Capítulo 42

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Cuenta Tini
Me mordí el labio deleitándome con su tonificado torso bronceado que hacía ver sus abdominales como los accesorios perfectos. Unas rubias platinadas que pasaron por al lado suyo lo miraron sin disimulo y me contuve para no decirles nada, aunque no las podía culpar.

Sebas: ¿Ya la sacaste?

Tini: Si, pero si sonreís salís más lindo.

Me hizo caso y le saqué un par más. Caminó hasta a mí y apuró el paso cuando la arena empezó a quemarle los pies. Miró sobre mi hombro cuando le mostré las fotos que le saqué con su cámara y me besó en el cachete.

Sebas: Gracias.

Tini: De nada mi amor.

Le devolví la cámara y no tardó ni dos segundos en hacerle un primer plano a mi cara, así que me cubrí con la mano y le mostré mi dedo del medio.

Tini: No Sebitas, basta.

Rió.

Sebas: Que mala onda.

Tini: Estás hace dos días poniéndome la cara a dos centímetros de la cara bebe, vamos al agua, dale.

Me acomodé la parte de arriba de mi bikini blanca, guardó su cámara y la dejó con el resto de nuestras cosas que estaban en las reposeras tipo cama que me terminaron de convencer cuando las vi en la página del hotel.

Cuando me alcanzó colocó una mano en mi cintura y entramos juntos al agua, que no podía estar más linda.

Nos tuvimos que quedar 3 días más en Ciudad de México mientras Sebastian terminaba de cerrar sus asuntos de trabajo que había venido a hacer a México. Fueron 3 días en los que yo lo esperaba en la habitación con ansias, y cuando finalmente estuvo libre de todos sus compromisos laborales, tomamos juntos el primer vuelo a Playa del Carmen.

El plan que había hecho para mi estadía acá, cuya fecha de regreso se seguía posponiendo, era el mismo, solo que ahora era para dos.

Ya dentro del agua colgué mis brazos de su cuello y me abrazó fuerte por la cintura. Estampé mis labios con los suyos y luego empezó a ponerse medio bruto. Dejó pequeños besos por mi rostro y cuando me resistía me inmovilizaba rodeando mi cuello con su brazo. Mi lucha consistía en clavarme los dientes en cualquier pedazo de su piel que estuviese a mi alcance. Luego de pelear como un par de niños, nos comportamos como gente normal y disfrutamos de un rato agradable adentro del mar.

Tini: Es como que mientras más creces, más infantil te pones.

Rió agarrando mi mano mientras caminábamos de regreso a la reposera. Después de secarnos un poco con las toallas nos acostamos y apoyé mi cabez sobre su pecho al mismo tiempo que él colocaba su brazo detrás de su cabeza para sostenerla. Me rodeó con su otro brazo para juntarnos más y disfrutar del atardecer que caía sobre la playa. Es una sensación increíble ver cómo los colores de la arena blanca y el azul turquesa del mar hacían un perfecto contraste con el atardecer.

Hombre x: Un chico muy suertudo.

Cuando volteamos a ver la voz a nuestro lado, era un señor de pelo canoso y cuerpo brilloso por algún bronceador solar que hacía ver sus músculos como si estuviesen engrasados. El color de su piel era una mezcla entre canela y naranja. Vestía un short rojo muy corto y unos lentes oscuros. En su mano sostenía una cámara fotográfica, y en su rostro una sonrisa muy siniestra que me ponía los pelos de punta. Parecía el típico europeo que venía a esta parte del mundo a vacacionar.

Tini: ¿Perdón?

Hombre x: Él es un suertudo, sos una chica muy hermosa.

Movió su mano libre hacia arriba mientras hablaba con un acento español mal pronunciado.

Después | SebastiniWhere stories live. Discover now