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Yerin

Me sientía extrañamente más liviana después de haberle contado todo lo que había sucedido. No sabía que reacción esperar, pero en definitiva no esperaba verla llorar. Estaba molesta y triste, lo podía ver en sus ojos, y por primera vez sabía que su rabia no iba dirigida hacia mí. Todavía no le había dicho la verdadera razón por la que estaba aquí, pero consideraba que no era necesario por el momento.

Sus palabras fueron tan sinceras. Su promesa... Le creía, todo lo que me dijo había provocado tantas emociones diferentes en mi interior que no sabía cómo reaccionar. Pero en el fondo sabía que ella no me iba a lastimar.

-Sé que te lo había dicho ayer, pero me pareció curioso que no me preguntaras sobre porqué soy huérfana - soltó de repente, la miré extrañada, era cierto, pero pensé que no era momento para preguntar.

-Estaba esperando que tú me contaras sobre eso - sonrió tiernamente mientras me daba un beso en la mejilla.

-No recuerdo mucho de mis padres. Según las monjas del orfanato donde me dejaron, tenía 4 años cuando me encontraron en la puerta de este y nunca regresaron por mí - comenzó y mi corazón se apretó.

-No tienes que contarme esto solo porque te sientas obligada por lo que dije.

-No lo hago por eso - su tono era serio - Lo hago porque quiero decírtelo, quiero que sepas más de mí - asentí - Hay muchos niños que tienen la fortuna de encontrar otra familia que les brinda ese amor que sus padres biológicos no pudieron o no quisieron darles. Yo nunca fui una de esos niños - sonrió tristemente y quise abrazarla hasta que esa tristeza se borrara de su rostro - Aunque, no lo creas, era una niña muy traviesa y fui una adolescente bastante problemática - levanté las cejas incrédula y ella río con malicia - Nadie quería quedarse conmigo, yo era feliz por eso, me gustaba mucho el orfanato y no confiaba en ninguna de las personas que quería adoptarme. Seguí con ese ritmo autodestructivo hasta que un día, la monja que yo consideraba mi propia madre, la única que me soportaba, falleció - podía sentir su dolor.

-Después de eso, me volví peor de lo que era antes, por eso las demás monjas me obligaron a entrar en una Academia Militar. Tenia 18 años y era un completo desastre - soltó una carcajada - En cierto modo era muy parecida a tí. Desobedecía las reglas, retaba a mis superiores. Si no fuera por la paciencia de Taeyeon, estaría en las calles haciendo quien sabe que - Wow, eso nunca me lo esperé.

-Hubiera dado toda mi fortuna por ver como la Coronel Taeyeon te noqueaba cada que la retabas.

-No solo me noqueaba, en una ocasión me rompió el brazo - la miré aterrada, nunca hagas enojar a la Coronel - Aunque eso fue mi culpa, según Eunseo y Eunha, no debí moverme cuando ella me atrapó en una llave.

-¿Conoces a Eunha y a Eunseo desde entonces? - no pensaba que se conocieran desde hace tanto. Me dio una mirada curiosa antes de responder.

-Ellas ya estaban en la academia cuando llegué - no esperaba que Eunseo también hubiera estado en la academia como soldado - ¿Desde cuándo las llamas por su nombre? - reí divertida

-¿Celosa? - rodó los ojos mientras resoplaba, quise comérmela a besos - A Eunseo desde la primera vez que me dejaste inconciente - se tensó - Y a Eunha un día después de que nos besáramos por primera vez.

-El día que nos besamos por primera vez... -murmuró pensativa - Ese día Eunha se dio cuenta de lo que había pasado, pero nunca me preguntó al respecto.

-¿Cómo sabias que de dio cuenta? - un pensamiento cruzó mi mente - ¿Crees que se vaya a dar cuenta de lo que... Tenemos?

-Ella y Eunseo son mis mejores amigas - suspiró - En el momento en el que pongan un pie en el edificio lo van a notar - no sabía si reír o asustarme - Y pude ver en los ojos de Eunha ese día, que sabía lo que había pasado.

Mi Sargento (Sinrin)Where stories live. Discover now