Capítulo XXIV. Prohibido entregarnos

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Advertencia: contenido sexual explícito.

Kyo extrajo de los cajones un elemento indispensable. Lo ocultó en sus manos puestas detrás de su espalda; mientras caminaba con parsimonia por el pasillo que conectaba las habitaciones hasta llegar a la predestinada. Su mente fantaseaba, una y otra vez, con lo que traía entre manos: literal y metafóricamente.

—Juguemos.

Se detuvo en el umbral de la entrada. Sus ojos castaños se encontraron al otro hombre que lo esperaba con un dejo de lucidez.

—¿Eso no rompe tu condición? —respondió Iori con cierta lascivia.

Kyo apoyó su costado en el marco de las puertas corredizas, sin dejar de sostener el objeto tras de sí.

—Solo voy a concluir lo que no hice en su momento —dijo divertido—. Coloca tus brazos atrás.

Iori le echó una mirada con fastidio.

—¿Así como los tienes tú?

El Kusanagi rio despreocupado mientras removía ligeramente sus brazos, haciendo consciente la postura en que los tenía para comprobar si así quería al otro.

—Exacto.

—No haré eso —espetó.

Kyo arqueó sus cejas y después exhaló nefasto. Dejó de recargarse y acortó su distancia con el Yagami.

—Es solo un pequeño juego —lo miró indecorosamente de arriba abajo y sonrió—. Tenlo por seguro: te va a gustar.

—¿A mí? ¿O a ti?

Kyo soltó una risilla. —A los dos. No jugaré sucio.

Ambos se miraron fijamente a los ojos. Uno esperaba que el otro asintiera, y el otro lo hacía esperar.

—Es verdad, Yagami. Es algo que quise hacer cuando... —rio por lo bajo—. Si no te gusta, paramos en cualquier momento —el brillo lúbrico en sus ojos proyectaban su clara ambición.

Iori suspiró, y con desgano accedió a la petición.

Kyo regresó sus brazos al frente, y develó entre sus manos la cinta adhesiva metálica que había encontrado en la cocina cuando buscaba el pañuelo.

—¿Inmovilizarme de nuevo? —arqueó una ceja. Aunque ya suponía que se trataba de algo similar.

—Lo recuerdas —sonrió—, ¿cierto?

Iori negó hastiado.

Kyo no deshizo su sonrisa, sabía que el otro mentía. Metió la mano por el hueco de la cinta y la mantuvo allí como una muñequera.

—Creí que no te gustaban ese tipo de cosas, Kyo —dijo entre la ironía y la provocación.

—Yo creí que tú no me gustabas, y observa lo que estoy haciendo ahora.

El pelirrojo lo miró con gesto aburrido. —No confío en que lo hagas bien.

—¿Acaso he hecho algo mal? Lo vas a disfrutar, incluso más de lo que puedas imaginar.

—Quiero ver eso —incitó mientras sonreía con malicia. Sus ojos se posaron en la muñequera improvisada.

Kyo se percató de eso, y también observó el objeto. Comenzó a menear su muñeca, provocando que el aro adhesivo bailoteara alrededor de ella.

—No tenemos otra opción más que cinta, quizás en tu casa encontraría algo más... ¿apropiado? —burló brevemente, y se acercó a los labios de Yagami con un hondo beso que Kyo mismo interrumpió cuando sus manos comenzaron a desabotonar su propia camisa—. ¡Ah! ¡Casi lo olvido!

El contrato┊IorixKyoWhere stories live. Discover now