Capítulo diecinueve - Secretos sórdidos

579 85 27
                                    

Mini maratón


Me desperté agitada, volvía a soñar con mis padres y el accidente. Tenía meses sin tener estas pesadillas de mierda; sentía un ataque de pánico creciendo en mi pecho, tenía que calmarme. Cuando sentí que mi respiración se cortaba, una mano se apoyó en mi hombro, levanté mi rostro apresuradamente y me encontré con la mirada preocupada de Hisashi. No pude evitarlo y comencé a llorar ahogando los sollozos con mis manos, el rubio de cabello alocado me abrazó al instante.

Al pasar el rato no lograba calmarme por completo, él me acariciaba el cabello intentando consolarme. Cuando logré respirar sin agitarme, le hice señas de que iría un rato afuera, quería serenarme para dejar de llorar y así evitar despertar a alguien. Cuando me levanté, para mi sorpresa, él también lo hizo y salió conmigo. Estaba agradecida con su apoyo, pero me sentía presionada por la situación. Iba a tener que recurrir a los únicos que sabían de mi estado y podían apoyarme, pero me daba vergüenza y miedo lo que sucedía, porque si se me iban de las manos mis emociones, iba a tener que contar mi historia y no me sentía lista para ello.

Salí al balcón junto a Hisashi e intenté llamar a Aomine, pero no cogió la llamada. Internamente estaba muy agradecida con Kinoshita por no preguntarme qué era lo que me atormentaba. Llamé a Mitsuki y nada, probé con Yasûke y nada, realmente me daba vergüenza llamar a Iwaizumi o Tooru, ya estaba grande y debía responsabilizarme por mis problemas. Tenía tantas ganas de llorar, me estaba desesperando. Cuando oprimí llamar a Hajime, colgué la llamada y me senté de golpe en el piso a llorar desconsoladamente. Los recuerdos del sueño se sentían tan reales, la sonrisa de mi madre, la mirada acogedora de mi padre, la mano entrelazada con mi hermano. Era tan feliz, y todo me lo arrebataron de golpe.

También sentí pesar por el rubio que estaba a mi lado, podía sentir su propia desesperación por no saber cómo ayudarme.

—Ho-hotaru-kun —balbuceó—. ¿Qué hago? Dime qué puedo hacer para ayudarte...

—Nada Hisashi, no puedes hacer nada —le respondí cortamente y seguí llorando.

Él me abrazó como única opción de apoyo. El frío atravesaba nuestras pieles y carcomía los huesos. En lo profundo, asomaba una idea, una estúpida y absurda idea que peleaba por desechar. Quizá, quizá si por fin me abría y contaba mi historia, él entendería, todos entenderían porque vivía sola, porque mi hermano nunca estaba, porque ya no tenía a mis cuidadores, porque no tenía una familia cerca, porque soy yo, solo yo.

Han pasado casi tres meses de haberlos conocido, pero siento que son lo más cercano a una familia que tengo. Pero no puedo, no puedo seguir arrastrando a más personas a mi desafortunada vida. Tardé un año completo en confesarme con Iwaizumi y Oikawa, me costó muchísimo pero lo hice, y han sido y son aún de gran ayuda. Tal vez, tal vez los chicos también, pero ¿y si no? ¿Y si se alejan de mí? ¿Tan superficiales creo que son? No, no sé, no sé qué hacer.

—Sabes que cuentas conmigo ¿no? —mis ojos se abrieron de golpe al escuchar sus palabras—. No sé qué sucede y no quiero presionarte a hablar, pero quiero... —se detuvo un instante y me miró, tenía esa mirada que Oikawa siempre me daba en momentos así, una mirada de amparo—. Quiero que sepas que cuentas conmigo, y no solo estoy yo, allá abajo están 11 cabezas huecas que apuesto a que darían cualquier cosa y harían cualquier cosa por tu bienestar Hotaru-kun.

Gimoteé.

—¿Eso crees?

Mi latidos se aceleraban cada vez más y la garganta se me cerraba como si fuera a vomitar.

LUZ DE LUCIÉRNAGA » ʰᵃⁱᵏʸᵘᵘ✔︎Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang