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«Todo y nada»

23 𝖉𝖊 𝖒𝖆𝖞𝖔 𝖉𝖊 2020



Lo cierto es que el tiempo pasa como el agua. Charlie y Martha tuvieron varias primeras citas, pues una no les era suficiente. El primer mes asistieron a una filarmónica celebrada en la ciudad de Moncton, por lo que se trasladaron unos días antes, pasando un fin de semana fuera, visitando lugares y haciendo compras innecesarias, como unos lentes con temática de Marvel, un teléfono con forma de guisantes, unos dulces picantes que terminaron causándoles granos en el interior de la boca, ¡y ni qué decir de la máquina de burbujas que las hacía brillar en la oscuridad! Y aunque estos detalles les regalaban solo un tiempecito de alegría, al menos los hacía felices, y con ello, se creaban los mejores recuerdos.

Pero no todo era color de rosa.

El viento silbaba con fuerza entre los espesos árboles que decoraban la parte trasera de la casa Gillespie, una vivienda de estilo campestre y follaje en cada rincón que la vista humana pudiera encontrarse. Sin embargo, dentro de ella, la situación no era tan pacífica como se veía por fuera, y es que las peores tormentas son las que se lidian en el interior.

Charlie se había visto obligado a volver cuando le informaron que su hermana menor enfermó; un catarro controlado, nada de qué preocuparse, y, en cambio, una perfecta excusa para tenerlo cara a cara.

—Me largo de aquí —dijo molesto al percatarse de la trampa familiar en la que había caído

Jeanette se apresuró a cerrarle el paso, y colocando las manos sobre el pecho palpitante de su hijo, lo detuvo —Cariño, ya hablamos de esto.

—No, tú lo hiciste. Meghan está bien y no tengo por qué quedarme, ustedes han jugado sucio, ¿es que no pueden entender que no quiero estar aquí? 

—El problema es conmigo, no con el resto, no tienes por qué hablarles —así una voz grave sonó a sus espaldas. Charlie no necesitaba girarse para saber de quién se trataba, pues conocía a la perfección que su padre ya estaba metiendo su narizota donde no debía, o más bien, donde su hijo varón menor no quería escucharle

—No recuerdo haberte invitado a la conversación —lo enfrentó cruzándose de brazos con el entrecejo fruncido

—Hablemos, solo esta vez, déjame hacerlo y podrás irte... no tienes que regresar.

—El que debería irse eres tú —contraatacó sin dejar de estar a la defensiva

—¿Me escucharás o no?

—No tengo opción, Jeanette está bloqueándome el paso y no ejerceré la fuerza contra ella, ni siquiera para huir de ti, porque no lo mereces —fue su respuesta. Neil suspiró, mas tomó una buena bocanada de aire para comenzar a hablar

—En el año 2008 comenzamos a tener muchos problemas económicos... tu madre había enfermado de gravedad, seguro que lo recuerdas. Todos nuestros ahorros fueron para que se curara, sin embargo, quedamos en quiebra y teníamos demasiadas deudas que no podríamos terminar de pagar antes de que el banco hipotecara la casa o ustedes terminaran el ciclo escolar —para ese momento, Jeanette y su esposo tomaron asiento en un sofá que quedaba frente a Charlie. El ojiverde se mantenía de pie recargado en una pared, mordiéndose con nerviosismo las uñas de las manos —Tú sabes que mi puesto en la estación de policías no era tan bueno, a pesar de trabajar bien, sin contactos no podía prosperar demasiado... hasta que una oferta llegó a mis oídos. Se trataba de una misión sumamente importante que involucraba al FBI. Buscaban exhaustivamente a un asesino serial que había causado homicidios y ataques públicos, así que necesitarían a sus mejores hombres para un trabajo tan peligroso y largo. La paga era buena... pero el precio... el precio sin duda era lo más costoso, y con esto no me refiero a la propia vida.

𝑷𝒐𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆 | charlie gillespieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora