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Fingía que todo estaba bien. Fingía que no estaba asustada y que su corazón no estaba latiendo con demasiada fuerza. Simplemente fingía que todo estaba bien.

Había murmullos, cada vez se hacían más y más altos. Había miradas curiosas, no dejaban de verlas y cómo no dejar de hacerlo si eran el centro de atención. Había alfas que maldecían por lo bajo y otros que simplemente se alejaban del lugar para no generar más caos.

Tenía miedo de lo que podía pasar.

Se metería en una pelea si un alfa se acerca tanto o si alguien le dirigía una mirada lujuriosa. Se iba a descontrolar, de esa sí estaba completamente segura.

Dio un paso hacia delante, con tal de tomarla del brazo y salir del lugar. Pero solo pudo dar un paso, ya que sus piernas le estaban temblando y de un momento a otro las sentía completamente pesadas, era lo único que le faltaba.

Ella la miraba con preocupación. Sabía que hacía todo lo posible para no moverse ya que, si lo hacía iba a liberar más de sus feromonas y eso implicaría a muchos alfas a los alrededores queriendo llevársela y tomarla. No iba a permitir eso. Pero tampoco sabía lo que debía hacer.

Era la primera vez que se encontraba en una situación así, su mente estaba en blanco y su cuerpo inmóvil. Estaba más asustada que nada, él nerviosismo se notaba muchísimo y el temblor de sus manos era exagerado. Rin estaba incluso peor que Kaira, y lo admitía.

Cómo alfa, se supone que debes proteger a tu omega a toda costa, y más cuando su celo llega un lugar público, rodeado de muchos alfas. Rin aún no asimilada nada.

Quería salir de ahí. Quería tomarla entre sus manos y huir de ese lugar que cada vez más la asfixiaba.

Kaira sintió un calambre en sus piernas, obligándola a caer al piso sin ningún cuidado. Rin alzó su mano en dirección a la omega al mismo tiempo que gimoteaba por lo asustaba que se encontraba. La omega cerró sus ojos por el intenso dolor que sentía en todo su cuerpo, cubrió su rostro para que nadie viera las lágrimas que comenzaban a deslizarse por sus mejillas. Apretó sus labios para que ningún ruido saliera de su boca, incluso se atrevió a morder su lengua no importándole que este sangrara.

—¿Cómo pudo olvidar su celo? es irresponsable.

—Lo sé, es algo que no se debe olvidar por nada del mundo.

—Se han metido en un gran problema.

—Pobre omega, ha escogido un mal lugar para su celo.

—¿Esa de ahí es su pareja? ¿qué clase de alfa se queda mirando a su omega cuando acaba de entrar en celo, en un lugar repleto de alfas?

—Si no la saca pronto de aquí, alguien más lo hará.

—La alfa no se mueve, ¿que está espetando para sacarla de aquí? ¿acaso quiere que un alfa venga y reclame a esa omega? ¿son pareja siquiera?

Los murmullos la estaban consumiendo lentamente, todos ellos hacían eco en su mente hasta dejarla perpleja. Cada vez se hacían más y más y más y más fuertes, tantas que su cabeza comenzaba a doler hasta el punto de llevar su mano a la cabeza y apretarla un poco, como si eso fuera a quitarle todo ese dolor.

Poco a poco sus piernas fueron poniéndose débiles, por un momento pensó que caería al oído al igual que la omega, pero por suerte no fue así. Dio un paso más, tan solo debía dar dos más para llegar hasta Kaira y tomarla de los bazos para salir del lugar.

—Hay que ayudarlas, están pasando por un momento difícil y todos sólo las miran con pena, como si fuera un espectáculo.

—No vayas, la alfa parece estar espetando a que alguien se acerque a esa omega para poder atacar. Es mejor irnos de aquí antes de que se arme algo mucho peor.

El Cortejo De Los OmegasWhere stories live. Discover now