Capítulo XX. Prohibido tratar de vencerme

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—¿Qué haces, Yagami?

Era la mañana del día siguiente. Iori aún no estaba preparado para salir; buscaba entre sus llaves la que pertenecía a la entrada principal.

Justo la encontró.

—Cerraré con llave —respondió despreocupado.

—¡¿Eeh?! ¡No!

Iori bajó sus cejas y volteó a la dirección de Kyo. —¿Pensabas salir? —Le era extraño verlo fuera de la cama a esa hora, miró su gesto fresco y que aún llevaba las ropas de dormir. Pensó que el muy imbécil no había pegado ojo por lo de ayer.

Kyo sacudió la cabeza en negación. —¡No! ¡Pero tampoco soy tu mascota!

Iori lo miró con ligera picardía. —Tal parece que sí —tomó el pomo y lo giró—. Necesitas una correa para que obedezcas y no te largues a buscar problemas tú solo.

El moreno se acercó unos pasos con la línea de su boca sonriente, destruyendo la mueca de indignación que tenía segundos atrás.

—¿Y qué harás?

—Te compraré una.

—Ajá.

—¿O qué prefieres, Kyo? ¿Qué te ate a la cama para que no te muevas de allí?

El Kusanagi se recargó de costado en la pared contigua a la entrada. Su sonrisa pícara hacía juego con su mirada lasciva, que estaba más que puesta en el Yagami.

—Me gustaría que lo intentaras —acomodó su cabello y cruzó sus brazos—. O mejor yo te ato a ti —recorrió con los ojos al otro—. Lo hice una vez, puedo hacerlo dos.

—Solo no salgas y ya, Kyo.

Kyo acentuó más su sonrisa por la evasiva. Descruzó sus brazos, y cambió su gesto por uno más serio.

—No me vio, estoy casi seguro —recargó su costado en la pared—. Además, si él lo sabe es porque Yuki se lo dijo por su cuenta, y también le habrá soltado una mentira sobre mí para encubrirme —dijo sin importancia.

—¿Cómo lo sabes?

—No ha habido problemas —se encogió de hombros—. En caso contrario, estarían tratando de localizarme, ¿no? —ladeó un poco su rostro.

—Yo no estaría tan seguro, Kyo.

El Kusanagi rodó los ojos. —No le des importancia, tal parece que tú estás más intranquilo por ese hecho que yo.

—No tengo por qué estarlo —cruzó el umbral—. Ese es tu problema.

Kyo asintió con tenue ironía. —Claro.

Sin otra palabra que agregar, el pelirrojo salió por completo de la casa, y el tintineo de las llaves, se escuchó después de cerrarla.

—¿Eh? ¿Qué? —Kyo giró el pomo solo para comprobar que la puerta estaba atascada.

—Hablaba en serio, Kyo.

—¡Imbécil, abre!

No obtuvo respuesta. Sacudió la perilla un par de veces, y al final consiguió abrir de golpe. Resopló: un tanto molesto, un tanto aliviado. Observó la sonrisa ladina y desvergonzada del Yagami mientras subía al auto.

Iori simplemente había atrancado la entrada.

—¡De cualquier manera no tenía pensado salir, idiota! —Y azotó la puerta simulando fastidio, luego apoyó su espalda en ella, y una sonrisa cálida se le formó. No tenía preocupación alguna por lo de ayer, se había disipado de su mente. Era un hecho que podía meterse en problemas pero ya no le interesaba. Ahora solo esperaría a que Yuki saliera y poder hablar (si es que ella se lo permitía). Quería hacerlo. Necesitaba hacerlo.

El contrato┊IorixKyoWhere stories live. Discover now