XVI

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Me erguí haciendo arcadas, los pasos tras de mí no se hicieron esperar.

- ¿Te han cambiado las pastillas, de nuevo? Pues creo que no te está yendo muy bien, te ves horrible.

-Mas papel, por favor -dije estirando mi mano, Tayuya se encontraba detrás de mí, sujetando mi cabello mientras yo me agachaba en el retrete, haciéndome compañía desde que mis nauseas comenzaron hace más de media hora.

-Maldita abstinencia -dije apoyando mi cabeza en mi brazo.

-Si, a la mierda -replicó la pelirroja acariciando mi cabello- en serio, te ves terrible.

Y me sentía como la mierda.

- ¿Que ha dicho el viejo? -preguntó refiriéndose al doctor.

-Es por el tratamiento. Ya sabes, vuelvo a clases, tal vez los nervios me provocan las náuseas -respondí con una pequeña sonrisa.

-Pues que mal día para volver porque te ves horrible, ven, te arreglaré la cara.

Lavé mis dientes y volteé a ver a Tayuya que me esperaba con un pequeño estuche en la cama.

-Tienes suerte de que tengamos casi el mismo tono de piel -exclamó esparciendo la base cremosa por mi cara.

-Gracias -sonreí levemente.

Un pequeño golpe en la puerta nos hizo girar la vista.

-Es hora de que te alistes... -dijo Rin con una sonrisa maternal- sabes que si no te sientes bien podemos esperar más...

-No -la interrumpí- estaré bien.

Me alisté con rapidez para bajar a desayunar, nuevamente la enfermera se quedó frente a mí, solo mirándome.

Cerré la puerta del coche y me despedí con la mano de Tayuya y Rin, en el camino todo fue muy silencioso, me removí en el asiento por quinta vez, incomoda, nerviosa y con nauseas. Lo sentía en mi estómago, revolviéndose y haciéndome sentir enferma. Presioné el pequeño botón para bajar la ventana y respiré profundamente, el viento golpeaba mi cara y me alejé al instante que comencé a sentir escalofríos.

Mi estómago se revolvió aún más cuando vi el edificio cada vez más cerca, fruncí el ceño y respire profundamente, se sentía como si fuera la primera vez que iba al instituto, era algo tonto, he pasado la mayor parte de mi vida en ese lugar.

El carro finalmente se detuvo, el chofer dio media vuelta apoyando su brazo en el asiento.

-Vamos, niña, no es la prisión, volveré por ti en la tarde -dijo de forma perezosa pero amigable.

-Ahora todos lados se sienten como prisión...

Bajé la mirada y salí del auto, dando la espalda al edificio, aun cuando el auto ya se había alejado lo suficiente para perderlo de vista seguí inmóvil, aterrada. Podía sentir la mirada de los demás clavada en mi espalda, susurros, risitas y más susurros.

Una mano en mi hombro hizo que reaccionara, los ojos de preocupación de Ino lograron reconfortarme un poco, ya no estaba sola, pero aún me aterraba voltear. Detrás de Ino pude ver a los demás, Kiba se acercó haciéndose espacio de manera brusca entre los demás, solo Sakura soltó un comentario molesto por el empujón que le había propinado el castaño.

Me abrazó con fuerza, con torpeza puse mis manos en su espalda.

- ¿Estas bien?

-Eso creo.

Se separó de mi con sus manos en mis hombros, ladeó la cabeza indicándome que entráramos al edificio.

-Gracias -dije mirando a todos los que me rodeaban.

Mala InfluenciaWhere stories live. Discover now