Capítulo X. Prohibido rechazar mi propuesta

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Aquella confesión embonó perfecto con las interrogantes que no habían sido respondidas.

Iori no esperaba con exactitud esa revelación, pero siempre supo que la boda no fue más que un pretexto estúpido mal utilizado.

La atmósfera creada aún no se disipaba. Tras escuchar esas palabras, el castaño volvió a hablar, justificando su declaración.

—Yuki... Últimamente se ha vuelto más delicada. Tiene un diagnóstico muy poco certero. Aún se encuentra en duda qué es lo que sucede con ella. Afortunadamente, tiene una respuesta bastante buena a los medicamentos que le suministran. Lo cual no significa que no tendrá recaídas, lo sé muy bien. Sin embargo, esos tratamientos son indispensables para ella y desde luego, muy difíciles de conseguir. Incluso son importados, no ha llegado la patente aquí.

Iori comprendió bastantes detalles que no cobraron sentido hasta la confesión del castaño.

Primero, la delgadez que observó en la mujer. Al principio creyó que se trataba de una dieta ridícula. Al parecer estaba equivocado.

—¿Por qué me lo ocultaste?

Su voz fue sensata y directa.

—¿Es preciso explicarlo?

De cierta manera, no era un hecho que requería conocer Iori. Tampoco le interesaba mucho conocer la vida de pareja que llevara el otro hombre.

—No lo necesitabas saber —complementó—. El que ahora conozcas la verdad, me inquieta.

La última frase estuvo fuera de lugar en todos los sentidos. Iori ni siquiera cruzaba palabra con la muchacha. ¿Qué le preocupaba?

—Los asuntos que tengas con esa mujer me son indiferentes. No voy a revelar nada, Kyo.

El segundo detalle: la actitud extrañamente cariñosa con la cual Kyo trataba a Yuki. ¿Desde cuándo? No era habitual que Iori viera la interacción de la pareja, pero en las mínimas ocasiones que presenciaba el comportamiento de ambos, Kyo jamás le dirigía palabras dulces a su novia.

—Por supuesto que no lo harás.

—¿Es una amenaza? —caminó hacia la cómoda y del tercer cajón, extrajo una prenda de satín que cubrió a su cuerpo hasta altura de sus rodillas.

—Tómalo como quieras.

Tercero: no era creíble por más que lo jurara. Es decir: ¿Casarse? ¿Kyo? ¡Qué absurdo!

—Sigo sin entender, ¿estar en matrimonio con Kushinada impedirá que muera?

—Nunca dije que estuviera a punto de morir.

—No lo hiciste. Sin embargo, esos costosos tratamientos son imprescindibles para mantenerla con vida. ¿O me equivoco?

Avanzó hasta permanecer a una distancia corta de kyo, mientras ajustaba el cinturón de su bata.

—Sí, te equivocas. No la des por muerta, Yagami. Además, la boda...

Kyo no quiso concluir por sí mismo. Se arrepintió en las palabras cualesquiera que iba a decir. De nuevo se presentó ese disgusto por explicar asuntos personales sin razón de ser expuestos.

—Ahora me dirás que tu supuesta boda siempre fue una mentira —dijo con una clara oscilación entre la duda y la aseveración.

En esa circunstancia, todo lo que dijera Kusanagi podría ser tomado como falso. Estaba en su derecho de proteger la verdad, pero el propio Kyo fue quien trajo aquel tema y luego lo dejó inconcluso. Él mismo daba lugar a que Iori supusiera más detalles acerca de su vida.

El contrato┊IorixKyoWhere stories live. Discover now