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Estaba nervioso.

Le picaba la nariz por el olor a flores.

Tenia los nervios de punta y pensaba que en cualquier momento iba a desmayarse por toda la presión que estaba sintiendo.

Comenzaba a arrepentirse.

Sin olvidar que, las bandas de sus dedos estaban manchadas de alguna cosa negra, o de ese horrible dolor y ardor que sentía en sus yemas. Pasó casi dos días tallando una cuchara galesa, hizo tantos intentos. Al final todo su departamento quedó oliendo a madera y con varios pedazos de esta por todos lados, incluso tenía madera pegada en su ropa o cuerpo.

Pese a todo el dolor que sentía en sus dedos y con sangre derramando lentamente, pudo terminar una cuchara galesa. Le gusto el resultado. Al terminar la baño en barniz para que esta se viera muy reluciente.

Y ahora estaba la otra parte...comprar girasoles.

Pero él en verdad estaba muy nervioso, tanto que se trabó al hablar y que por muy poco y termina tirado en el suelo.

¿Por qué estaba nervioso? Bueno, es muy simple, iba a dar el inicio de su cortejo.

Quería que todo saliera a la perfección, tal y como él lo quería y como lo había estado planeando desde hace un buen de tiempo. Podría jurar que, sino salía como él quería se iba a terminar por morir de un infarto y no era una simple broma.

—¿Semillas o la flor?— escuchó la voz de la beta. Sostenía una bolsa pequeña llena de semillas y en su otra mano tenía una girasol muy pequeña,— una más cara que la otra. Piénsalo bien antes de tomar una decisión.

Semillas, no puedo darme el lujo de comprar una bolsa de semillas. Quiero que hoy inicie mi cortejo...pero plantar mis propias girasoles no suena tan mal.

Hizo un puchero —una manía que solía hacer cuando estaba penando de más,— y la joven beta pensó que era un gesto lindo.

Pero tampoco puedo darme el lujo de retrasar mi cortejo...no sé cuanto tardan en crecer las girasoles.

—Normalmente escogen las semillas — volvió a hablar,— aunque puedo decirte que plantar tus propias girasoles te ahorrarán mucho más dinero.

—Ya veo — murmuró.

¡¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?!

—Me llevo ambos — dijo al final.

Sintió la necesidad de que iba a necesitar unas semillas de girasol, lo cual ya le resultaba bastante extraño.

La joven beta sonrió de lado, a plena vista se le podía ver muy emocionada, y que estaba a punto de soltar una pregunta. Se dirigió hasta el mostrador para pasar el ramo de girasoles y luego las semillas.

—¿Es tu primer cortejo?

—El primero, sí.

—Debes estar nervioso y feliz — puso ambas cosas en una bolsa de tela,— cada vez que un omega entra en la tienda, me emociono porque sé que está planeando dar inicio a su cortejo. ¿Cómo será el tuyo?

—Bueno — murmura,— será algo sencillo. A él le gustan mucho las girasoles y es por eso que le daré flores, también voy a hornear unos panques y al final le daré una cuchara galesa.

—Tienes buenas ideas.

—Me lo han dicho — rascó detrás de su oreja.— Solo espero que él me diga que sí.

—Y dirá que sí, vamos ¿quien no le aceptaría el cortejo a un omega bonito como tú?

—Puedo resultar no ser bonito para él.

El Cortejo De Los OmegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora