapándola en su mano, recogiendo de paso la bellota que cayó al suelo. Jimin era pequeñito, así que no le costó nada que su mano lo envolviera impidiendo una huida, aunque lo escuchó chillar cuando lo metió a su bolsillo.
Mientras caminaba por el parque de diversiones pudo sentir como el bulto se removía en su lugar, pero su mano, medio metida en el bolsillo, hacía imposible cualquier escape. Se subió al carrusel ignorando la mirada extraña que le dirigió el chico que se hacía cargo de ese juego.
