Capítulo 27

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Cuenta Tini
Varios tragos más tarde apareció la chica de pelo largo y castaño que reía con Sebastian el otro día que lo fui a buscar al edificio donde trabaja. A todos se les cayó la baba cuando la vieron con su pollera extremadamente corta, y quise gritarle a Sebastian para que le quitara su muy poca disimulada mirada de encima, pero tristemente sentía que no estaba en posición de reclamarle algo así.

La chica era linda, si, pero puso cara de culo cuando me vio en el medio de su grupo de amigos y yo solo sonreí con hipocresía. Se sentó en el otro extremo de la mesa y se unió a la conversación de los demás. Sebastian me dijo al oído que se llamaba Aitana y trabajaba en el mismo edificio que ellos.

Tini: ¿Alguna vez tuvieron algo? Porque me parece que se puso medio celosa cuando me vio con vos.

Le hablé al oído disimulando la obsesión que empezaba a crecer en mí por saber más de la relación que mantienen. Él rió y colocó su brazo en él respaldar de mi silla. Se inclinó hacia mí y besó la parte de atrás de mi oreja mientras que su mano subía por mi muslo y apretaba con fuerza a medida que iba ascendiendo. La idea de él y yo teniendo sexo en el baño después de muchos tragos ya no sonaba tan descabellada.

Sebas: ¿Algo como lo tuyo con Jorge?

Su caliente aliento con olor a alcohol chocó en mi oído. Rodé los ojos y lo aparté.

Tini: Solo fue una vez.

Sebas: Lo mío con ella también.

Le dio un trago a su vaso y alcé tanto mis cejas que rió divertido. Los celos apartaron bruscamente todas las emociones que estaba sintiendo esa noche, pero no se lo haría saber, o al menos eso intentaría.

Pude distraerme un rato de esos celos ya que Sebastian de vez en cuando me robaba pequeños besos a la vista de todos. Me sentía rara al estar en su ambiente donde siempre está relajado con su linda sonrisa en el rostro y haciendo reír a sus amigos. Estaba en presencia del Sebastian de siempre, con el que nunca me llevé bien pero que era totalmente diferente a aquel que me confrontó en la entrada de la iglesia hace meses.

Unos minutos más tarde finalmente nos fuimos del bar para ir al boliche, que también es uno que queda lejos y ninguno de nuestros amigos frecuenta. Al principio nos quedamos todos juntos tomando en la barra, cantando y bailando como si todos nos conociéramos desde hace mucho tiempo.

Dios, como extrañaba esto.

Cuando empezó a sonar "andas en mi cabeza", la canción de Chino y Nacho, Sebas me cantó en el oído.

Sebas: Andas en mi cabeza nena, a todas horas.

Reí abrazándolo por el cuello y dejando que me rodeara la cintura con sus brazos para movernos al ritmo de la canción, y así estuvimos por varias canciones más. Seguramente parecíamos otra típica pareja de novios, pero ya no nos importaba, al estar tan cerca no soportamos esa tortura de no besarnos a nuestro antojo.

Reíamos a la mitad de nuestros besos mientras sus manos empezaban a bajar y subir por mi cuerpo. Me encantaba la agilidad con la que sus caderas se movían a la par de las mías mientras bailábamos todos los géneros.

Apretó sus dedos en mi cintura y yo lo sostuve por la nuca cuando nuestros besos subieron de tono. Nos separamos un poco para bajar el calor de nuestros cuerpos y darnos un poco de aire. Fuimos hasta la barra y pedimos dos tragos de ron con Coca Cola y un toque de limón. Ya llevábamos horas tomando, y era un hecho que el alcohol ya nos había subido. Hice una mueca de fastidio al ver a Aitana acercándose a nosotros con una sonrisa de oreja a oreja sosteniendo un vaso en su mano.

Aitana: Que fogosos que están.

Sebastian río y yo solo rodé los ojos.

Aitana: Vení Sebastian, bailemos esta.

Lo tomó del brazo y lo arrastró. Sebastian me extendió su vaso antes de dejarse llevar por ella hacia la pista, mientras que una vez más el fuego de los celos apareció y traté de apagarlo mientras bebía más de mi Cuba Libre. Por suerte bailaban bien cuarteto, lo que implicaba que sus cuerpos no se rozaran tan seguido. Él la tomaba por la cintura, la hacía girar al rítmo de la música y ella solo sonreía mientras dejaba que él guiara los pasos. Cuando la canción terminó los dos regresaron a la barra, pero por la cara de ella sabía que quería seguir bailando con él.

Le devolví el vaso a Sebastian y sonreí triunfante cuando rodeó mi cuello con su brazo para acercarme y darme un sentido beso en la mejilla. Aitana sonrió falsamente antes de irse con la excusa de que necesitaba ir al baño. Lo miré a los ojos y reí por su mirada chistosa y achinada, clara prueba de que estaba ebrio, al igual que yo. Puso su mano libre en la parte baja de mi espalda y me pegó a su cuerpo. Me estremecí cuando sus labios húmedos dejaron un par de besos en mi cuello y por instinto llevé mi mano a la parte trasera de su cabeza para enredar mis dedos en su pelo. Subió sus labios a mi oído y mordió sutilmente el lóbulo de mi oreja.

Sebas: ¿Te pusiste celosa?

Llevé mis labios a su oído para que también pudiera escucharme por encima de la música.

Tini: ¿Te acostaste con ella alguna vez?

Hizo una mueca antes de hacerle fondo a su vaso. Me tomaba eso como un si.

Sebas: Ya te dije que fue solo una vez, hace meses.

No pude evitar que mi usual cara de culo adornara mi cara ¿Qué podía decir? Sabía que Sebastian nuca fue un santo.

Agarró mi nuca y me mordió el cachete.

Sebas: Pero ahora solo tengo ojos y manos para vos, por más que intente negarlo.

Tini: ¿Enserio?

Sonreí como tonta y colgué mis brazos a su cuello. En respuesta cortó la distancia para besarme, su labios y lengua ahora estaban fríos por el hielo de su trago. Suspiré sintiendo como el alcohol hacía que mis hormonas se alborotaran con más facilidad. Jalé su labio inferior con mis dientes antes de separarme unos centímetros para recuperar oxígeno.

Tini: ¿No te da terror que nos vea alguien que conozcas?

Sebas: Mucho, pero me gusta ver las caras de decepción a los pelotudos que te miran desde que llegamos después de besarte como y cuando se me da la gana.

Reí complacida al saber que no era la única a quien los celos empezaban a fastidiar.

Nos fuimos a las 5 de la mañana y tuvimos que sostenernos el uno al otro por la cintura para mantener el equilibrio. Él manejó mientras que yo luchaba por mantener mis ojos abiertos en el asiento de copiloto. Llegamos a su edificio y reí en voz alta por lo mal que estacionó, aunque yo lo hubiese hecho peor. Sentí un cosquilleo en mi panza cuando nos tomamos de la mano y entrelazamos nuestros dedos para caminar juntos hacia los ascensores, ya que era la primera vez que lo hacíamos.

Una vez dentro del ascensor no nos aguantamos más, me arrinconó en una esquina y me subió un poco el vestido por los muslos mientras que yo lo besaba desesperada. Cuando llegamos a su piso salimos del ascensor sin dejar de tocarnos ni besarnos. Gemí cuando mi espalda chocó contra la pared y atacó mi cuello. Llevé mis manos a sus caderas y lo presioné más a mí mientras sus labios, lengua y dientes dejaban marcas en mi cuello.

Tini: Sebastian...

Gemí al sentir su erección.

Sebas: Shh van a escuchar los vecinos.

El resto lo terminamos en su cama.

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Hola!!! Les dejo el capítulo de hoy!!! Cuando el concurso llegue a las 5 inscripciones hago maratón!!!

Después | SebastiniWhere stories live. Discover now