Capítulo ocho - Verdades

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Regresé cabizbaja a la cocina y podía escuchar los gruñidos de Aomine y la risa de su amigo, me senté sin mirar a ninguno de los dos y mi tic nervioso me hacía mover el pie izquierdo con rapidez porque la situación era incómoda.

—Es un placer conocer al fin a algún familiar de este idiota —pronunció el rubio inclinándose hacia mí—, mi nombre es...

—No hay necesidad de que uses tu nombre —gruñó Aomine y yo lo ví confundida.

Ambos se miraron por un pequeño instante.

—Bueno, soy el mejor amigo de Aomine —sonrió el rubio como si nada.

—¿Con qué permiso te atribuyes tal título? —lo señaló mi hermano con el cuchillo con el que picaba algunas frutas.

—¿Acaso prefieres a Mid...?

—¡Cállate!

La risa del rubio inundó el lugar.

—¿Por qué no puedo saber su nombre? —inquirí.

—Porque no soy importante, aún —pronunció el amigo de Aomine con seriedad y el silencio que acompañó sus palabras fue extraño.

—¿Aomine? —pronuncié dudosa.

—Vamos a cenar —mi hermano me ignoró comenzando a colocar los platos en la mesa—, espero te siga gustando tanto como antes el ramen de cerdo.

Solté un suspiro y lo miré con una sonrisa, a pesar de no haber cocinado, compró una de mis comidas favoritas, me hacía querer abrazarlo. Decidí que dejaría ir el tema, si Aomine consideraba que su amigo no debía ser importante en mi vida, pues así sería. Los tres comimos a gusto entre los chistes del rubio, los gruñidos de Aomine y mi risa estruendosa. Me encargué de fregar los trastos mientras aquella interesante visita se despidió deseándonos feliz noche.

Aomine cerró la puerta con un insulto y me acerqué secándome las manos de la camisa. Me detuve frente a él.

—¿Quieres decirme algo?

—Deseo que no cumplas nunca los 18.

Ladeé la cabeza y coloqué mis brazos en sus hombros.

—Estás muy tenso Aomine —masajeé un poco y me alejé pensativa en sus palabras.

Iba caminando hacia el sofá cuando me habló.

—No te vas a desvelar, así que a cepillarse los dientes y a dormir.

—No tengo 5 años Hayashi —le saqué la lengua y obediente cambié el rumbo de mis pasos hacia el baño.

—Para mí sí.

—Piri m...

Un golpe en mi cabeza me silenció, el infausto me había lanzado su zapato.

—¡Eres un bruto, Aomine! —me encerré en el baño escuchando su risa desde la sala.

Los oídos me comenzaron a zumbar, mi cabeza era muy delicada últimamente a los golpes y los ruidos muy fuertes, pero ya me estaba acostumbrando a ello, sin embargo, cuando me ví al espejo y aquel líquido rojizo estaba manchando mi nariz casi pierdo los estribos, el golpe de Aomine no había sido tan fuerte como para una contusión ¿qué estaba pasandome? ¿Quizás el estrés de las últimas semanas? Sí, era lo más seguro, de igual forma pronto tendríamos el exámen médico.

Cepillé mis dientes y lavé mi rostro inmersa en mi pensamientos, al salir me dirigí arrastrando los pies hacia la habitación, aunque lo quisiera no iba a poder desvelarme porque el cansancio que me azotó repentinamente casi me hacía quedar dormida de pie. Cuando abrí la puerta del cuarto vi a mi hermano sentado con su mirada en el piso.

LUZ DE LUCIÉRNAGA » ʰᵃⁱᵏʸᵘᵘ✔︎Where stories live. Discover now