Capítulo XIX. Prohibido admitirlo

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Kyo trotó de puntillas hacia el auto.

Antes de subir, comprobó que nadie estuviera cerca; abrió la puerta, y subió a él. Su respiración estaba entrecortada levemente, y unas ligeras gotas de sudor frio resbalaban por su frente.

Del mismo sitio donde Kyo estaba segundos atrás, un hombre (tal vez un par de años mayor que él) salió, y divisó a todas partes como si buscara a alguien.

—Vámonos, Yagami —ordenó sin hacer contacto visual hacia el exterior de la ventanilla.

Iori le echó un vistazo al Kusanagi y, sin cuestionarlo por el momento, rodó la llave por el switch de encendido.

El vehículo estaba en marcha.

Minutos atrás cuando Iori se dirigía al hospital, incontables suposiciones naufragaron por su cabeza. Incluso llegó a pensar en alguna complicación, o el alta médica de Yuki; pero sus teorías se desecharon cuando miró a Kyo aparentemente sin compañía.

Giró el volante a la izquierda y, sin quererlo, sus ojos se posaron en el retrovisor que reflejaban la mirada castaña que, ahora, se encontraba puesta en el trayecto.

Al momento posó sus irises rojizas en el camino. Recordó lo que había hecho: la llamada desesperada, su actitud que no era propia de él y, por supuesto, la respuesta cortante de Kyo.

«Yagami, no es el momento» «No es el momento».

Fue una bofetada.

¿Cómo fue capaz de siquiera pensar en "confesarse" con ese idiota? Le surgió una rabia consigo mismo. Agradecía no haber cometido tal disparate que engrandecería, aún más, al imbécil de Kyo.

De todas maneras, su mente se encontraba más despejada que tiempo atrás. Se había convencido de que la necesidad de hablar con Kyo, había sido un acto de impulsividad que no demostraba nada en lo absoluto.

Asimismo, cuales fueran las tonterías donde Kyo se metió, fue la perfecta distracción para las palabras que diría el Yagami; y por tal razón, el Kusanagi, probablemente, se ahorraría las preguntas sobre aquel "quería hablar contigo" que alcanzó a escapar de los labios de Iori. Así que, el pelirrojo le restaría importancia, trataría de olvidar cualquier hecho respecto a lo acontecido y continuaría como si lo anterior no hubiese pasado. Al fin de cuentas para él era un pormenor.

Y si Kyo era de momentos; entonces, ese momento jamás llegaría.

Avanzaron un par de cuadras más y fue el músico quien decidió silenciar sus pensamientos para tomar la palabra.

—¿Qué fue todo eso, Kyo? —indagó con voz tranquila, pero con cierto interés—. ¿Qué fue lo qué pasó?

—Nada en particular.

—¿Quién era él? —refiriéndose al hombre que salió después.

Kyo hizo un breve contacto visual con el otro, y luego, miró el trayecto.

—El hermano de Yuki —dijo restándole importancia, como si lo anterior no hubiera ocurrido.

Iori comprendió, pero no entendía lo que sucedía.

—¿Qué hacía él en el hospital? —cambió la velocidad del auto—. No... ¿Qué hacías tú?

—Nada importante, Yagami —permaneció callado, como si estuviera pensando su respuesta—. Lo que pasa es que... desde el día en que estoy contigo, he tratado de comunicarme por teléfono con Yuki —hizo una pausa—. Nunca me contestó —exhaló—. Hasta hace unos días volví a preguntar por ella y, esta vez, sí atendió mi llamada; pero fue porque... —cortó su conversación en cuanto recordó el motivo.

El contrato┊IorixKyoWhere stories live. Discover now