Todos lo miramos con incredulidad.

– ¡Solo digo que podría haber sido peor!

La organización fue rápida, Naruto y Kankuro compartirían habitación (Naruto habia intentado volver a su apartamento diciendo que no quería estorbar, pero Temari se lo impidió) a Gaara y a mi nos dieron la habitación de su padre. El intentó protestar, pero Temari lo calló de inmediato diciendo que nunca la usaba por que siempre estaba muy ebrio para subir las escaleras. Temari fue la única que conservó su habitación.

Y las semanas pasaron, estábamos agotados. No sabía si era porque nunca antes me habia visto obligada a trabajar o que el bebé de veras consumía mi energia.

El cocinero dejó el plato sobre el mesón y me dijo el número de la mesa, lo puse en la bandeja junto a los otros y comencé mi recorrido, la última mesa solo había pedido una ensalada y un jugo para acompañarlo.

–Disfrute su comida —dije con amabilidad, poniendo la bandeja bajo mi brazo para volver al mesón.

–Quién lo diría, la gentil Hinata.

Me volteé sorprendida, reconocía esa sarcástica voz.

– ¡Tayuya!

Se levantó y nos abrazamos con fuerza.

–No te he visto en mucho tiempo.

–Claro, salí de ese lugar y te olvidaste de mi —dijo indignada.

–Lo siento —me disculpé levantando los hombros— pasaron muchas cosas.

–Tenemos que ponernos al día y–

– ¡Listo para la mesa siete! —gritó el cocinero.

–Mi turno termina en media hora —caminé hasta el mesón sin dejar de mirar a Tayuya.

–Puedo esperar.

Asentí emocionada, no esperaba volver a verla tan pronto. Es una suerte que al trabajar aquí el tiempo pase más rápido. Dejé mi delantal en el casillero, saqué mi bolso y me despedí de los demás. Tayuya ya estaba fuera de la cafetería esperando.

–Así que... ¿ahora trabajas?

Asentí con timidez. Sabía en que estaría pensando.

– ¿Es un castigo de tu padre o algo?

–Algo así. Estoy viviendo con Gaara ahora.

– ¿Te echó? —exclamó sorprendida— ¿tuviste una recaida o que?

–No —reí nerviosa apretando la correa de mi bolso, se sentía tan extraño cada vez que lo decía— estoy embarazada —solté la correa de mi bolso y apreté un poco la camiseta para que mi vientre resaltara. Tayuya abrió los ojos a mas no poder.

– ¡Hinata, traviesa! —exclamó riendo— aunque te compadezco.

–Créeme, aún es difícil para mi creerlo.

–Si, es que... wow. ¿Y tu novio? ¿Es de esos que dicen "oh si, tendremos un bebé" pero a la vez no parece tomarlo en serio? ¿O es de esos que simplemente lo evita?

–En realidad...—hablé pensativa— se lo toma bastante en serio. Cada vez que puede me acompaña a los chequeos. Hasta lee los libros sobre bebés que conseguí, deberías ver su cara de concentración cuando practicaba como cambiar un pañal el otro día —sonreí al recordarlo.

–Pareces bastante complacida.

–Lo estoy. 

– ¿Y estás segura que es de el? —preguntó riendo y mostrando los dientes, quería fastidiarme.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora