Capítulo XXI. Prohibido hablar conmigo

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Tres días estuvieron evitándose, apenas y cruzaban un par de palabras. Ni siquiera sabían el por qué la indiferencia se encontraba entre ellos como una pared. Si bien, lo anterior había sido a partir de la confesión falsa, no le encontraban los motivos suficientes para tratarse con apatía.

Ninguno de los dos mostraba interés por hablarse, y no porque no lo quisieran, sino por la razón estúpida de que nadie lo hacía primero.

Por una parte, Iori no estaba acostumbrado a iniciar conversaciones, la mayoría del tiempo Kyo era quien las entablaba. Tampoco era que él fuera un gran conversador, pero a comparación del Yagami, tenía más temas de los cuales hablar (o incomodar). Aunque al final terminaran discutiendo, o uno de los dos mofándose del otro.

Asimismo, Kyo actuaba de manera despreocupada, como si no le importara que Iori lo tomara o no en cuenta. No tenía especial interés en preguntárselo, así que, si quería hablar con él, que lo hiciera, y si no, ningún problema habría de por medio.

Quizá si fueran otros, Kyo le pediría disculpas al Yagami, y este último aceptaría. Sin embargo, era diferente; no les gustaba ese tipo de tonterías. Ni Kyo estaba dispuesto a disculparse (porque no sentía el deber de hacerlo); ni Iori necesitaba escuchar esa disculpa, le era indiferente e insustancial...

Iori caminó a su habitación por algunas prendas que necesitaba, miró a Kyo atento en un programa de televisión basura. Avanzó sin interés.

El Yagami también se encontraba en una situación parecida. No obstante, para él si fue un cambio abrupto, le parecía extraño no escuchar la voz del otro. Su casa ahora se encontraba en silencio, y si bien estaba acostumbrado a ello, le incomodaba.

Aquel día sabía que Kyo actuaría de esa manera: alejado de él y metido en la habitación. Así que esa misma tarde, se había dispuesto a dejarlo a solas. No hablaría con Kyo hasta que quisiera hacerlo por cuenta propia. Porque Iori esperaba volver a tratarse con naturalidad. Sin tener en cuenta que ese silencio se prolongaría.

Supuso que a la mañana siguiente, Kyo regresaría con sus comentarios idiotas. Al ver que no sucedió, prestó especial atención en su rival: parecía tranquilo y sin asomo de molestia, como si nada hubiera pasado; con el pequeñísimo detalle de que su lengua parecía no estar allí.

Tampoco le cuestionaría: Hey, imbécil; ¿por qué has dejado de hablarme? Puesto que se escuchaba como una invitación a que le hablara. Y Iori no buscaba ese efecto. No quería que pensara que le estaba insistiendo porque no iba a pasar.

Además, estaban en la misma condición. Quizás Kyo suponía eso mismo del Yagami.

Constantemente se preguntaba qué era lo que sucedía. En el fondo extrañaba por lo menos discutir con Kyo; sin embargo, no se lo expresaría en voz alta. ¿Por qué lo haría?

Sin otro remedio se dirigió al mueble, mirando a Kyo de reojo. Abrió las puertas de par en par, y con sus ojos buscó lo que necesitaba. Lo encontró. Volvió a echarle un vistazo al Kusanagi, para luego extraer sus pertenencias.

—Yagami, si tanto quieres que volvamos a hablar, puedes tomar la iniciativa —arrojó sin despegar sus ojos del televisor.

—¿Habías dejado de hablarme? Ni siquiera lo noté.

Ambos cruzaron miradas.

Para Kyo, Iori había sido quien dejó de hablarle, y a casi nada de refutarlo una risa escapó de su garganta; limando cualquier en aspereza ellos.

—¿Siempre intentas demostrar lo contrario? —tomó el control remoto y presionó el botón de apagado.

—Tú siempre demuestras que eres un idiota.

El contrato┊IorixKyoWhere stories live. Discover now