Once.

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Tres años atrás

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Tres años atrás.

Detengo el auto a un lado de la calle como las otras veces.

Abandono la comodidad del asiento delantero para salir, y no me molesto en cerrar la puerta. Me despido del auto echandole un último vistazo. 

Camino sin ningún apuro hasta dejar atrás el pequeño tramo de tierra pedregoso que separa el puente de la calle secundaría. Pienso que es triste que un lugar tan bello este tan lejos de la ciudad y al mismo tiempo se halle tan abandonado. 

Me tenso al llegar hasta el inicio de la plataforma de la estructura metálica para descubrir que una persona desconocida se encuentra en mi lugar. Es como si la hubiera llamado con el pensamiento. Está sentada sobre la barandilla metálica que evita una caída libre de al menos quince metros hacia un lado del lago. 

La chica está de espaldas a mí, con los pies colgando hacia el vacío. La rodea un aura de serenidad tan silenciosa, que por un momento se me ocurre que con un poco de esfuerzo quizá llegue a escuchar el murmullo de sus pensamientos. Es joven, tanto como yo. Tampoco es muy alta o rolliza. Viste prendas de marca y accesorios que una persona pobre no podría darse el lujo de presumir. Aun así, no puedo evitar cuestionarme qué pudo haberle sucedido a alguien como ella que parece tenerlo todo, para acabar tan lejos de casa. 

Me acerco por un costado resonando las botas de cuero sobre el metal para hacerme notar con tiempo y no acabar provocando que caiga debido al susto. No creo poder cargar con la culpa de todas formas. Ella vuelve un poco el rostro, y yo imagino una mirada fría dispuesta a asesinar al culpable de interrumpir sus pensamientos. 

Curiosamente, es tristeza pura lo que sus ojos grises reflejan. Cuando se me queda viendo, aunque solo es por un breve instante; los latidos de mi corazón desembocan desde un punto muerto causando que el pecho me duela sin motivo. Se sorbe los mocos arrugando la nariz en un gesto que encuentro tierno. También se restriega los rastros de lágrimas que cubren desde sus mejillas hasta su barbilla, usando sus manos con rabia. ¿Qué es este nudo que me oprime la garganta? 

Un rostro bellísimo me devuelve la mirada sin pedir nada a cambio excepto tal vez, comprensión y una silenciosa invitación a escucharla sin juzgarla antes de conocer su lado de la historia. Acepto haciéndoselo saber antes de acortar la distancia que nos separa. 

Siento el leve movimiento y el rechinar de la estructura bajo mis pies, pero no le presto demasiada importancia. No es la primera vez que estoy aquí después de todo, el miedo toma otro rumbo. El hecho de que esta chica esté aquí, sentada al borde del precipicio…

Me siento a su lado y de nuevo la estructura se estremece. Aunque contrario a su posición, mis pies se mantienen tocando algo sólido. Los ocupantes de mi mente se multiplican repentinamente buscando mi total atención. Me obligo a callarlos un momento para centrarme absolutamente en ella. 

Lights (Luces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora