𝑷𝒐𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆 | charlie gillespie

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«Perisoreus canadensis»

28 𝖉𝖊 𝖆𝖌𝖔𝖘𝖙𝖔 𝖉𝖊 2019

—Te saltaste la clase de música.

—¡Verdammt! —la chica pegó un brinco al escuchar la voz del muchacho, proveniente de uno de los árboles que formaban un pequeño bosque a los costados del sendero —Scheißer, ¿acaso me espías? Me has asustado —le reclamó, dándole un ligero golpe en el pecho. Charlie sonrió al verla, por alguna extraña razón que él desconocía pero Jeremy no, últimamente lo hacía con solo mirar a sus ojos

—No entendí nada, ¿qué idioma es? ¿alemán? Puedo hablarte en francés —se decidió solo por caminar a la par de Martha, quien no lucía muy alegre... tampoco es que así fuera seguido, pues comúnmente se le veía solitaria y triste, no por nada la conocían justo con ese apodo

—No seas tonto, mi familia es alemana —explicó en un murmullo. A pesar de saber el camino a donde iban, le gustaba guiarse por el canto de los pajarillos; su madre siempre la llamaba con ese apodo "mein kleiner Vogel" —Eres muy adelantado.

—Corrección, tú eres impuntual —se defendió el ojiverde, admirando el paisaje natural que tenía la dicha de ver en Dieppe —¿Has ido hoy a la terapia?

—Sí, hoy solo puedo quedarme un rato... pero te quería ver —admitió mirando hacia sus pies, evadiendo cualquier contacto con su ¿compañero? ¿amigo? Realmente ¿qué eran? No lo sabía, quizá era demasiado pronto para plantearse una pregunta más a su lista de incógnitas

Charlie miró hacia las copas de los árboles, confirmando lo que buscaba, aquello le sacó una nueva sonrisa —Yo también, quería enseñarte algo.

—¿Ah sí, tú? ¿Qué? —arqueó una ceja, interesa en lo que él dijo

—Te mostraré cuando lleguemos, andando que debemos darnos prisa y no quiero tener que llevarte cargando —sin pensarlo mucho, y aún distraído con la vista, la tomó de la mano y juntos se encaminaron a subir la pequeña colina. Y, aunque Charlie no lo notó, ella no buscó soltarse de él

—¿Sabes? Es más probable que sea yo quien te tenga que llevar en brazos —se burló, haciendo reír a ambos. Esta vez, el silencio no era tenso y mucho menos incómodo, sorprendiéndola de poder establecer cierta conexión con alguien en tan solo una semana; al llegar al viejo mirador, ambos se sentaron en el pastoso suelo y miraron el atardecer, acompañados de las nueces que Gillespie siempre traía consigo —¿No dijiste que me mostrarías...?

—Espera un poco —permanecieron callados varios minutos, quizá casi media hora, aguardando hasta que el sol se colocó en el punto clave. Charlie miró el reloj de mano que su padre le había obsequiado navidades pasadas, solo para asegurar. Entonces, del bolsillo de su suéter, extrajo un objeto; Martha tardó un poco en vislumbrar lo que sostenía, era una armónica —Observa la copa de los árboles, y mantente quieta —susurró él la indicación, llevándose el instrumento a sus delgados y rosados labios. Una melodía fina, y casi melancólica, comenzó a sonar. De las copas de los árboles, motitas blancas comenzaron a descender... hasta llegar a ellos en un suave movimiento, uno de ellos posándose en la rodilla de ella —Perisoreus canadensis... en término general, es un arrendajo gris. Su población ha disminuido en algunas áreas por la tala de árboles. Pero, puedes encontrarlo en bosques de píceas y abetos, en diferentes tipos de bosques de coníferas o mixtos... en raras ocasiones, estos animalitos apareces en áreas sin píceas —comenzó a explicar, subiendo tan solo un tanto su tono de voz, aunque los pajaritos no se molestaban en volar —Su hábitat incluye pantanos con píceas negras en el este de Canadá, bosques de abetos y píceas de Engelmann en las Montañas Rocallosas, o píceas de Sitka y abetos de Douglas en la costa noroeste. —tomó una de sus semillas comestibles, y se las tendió al arrendajo que tomó lugar en su mano, sin dudar de comer en esta —Su sustento son los hongos, semillas, bayas, insectos... incluso carroña y roedores pequeños. Pero míralo, es precioso —le acarició la cabecita, el animal cerró los ojos dejándose consentir