Capítulo XI. Prohibido sospechar

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«Clemencia»; «Compasión».

¿Por qué se escuchaban tan aberrantes?

Tener misericordia al prójimo no suponía ser parte de una humillación.

¿Por qué la gente tergiversaba todo? ¿Por qué estropeaban un término dándole otro significado?

Ser la persona por la cual sienten lástima, es lo mismo que transgredir su dignidad. Las personas se preocupaban más por no dañar su orgullo, que aceptar una situación dañina por miedo a que se apiaden de ellos. La gente que mendiga afecto, que aprovecha la misericordia de los demás para obtener beneficio propio, es considerada el deshecho de la sociedad. Lo más repulsivo y bajo que pudiesen caer.

La palabra compasión origina desconfianza; todos creen que representa un aspecto negativo, un sentimiento oscuro, que no tiene relación con el amor.

Querer a alguien por compasión significa no quererlo de verdad*.

Sin embargo, el verdadero concepto se refiere a lo contrario. Va más allá de simpatizar con un individuo, es más que ponerse en el lugar del otro. Es una virtud, es solidaridad en toda su expresión. La misericordia es parte de sentir amor genuino por el ser humano. Un amor no filial, no carnal. Un amor puro.

A m o r.

Cuatro míseras letras que no expresaban más que confusión.

«Yuki».

¿Amaba a Yuki?

«No».

¿No?

Es decir, le tenía un fuerte aprecio, siempre la consideró una buena compañera. Siempre fue su confidente, y su amistad representaba una parte muy valiosa para él. Tan valiosa como la libertad de no tener que compartir sus días con alguien más.

Imaginarse su vida al lado de su novia era muy aparte. Era una sensación no reconocida, su mente emblanquecía al visualizar tal escena. En palabras sencillas: No lo imaginaba. No veía un futuro con ella.

No era por ser mala persona, esos pensamientos no los controlaba él.

Sí la quería, sí la apreciaba, sí la estimaba, respetaba y valoraba. Infinidad de adjetivos definían sus sentimientos por ella, pero ninguna de esas palabras incluía el concepto de amor carnal.

Parte del discurso de Iori era cierto: Él no deseaba casarse, él no quería estar atado a una persona, él no aceptaba ese destino, él no amaba a Yuki. Él solo le tenía compasión.

¡Qué imbécil se sintió al pensar aquello!

Yuki era su novia, debía quererla.

¿Debía?

Por supuesto, eso hace una pareja. ¿Cierto?

En las buenas y en las malas.

En la salud y en la enfermedad.

En la enfermedad... ¿eh?

¿Por qué él? ¿Por qué Yuki? ¡¿Por qué mierda dejó que Yagami se entrometiera?!

No. Él no quería aquello para su vida.


—¡Yagami, toda es tu maldita culpa!

El pequeño cubierto que sostenía, cayó al mantel que cubría la mesa circular para dos personas. El hablar en voz alta, cortó el hilo de sus pensamientos.

El contrato┊IorixKyoWhere stories live. Discover now