𝓟𝓻𝓸́𝓵𝓸𝓰𝓸

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24 𝖉𝖊 𝖉𝖎𝖈𝖎𝖊𝖒𝖇𝖗𝖊 𝖉𝖊 2020



Eran épocas decembrinas, por lo que a Charlie se le dificultó llegar al lugar justo a la hora que había planeado; vísperas de Navidad, claro estaba, la mayoría de la gente solía salir a hacer las compras de último minuto, abarrotando las tiendas y creando tráfico en las esquinas... él se consideraba una de aquellas personas, no obstante, aquel año era diferente a los anteriores, pues sus ánimos y sentimientos cambiaron y con ello, él también. Por la noche pasaría las fiestas junto a su familia, sin embargo, ni siquiera se había detenido a pensar en los regalos; más allá de que solía ser precavido en ese aspecto, su mente no daba para más durante ese tiempo; para su suerte, o quizá no, al resto no le importaba si alguien llegaba con las manos vacías.

Ahora, Charlie entendía a qué se referían los abuelos. Casi podía escuchar sus voces con cada berrinche que su hermana hiciera delante de ellos cuando no recibía su obsequio preferido en su cumpleaños; los presentes estaban de más, pues lo que realmente importaba, era estar todos juntos y sanos... tampoco es que a Owen le fueran a servir de mucho unas calcetas con estampado de palmitas, irónico al vivir en un lugar tan frío como Canadá. Aunque, pensándolo bien, seguramente Jeremy usaría las prendas con entusiasmo, pues era un chico agradecido y algo infantil a pesar de su edad.

El castaño de ojos verde hazel, se abrió paso entre la nieve que caía sobre Dieppe, Nuevo Brunswick, y que el servicio de limpieza de calles aún no había limpiado; trataba de comprenderlo, pues no dejaba de nevar desde que la temporada invernal inició, la ciudad era una paleta de hielo por naturaleza y lo más caluroso que se podía llegar, eran 25°. De hecho, esperaba que en ese preciso momento, a diferencia de él, se encontrara en casa junto a su familia tomando por mínimo una buena taza de té.

Entre tantos pensamientos que acostumbraban abrumar su mente al sobrepensar, finalmente encontró lo que buscaba, la razón por la que había decidido estar fuera de casa en vísperas de Navidad, vistiendo solo una chamarra con una temperatura de -5°. Una pequeña sonrisa se posó sobre sus delgados y rosados labios al verla; le alegraba volver a aquel sitio, mas la nostalgia se hacía presente fuertemente con cada día que pasaba. Si entrecerraba los ojos y lo intentaba, aún podría ver sus ojos azules haciendo juego con el cielo grisáceo.


—Hey, ¿me has echado de menos tanto como yo a ti? —le preguntó con diversión a esa magnífica mirada azulada —Porque yo sí, a diario —contestó al silbido del viento, mientras estiraba una mano y limpiaba la nieve que se había acumulado sobre la lápida. Pareciera que el tiempo no pasaba sobre ella, seguramente se debía al buen cuidado que él mismo le daba en cada visita —Casi lo olvido, te traje esto —su personalidad olvidadiza cobró vida en ese instante, por lo que se dispuso a rebuscar en los amplios y numerosos bolsillos con los que contaba su gabardina. Escondido detrás de su espalda, como si se tratara de una vieja sorpresa, extrajo un ramo de rosas rojas y frescas; las flores eran preciosas, pareciera que brillaban con luz propia, tal vez solo era el rocío —Me detuve a comprarlas antes de venir, supuse que te gustarían... son tus favoritas, y nunca me has perdonado llegar sin si quiera un tallo —las colocó por encima, pues no tenía mucho sentido ponerlas en los jarrones de mármol instalados, terminarían congelándose dentro del agua


El penúltimo en la lista de hijos de los Gillespie, pues la menor era Meghan, —o como él prefería llamarla,— moffo; tomó asiento frente al pequeño mausoleo, ignorando la humedad friolenta que se colaba por sus prendas, desprendiéndolo del calor que con mucho esfuerzo reunió en sus dedos.


—Ha sido un año loco, ¿sabías? —decidió hablar luego de largos y silenciosos segundos, aquello nunca le incomodó, mucho menos si existía entre ellos dos —Mamá se acaba de graduar finalmente de aquel curso de repostería del que tanto se negó... ¡qué va! Ella detestaba cocinar... también Owen se dejó crecer el cabello aunque su abuela estaba en contra, ¡y adivina! Jeremy convenció a sus padres de adoptar un perrito y terminaron quedándose con dos... Carolynn se rehusó un poco por sus alergias pero lo llevan bien —esto último lo dijo de tal forma, que pareciera se tratara de un acontecimiento de vida o muerte —¡Cierto! No te dije la última vez, pero se mudaron juntos —dio una palmada a su rostro, lamentándose por ser tan distraído, pues ser así le había costado demasiadas cosas —Me siento feliz por mis amigos, y tú también, no necesitas decírmelo para saberlo. Siempre te has alegrado por los logros de otros. Así es como te recuerdo —su mirada clara se perdió en sus Converse negros, los cuales estaban ya algo rotos y sucios



La siguiente hora, se mantuvo callado mirando fijamente las escrituras sobre el mármol. Acercó una mano, como si así pudiera tocarla, y acarició la superficie, leyendo los datos tallados sobre esta —Por siempre amada —su voz fue apenas un susurro, relamió sus labios —Qué tan cierto es ¿eh? Ellos no saben que por siempre es más corto de lo que creemos —como si de una señal se tratara, copos de nieve diminutos comenzaron a caer; con suavidad, uno se derritió en una de sus sonrosadas mejillas debido al clima, justo a un lado de una sola lágrima que escapaba de su ojo. —El dolor aún es real... pero es todo lo que me queda, y me recuerda que fuiste real así que me aferro a ello. No sé cómo contar tu historia sin sentir miedo, sin perderte una y otra vez. Te extraño, pero no puedo regresarte a mí... ojalá te hubiera podido alejar —finalmente se puso en pie y sacudió su ropa, al mirar a su alrededor, notó que varias personas venían a visitar a sus seres queridos; eran celebraciones especiales, que todos ansiaban pasar juntos, a pesar de que algunos se habían adelantado en el camino

—Buena tarde, jovencito —una mujer lo saludó amablemente, pasando por su lado. 

—Buenas tardes, señora —le regaló una cálida y auténtica sonrisa a la educada persona mayor; su cabello era corto y grisáceo, y de su rostro, estaba surcado de arrugas, sin embargo tenía una de las expresiones más pacíficas y alegres que pudiera haber visto en su vida 

—Vaya fechas, ¿cierto? —volvió a hablar, mirando en la misma dirección que él —Supongo que a mi hija no le molestará que comparta una de sus rosas, contigo. —palmeó el hombro del chico para posteriormente colocar una flor de intenso rojo —Ya es tarde, deberías de ir a casa —le recomendó la sabia viejecita, antes de dirigirse unas tumbas más allá

Recién dio una media vuelta, cuando recordó una última cosa; jadeando una sonrisa, se giró levemente, mirando de reojo al mismo punto —Mi madre va a preparar puré esta noche, y ellos sabrán volver a reír. Creo que yo también lo haré, por ti, por nosotros —aunque pareciera que le hablaba a la nada, el significado de ese momento valía mucho más que lo que alguien pudiera pensar —Pero por esta noche, yo pensaré en ti. Y solo en ti. Feliz Navidad... donde quiera que estés,


"Tal vez un día pueda volar contigo, si me esperas"



꧁· Por esta noche — Charlie Gillespie ·꧂


12:23am para actualizar! Jaja estoy algo aburrida:(

En fin, espero que les guste la historia a pesar que recién es el comienzo💛 Díganme pls qué les parece esta propuesta de historia, o alguna teoría que tengan

Apóyenme votando, comentando y agregando la novela a sus bibliotecas y listas+ ¡se los agradecería mucho!

¡Gracias!


Frida

*cualquier error ortográfico/de dedo será corregido posteriormente

𝑷𝒐𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆 | charlie gillespieWhere stories live. Discover now