chapter nine.

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—¿Estás bien? Te noto distraído.

Gulf tenía razón. Estaban hace dos horas practicando la misma escena y todos estaban agotados, incluido el staff. No decían nada pero todos observaban en silencio como Mew cometía el mismo error una y otra vez.

Suspiró e hizo una reverencia.

—Lo siento, necesito descansar un poco.

Todos asintieron y pausaron las tomas, varios de sus compañeros comenzaron a dispersarse por el lugar. Caminó hacia una esquina seguido de Gulf.

—¿Qué sucede? Estás muy tenso, y te noto irritado...

Mew desprendía un aroma pesado, como si estuviera enojado. El menor comenzó a hacerle masajes en los hombros.

—No estoy en mi mejor momento, tuve una mala noche. Estoy estresado. —Gruñó, se sentían bien los toques.

—Uhmm creo que yo puedo ayudar con eso.

Gulf se subió en su regazo y pasó sus brazos por el cuello de Mew, comenzó a juguetear con su cabello mientras movía sus caderas lentamente.

—Bebé.

Tomó a Gulf de la nuca y lo besó, fuerte y duro. Eran de esos besos demandantes donde Mew le metía la lengua hasta el fondo de la garganta y lo dejaba sin aliento. Y Gulf no pudo hacer nada más que derretirse contra el cuerpo de su novio, jadear suave entre besos. Quería moverse desenfrenadamente pero no quería que el resto de la gente que estaba presente en el lugar se diera cuenta de aquella situación. Sin embargo no tuvo tiempo de hacer nada ya que Mew se separó de él bruscamente.

Era extraño. Todo era extraño, Mew no era así. No solía cortar los besos de esa forma, ni mucho menos cortar el ambiente así como así, por mucho que estuviera estresado él no era así. Por lo contrario Mew siempre tenía ganas de él, siempre con el libido sexual a tope, sus feromonas siempre lo volvían loco. Siempre quería joderlo pero esta vez, ni siquiera lo había tocado solo le había arrancado un beso y lo había alejado. Algo estaba mal.

Muy mal.

—¿Cariño? ¿Qué ocurre? —Le susurró, aún seguía en su regazo, pero Mew no lo estaba mirando. Tenía el rostro sin expresión alguna. Gulf estaba entrando en pánico. Le acarició el rostro intentando que así pudiera ceder y hablar con él. —¿Qué te pasa? Me estás asustando, te siento raro desde que pasaste por mi a la mañana. ¿Pasó algo? ¿Hice algo mal? Mew, háblame, me estoy frustrando tan–

—Art. Es Art.

Gulf calló de golpe.

No había nada de que hablar entonces. Bajó la cabeza mirando a sus propias manos, estaba temblando. No quería llorar, al menos no en frente de Mew así que como pudo, se levantó de su regazo y comenzó a caminar.

—Tenemos que hablar. Cuando termine la práctica iremos a mi casa. —Habló Mew tomándolo del brazo, mientras miraba hacia el frente.

Ninguno se miraba a la cara. No podían hacerlo.

[...]

Bright se sentía en otra dimensión. Vincent lo estaba acariciando lento y suave, sin decir una sola palabra.

Y en cierta forma lo comenzaba a frustrar porque sentía como su cuerpo estaba respondiendo a aquellos toques. Temblando. Entonces estaba admitiendo que ella tenía razón, que era capaz de hacerlo estremecer con solo una caricia.

¿Quién era esta mujer, y por qué lo hacía sentir tan extraño? Quería irse de allí pero su cuerpo no se lo permitía.

—Q-quiero irme... —Logró susurrar.

Vincent frenó el contacto que estaba ejerciendo y Bright se quejó retorciéndose.

—No te pedí que hablaras. —Su tono volvía a ser duro —Desnúdate.

Negó. Sí hacia eso, no estaba seguro de poder frenarla más adelante. No era idiota, sí lo hacía pronto estaría debajo de ella, y no estaba seguro de poder frenarse así mismo en esa situación.

Vincent lo miró directo a los ojos, con el rostro serio y sin decir una sola palabra se separó de su cuerpo. Se paró y comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación. Bright se alarmó.

—¿A dónde vas? —No me dejes, quiso gritar.

Antes de desaparecer por la puerta respondió.

—Tienes una hora para desaparecer. No vuelvas a acercarte. Adiós.

Y cerró.

Dejándolo en la oscuridad de aquella habitación.

Dentro de sí, se sentía inquieto, tenía que irse, tenía que buscar sus cosas y largarse de allí. Tenía que hacerlo. Sus piernas aún estaban entumecidas pero logró ponerse de pie, aún tenía la bata puesta, se aferró a ella y caminó fuera de la habitación. Tenía que volver a la habitación de Vincent, no estaba seguro de querer hacerlo, ella podría estar allí en el peor de los casos, y en el mejor, Art podría estar allí aún.

Sacudió su cabeza y tomó el pomo de la puerta, abrió despacio. Para su sorpresa no estaba ninguno de los dos en la habitación, las sabanas estaban aún revueltas y todo parecía estar en el mismo lugar. Se movió rápido tratando de tomar sus cosas y comenzó a cambiarse rápido. Lo costó un poco, todo su cuerpo parecía estar drogado. Sin embargo cuando se estaba colocando la remera escuchó una voz, se estremeció.

—¿Ya se fue? —La voz provenía del baño de la habitación, era de Art.

Bright se acercó un poco a la puerta para escuchar mejor.

—Uhm, supongo que debe estar por irse.

—¿Por qué lo trajiste? Sabés que él no podría con todo esto, sabes que él no. —Habían sonidos adentro, como si estuvieran en una bañera. El agua podía escucharse.

—Cierra lo boca. —Respondió ella.

—Vinnie, por favor. Olvídate de él.

Luego de unos segundos de no escuchar ningún ruido, comenzaron los gemidos y jadeos. Estaban follando, estaba seguro de eso, los gemidos de Art eran escandalosos.

Un nudo se instaló en su estómago, algo parecido a los celos.

Se asustó de sí mismo, estaba pensando en un sin sentido de cosas. Desde que había pisado ese lugar, su mente se había nublado de cosas que no debería querer. Cosas que ni siquiera debería considerar. Su cuerpo había reaccionado tan bien a esas cosas, que lo aterrorizaban, no sabía que ese tipo de juegos podrían encenderlo o siquiera gustarle. Debía estar volviéndose loco, era todo culpa de ella. Nunca debía haberle mandado un mensaje. Tendría que haberla ignorado, como ignoraba a todos los que alguna vez le proponían algo. Tendría que haberse frenado cuando se dió cuenta de lo que ella proponía pero, ¿por qué no había podido hacerlo? Había algo más. Él no había rechazado su invitación porque había llegado a un límite. Y ella era eso que él no sabía que buscaba pero necesitaba, sin embargo todo esto estaba lejos de ser algo que él esperara. Se había equivocado, debía volver a su vida común y corriente. Y jamás mencionarle a nadie sobre este día.

Se apresuró en tomar sus cosas y alejarse de esa habitación. Bajó las escaleras lo más rápido que sus piernas se lo permitieron, atravesó toda la sala y llegó a la puerta principal. Antes de abrir, miró hacia atrás. Jamás iba a volver a ese departamento, se dijo.

Qué equivocado que estaba.




anduvo lloviendo hoy, que día espléndido.

si hay alguien leyendo, gracias.

desire | bright vachirawit & mew suppasit.Where stories live. Discover now