Veintiséis.

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13 meses atrás

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13 meses atrás.
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Eran pasadas las diez de la noche cuando llegamos a la fiesta.

 Luego de media hora conduciendo y aguantando a J.C en el asiento de al lado tarareando el coro de cada canción que pasaban por la radio, mientras las chicas cantaban a todo pulmón en la parte de atrás importandoles poco la falta de espacio y los movimientos bruscos, fue un alivio para mis oídos escuchar otras voces. 

 Al principio no estaba muy contento con la idea de hacer de chofer designado, pero al final acabé por ceder de mala gana. No podía negarme si era Even quien me lo pedía. Además era él único con auto propio y la opción más práctica entre todos por tener mayor tolerancia al alcohol. Vaya virtud. 

Esa fue la primera vez desde que nos conocimos que íbamos todos como grupo a una fiesta a la que no estábamos oficialmente invitados o de la que no éramos anfitriones. Freyre y Even siempre se las arreglaban para encontrar reuniones pequeñas y colarse para hacerlas algo más grandes y escandalosas, también haciéndonos al resto parte de ello. Casi nunca nos pusimos de acuerdo con los horarios a excepción de esa noche.

La casa de Freyre estaba disponible ese fin de semana, pero por alguna razón, se le ocurrió que era mejor hacerme conducir durante media hora, que pasar el rato viendo una película o divirtiéndonos en su casa. Según ella, “un conocido” le había hablado sobre las fiestas extravagantes que solían dar los universitarios de su vecindario una vez al mes. Aparentemente nunca repetían lugar y siempre habían sorpresas lo que volvía todo más emocionante y exclusivo. Esto fue suficiente para que ella se obsesionara por semanas hasta conseguir la ubicación de la siguiente fiesta. En sus palabras: “quiero la experiencia completa antes de acabar la secundaria y voy a tenerla”. 

No fue complicado llegar a la dirección aunque, mentiría si dijera que disfruté el recorrido. Puesto allí, tuve que buscar lugar para estacionar por unos minutos, ya que había autos en fila por casi toda una cuadra en línea recta a ambos lados de la calle. Nissan, Volvos y Mercedes  Benz. Todos pedazos de latas relucientes de última serie con olor a nuevo. A su lado, mi auto parecía sacado de la basura. Y solo aceptar eso me dolió bastante. 

Even siguió mirándome de reojo durante nuestra caminata monitoreando mis reacciones. Me aseguré de guardar mi hostilidad y mal humor para más tarde. Tuve el presentimiento de que la necesitaría. Mentalmente agradecí haber dejado mi coche lejos del alcance de las miradas altaneras con motes de superioridad. No habría aceptado más críticas que mis propios pensamientos. 

El lugar de la fiesta no era una casa cualquiera, era una mansión. Tres plantas con terraza, balcones y barandas de vidrio y acero. Patio y jardín delantero, estacionamiento y garaje con árboles y muros de piedra como separación entre las casas de al lado.  ¿Quién demonios vivía en un lugar así?

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⏰ Última actualización: May 04 ⏰

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