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«¿Cómo cuidar una suculenta echeveria y no morir en el intento?»

31 𝖉𝖊 𝖆𝖌𝖔𝖘𝖙𝖔 𝖉𝖊 2019



—Marthiux.

Dummkopf —la ojiazul le sonrió, girándose de lado para ver al chico. Desde la última salida, pareciera que la extraña relación que crearon había mejorado —Seguimos con los apodos, ¿eh?

Charlie continuó sonriendo, aunque con expresión confundida —No tengo idea de lo que dijiste, pero lo tomaré como un cumplido —aquello sí que hizo a reír a Bonny, la morena que sabía a qué se refería su mejor amiga —¿Me perdí algún chiste?

—Te ha llamado tonto.

—Ou.

—No te lo tomes a pecho, ojitos verdes —unos mechones de cabello quebradizo y frizzeado —¿Cómo estuvo tu fin de semana? —la reacción que obtuvo de Charlie fue todo lo contrario, pues su semblante cambió a uno incómodo —Yo comí chocolate. Hace años que no lo hacía. —cambió rápidamente de tema, pues sabía lo que se sentía no querer hablar sobre algo, y por alguna razón no le quería ver mal. Satisfecha, pudo notar había sido una gran idea

—¿No te gusta? —el chico Gillespie tomó asiento frente a ella, prestándole suma atención a sus relatos. Martha se encogió de hombros, restándole importancia

—El psicólogo dijo que no era recomendable para mi ansiedad... pero debo de admitir que lo hice realmente bien. Mamá y yo estuvimos todo el fin acurrucadas —terminó de decir con una gran sonrisa, pues realmente la pasaron bien

—Hizo mucho calor, ¿por qué no salir? —la mayoría de las personas lo aprovechaban, puesto que el frío solía predominar en Dieppe; aquellos dos días, fueron fabulosos y perfectos, aunque llegaron un poco tarde al verano con bajas temperaturas... pero estas eran la excepción

—Sí... bueno... mi madre... prefiere no exponerse al sol —de repente su voz se debilitó, y su mirada oscureció a pesar de ser tan clara y azul como el agua cristalina —Igual fue divertido, ya sabes, noche de chicas.

—Te entiendo, Meghan y mi madre lo hacen todo el tiempo, ventajas de ser la única mujer de la casa —soltó una risita, recargándose en el respaldo de la silla. La ojiazul arqueó una ceja, algo confundida —Es mi hermana, la menor de todos... de hecho.

—¿Tienes hermanos? Vaya, debe ser lindo, siempre quise tener uno —la realidad era que su padre abandonó a su madre cuando ella apenas tenía siete años; él quería más hijos, especialmente un varón, pero Mallory había quedo infértil después de nacer Martha... esa, tristemente, fue una de las razones por las que se fue

—Sí. Michael, Patrick, Ryan, luego estoy yo y por último moffo —subió sus pies sobre una de las butacas vacías, concentrando en morderse las uñas —Mike lleva años viviendo en Los Ángeles, Patrick es contador en Ottawa y Ryan está de mochilero con su novia. En Canadá solo quedamos Meg y yo, ella tiene veinte, pero sigue siendo la bebé de mamá...

—Y supongo que también la tuya —se burló la castaña, tomando las extremidades de él para quitarlas del asiento —Baja tus pies, Charles.

—¡Hey! —se quejó él inútilmente, pues terminó acatando su orden —Si me llamas por mi nombre, siento que me estás regañando. —ella rodó los ojos al tiempo que una carraspera se hacía presente. Bonny, Martha y Charlie dirigieron su vista hacia la voz, encontrándose con un par de ojos miel mirándolos con frialdad

𝑷𝒐𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆 | charlie gillespieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora